"A veces me he sentido como un rey mago por las ayudas"

Ciudadanos de Cádiz

Emilio Aragón habla sobre sus alegrías y frustraciones por los repartos de subvenciones de la obra social de la caja, su no candidatura a la Alcaldía y el Doce

"A veces me he sentido como un rey mago por las ayudas"
Melchor Mateo

Cádiz, 22 de junio 2014 - 07:10

EMILIO Aragón es de los que saluda a la gente que quiere con un gran abrazo. Tradicionalmente prudente en sus declaraciones públicas, ahora ya jubilado se muestra mucho más lenguaraz y crítico, algo que se agradece para una entrevista.

—Usted ha sido uno de los hombres fuertes de Caja San Fernando y posteriormente de la Cajasol fusionada, pero empezó su carrera como botones a los 16 años en el Banco Madrid. Hoy ese camino pasando por todos los escalafones es muy raro. ¿Considera que eso le permitía entender mucho mejor las cosas a la hora de tomar las decisiones por la visión que tenía tan global?

—La experiencia que lleva una persona que empieza desde abajo y recorre todos los niveles hasta llegar a los más altos, como mínimo creo que cuando llega a ellos va mejor preparado pero también es cierto que hoy en día las personas van mejor formadas por el mayor conocimiento que han adquirido anteriormente.

—Usted habla con mucho cariño de su etapa como director en la sucursal de la Caja de Ahorros de Jerez en la calle Rosa, en el barrio de La Viña en el que se crió. ¿Fue el puesto que más le marcó?

—Ahí alcancé el puesto de director de la oficina y por haberme criado allí tuve que conocer la idiosincrasia de mi propia gente. Tuve el orgullo de poder ayudar a la gente de mi propio entorno con lo cual me llenó de satisfacción a nivel profesional. Tengo que decir que en todos los sitios en los que he estado he tenido buenos momentos y tengo para escribir un libro porque me ha ocurrido de todo.

—A ver, pues cuente alguna.

—Contaré dos. A través de la obra social de la caja hemos ayudado a muchos colectivos y en dos firmas de convenios, creo que en Vejer y en Conil, me ocurrieron cosas que recuerdo con gran cariño. La primera era un convenio con una asociación de discapacitados y durante el acto, uno de los niños que estaba allí me llamó y me preguntó que cuando le iba a dar una equipación del Cádiz. Yo le dije que sí pero con todo el lío de cosas se me olvidó. Al año siguiente volví a ir y allí estaba el chico que se acordaba perfectamente del tema y me dijo que cuándo le iba a dar la camiseta del Cádiz que le había prometido. Ni que decir tiene que a los cuatro o cinco días se la hice llegar. La otra fue también en un acto parecido, el hijo de una de las mujeres que había intervenido dijo que yo era el rey mago para ellos. Allí nos emocionamos todos y la verdad es que no pude ni dar el discurso.

Esos momentos y el estar en un sitio y poder ayudar a las personas que más lo necesitaban, eso no tiene precio.

—¿Yrealmente se ha sentido un rey mago cuando tenía esa capacidad a través de la Caja de repartir ayudas?

—Me he sentido rey mago pero también mucha frustración. Hay que tener en cuenta que siempre se dependía de un presupuesto y que estamos en una región muy grande. Con lo que teníamos no podíamos cubrir todas las peticiones que nos llegaban. Recuerdo que teníamos un comité de ayudas y evidentemente algunas se quedaban fuera, pero era simplemente porque no había más presupuesto. Ante esa avalancha de peticiones, te frustraba no poder acudir a más sitios.

—En un momento en el que la banca está tan denostada, al menos usted estaba en la cara buena del capital.

—Lo bueno que tenían las cajas de ahorros se lo han cargado. Las cajas es verdad que operaban igual que los bancos pero la diferencia es que estos últimos repartían los dividendos entre los accionistas y nosotros lo que hacíamos era invertirlo en la vida. Una parte muy importante de los beneficios iban a parar a esas obras sociales. Al final eso se lo han cargado porque entra la guerra que ha ocasionado el capital en estos últimos años por ampliar sus beneficios, por lo que han ido a por aquello que le quitaba una gran cuota de mercado, de manera que se han cargado todas las cajas.

