Urbanismo | en el interior de una de las construcciones más emblemáticas de Cádiz

La vida desde el primer gigante de Cádiz

  • La anunciada construcción de una torre de 20 plantas en los Depósitos de Tabaco permite indagar en la historia y en el día a día del edificio Vistahermosa, una señera referencia arquitectónica

Imagen de Cádiz desde la azotea del edificio Vistahermosa.

Imagen de Cádiz desde la azotea del edificio Vistahermosa. / Julio González

El trasiego de personas es continuo cualquier mañana en el portal del edificio Vistahermosa de Cádiz. La imponente construcción que se levanta en la confluencia de la Avenida Cayetano del Toro con Marconi tiene tanta vida en su interior como vecinos se reparten por sus 18 plantas, más de 50 viviendas, y como negocios funcionan tanto en sus bajos como en las primeras plantas del edificio. Poco antes del inicio de la pandemia se cumplieron cincuenta años desde que en Vistahermosa, un lugar con vocación histórica de cruce de caminos, se levantara el primer gigante de Cádiz, un rascacielos cuya hegemónica altura acabará cuando se ejecute el proyecto de construir un edificio de 20 plantas en los Depósitos de Tabaco.

En la portería del edificio Vistahermosa trabaja desde hace 22 años Luisa San Sabas Ruiz, que conoce como nadie los entresijos de este babel de personas que pasan por delante de su pequeño habitáculo para dirigirse a su casa, con el saludo preceptivo, o para visitar algunas de las múltiples consultas médicas y oficinas de seguros y abogados que alberga el edificio.

Vista desde el suelo del edificio Vistahermosa. Vista desde el suelo del edificio Vistahermosa.

Vista desde el suelo del edificio Vistahermosa. / Julio González

Luisa, además, vive también en esta emblemática torre. Lo hace en una vivienda cuyo acceso se encuentra en la planta 18, a través de la azotea, y adonde no llega el ascensor. De hecho, sube en el elevador hasta la planta 17 y afronta el último tramo por las escaleras. Aunque reconoce la portera del edificio que en alguna ocasión, por el simple hecho de hacer ejercicio, ha subido a pie hasta su casa, un logro que desde luego cansa con el solo hecho de pensarlo.

Impresionante vista de la Avenida, en sentido al casco histórico, desde la azotea de Vistahermosa. Impresionante vista de la Avenida, en sentido al casco histórico, desde la azotea de Vistahermosa.

Impresionante vista de la Avenida, en sentido al casco histórico, desde la azotea de Vistahermosa. / Julio González

La entrada de Luisa como portera del edificio se produjo gracias a que estuvo en el sitio adecuado en el momento oportuno. Ella trabajaba en una de las viviendas del edificio y empezó a sustituir a quien se encargaba de la portería, hasta que la comunidad de propietarios confió en ella para que se quedara con el puesto. Por entonces vivía en el Río San Pedro, por lo que solicitó la vivienda construida sobre la azotea. Así que esta gaditana acostumbrada a vivir en el casco histórico de Cádiz en calles como Arbolí o Manuel Rancés, se convirtió de la noche a la mañana en la vecina más alta de Cádiz.

¿Y cómo se vive, arriba del todo, en el edificio residencial más alto de la ciudad? Relata Luisa San Sabas que al principio le costó acostumbrarse, pero que pronto se adaptó a la nueva circunstancia. De todas formas, casi reniega de los vientos que “mueven el edificio” y recuerda algunos hechos con humor: “Tenía un acuario grande, y era sorprendente cómo se movía el agua cuando hacía viento. Pero a todo se acostumbra una”. Incluso a la lluvia y al mal tiempo, un contratiempo cuando tiene que entrar en su vivienda y tiene que atravesar un pequeño trozo de azotea..., en la planta 18 y sin más techo que el encrespado cielo.

En la azotea, en mitad de la ropa tendida y en medio de varias hileras de antenas de telefonía, la vista es impresionante. En un edificio con forma de uve doble, la azotea es transitable en todas sus esquinas, de manera que el espectáculo visual que ofrece de la ciudad y la Bahía es sencillamente impresionante. Apenas hay detalle de Cádiz que no se descubra, porque como explica Luisa: “Se ve toda la ciudad a la redonda”.

La Avenida principal se ve en primer plano en toda su kilométrica extensión, los barrios de la ciudad, desde Puntales o Loreto hasta el más reciente de Astilleros, son adivinables solo minutos después de situarse geográficamente. La playa, la barriada de la Paz, los dos puentes, el desafiante en altura pirulí (aunque sin uso residencial), otros edificio altos y, por supuesto, el casco histórico, con la Catedral, el Castillo de San Sebastián, el muelle...

Y por encima de todo se sitúa la Bahía. Rodeando la azotea se va descubriendo San Fernando, Puerto Real, Valdelagrana, El Puerto y Rota en el extremo más lejano.

Pero más allá de sus espléndidas vistas, gracias a su altura y a su situación en la ciudad, el edificio Vistahermosa es un edificio con historia. Construido a finales de la década de los años 60, en medio del siempre discutido desarrollismo urbanístico, esta construcción destaca por su avanzado diseño, por la búsqueda de formas nuevas en una ciudad por entonces anclada y en incipiente expansión en su zona de extramuros. Recuerdan sus vecinos que la construcción del edificio se saldó con algunos accidentes laborales en los que falleció algún obrero.

Luisa San Sabas, en su portería del edificio Vistahermosa. Luisa San Sabas, en su portería del edificio Vistahermosa.

Luisa San Sabas, en su portería del edificio Vistahermosa. / Julio González

Incluso Luisa tiene un momento para recordar que alguna vez ha podido evitar algún suicidio. Relata, sobre todo, el caso de una mujer desconocida que accedió al edificio y cuya actitud le resultó sospechosa. Siguió sus pasos y la encontró en el descansillo de la última planta, con una ventana abierta y con la intención de tirarse. Luisa le echó valor al asunto y logró, no sin dificultades, que la joven aparcara su desesperación.

Pero por norma, la labor de Luisa al frente de la portería del Edificio Vistahermosa es más cotidiana. Como vecinos y visitantes se mezclan casi a partes iguales cada día, Luisa debe estar atenta a las consultas de todos, al desconocido que busca un médico, un abogado, un seguro o un asesor fiscal, y al vecino de toda la vida, al que ha echado los dientes en este edificio, para atender sus reclamaciones y sus problemas.

Además, un cuadrante semanal de labores de limpieza y mantenimiento cuelga del panel informativo de la comunidad de propietarios en la entrada, porque además de atender el correo, los paquetes de mensajería cada vez más frecuentes y otras necesidades, Luisa debe mantener limpio el edificio: las infinitas escaleras, los grandes ventanales, las ventanas de cada planta, el suelo con su necesario abrillantamiento y... los ascensores. Los tres con que cuenta el edificio para asegurar el rápido y correcto acceso de todos los vecinos y, también, para sortear una posible avería en alguno de ellos. Situación distinta, desde luego, debe ser un inoportuno corte de luz.

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