Entre eso y algunos políticos que han entrado en los consejos de administración sin conocimiento son los que se han cargado una parte del sistema financiero español.

—A usted lo jubilaron hace casi cinco años y entonces ya dijo que le hubiera gustado continuar. ¿Se arrepiente de lo que dijo entonces o sigue manteniéndose en la misma idea?

—Cuando me jubilaron yo no lo entendí. Me iban a pagar lo mismo que trabajando, tenía 57 años, experiencia y me echan para mi casa. Hoy todavía sigo sin entenderlo.

—¿Y a qué se dedica el Emilio Aragón jubilado?

—Actualmente sigo teniendo las mismas ganas de sentirme activo pero mi vida ha variado de la noche a la mañana. Ahora me ocupo mucho más de los míos, de mi familia y de mis compromisos personales. Todas las mañanas voy a pasear con mi madre, que a sus 92 años de edad está en una silla de ruedas. Aprovecho la entrevista para agradecerle al personal de Adema en la plaza de las Tres Carabelas su profesionalidad y vocación hacia las personas mayores. Llevo dos años estudiando inglés y tengo mi compromiso como secretario de Turismo y Comercio en la Ejecutiva Provincial del PSOE. El resto es estar con mi mujer y con mi Carlotita, que tiene seis meses.

—¿Ha cambiado mucho la gente con usted cuando ahora no tiene ayudas que repartir?

—Obviamente el trato a la persona sigue siendo afectuoso y cariñoso pero el oficial, institucional e incluso social, varía de la noche al día. Es cierto que en estos temas la frase “tanto puedes, tanto vales” se corresponde con la realidad porque antes cuando daba esas ayudas y subvenciones a través de la obra social me llovían las invitaciones tanto personales como institucionales y sociales. En cambio, hoy en día sólo se acuerdan los amigos.

—También ese reparto de ayudas era visto con recelo por parte del Partido Popular y el equipo de Gobierno municipal porque le acusaban de que se daba para conseguir votos para el PSOE.

—Hasta tres veces el concejal José Blas Fernández me nombró en el pleno del Ayuntamiento de Cádiz para decir que yo daba las ayudas para comprar votos a favor del PSOE. Ahora que llevo ya cuatro años jubilado le voy a contestar por primera vez. Si esa era la perspectiva que él tenía, qué podría decir yo de las ayudas que concede el Ayuntamiento de Cádiz, que supongo que las analizaba de las misma manera con la única diferencia en que era desde un punto de vista de la obra social de la caja y no por cuestiones partidistas.

—Usted es un militante socialista gaditano desde hace muchos años. ¿Por qué se acercó a la política y cómo llegó al PSOE?

—Mi padre era un hombre bastante íntegro y él tenía unos pensamientos sobre la vida que nos fue inculcando a su forma. Mis primeros pasos sindicales y políticos fueron en la USO (Unión Sindical Obrera) y el PSP (Partido Socialista del Pueblo) de Enrique Tierno Galván. Este partido se integró en el PSOE y la USO también se separó. De este modo, hubo gente que se fue al PSA (Partido Socialista Andaluz) y a Comisiones Obreras y otros al PSOE y UGT. Yo en el año 1979 sólo pasé a UGT, a pesar de que anteriormente había estado como presidente de la primera huelga bancaria estando en el Banco de Madrid donde publicamos los sueldos para que la gente supiera lo que ganaba un “chupatintas”. Salvador Iñiguez tiró de mí hacia UGT y con él fundamos la Federación de Banca, Seguros y Oficinas. A los cuatro o cinco años como la UGT estaba en el mismo sitio me afilié al PSOE y actuaron entonces como avalistas José Luis Blanco y Fernando Suárez.

—Usted ha ocupado diversos cargos orgánicos en el PSOE, pero siempre en segunda fila, pero cuando decidió pasar a la primera y optar a la Alcaldía de Cádiz, no le dejaron.

—Jamás tuve un cargo institucional por el partido hasta que, una vez jubilado, me ofrecieron la gerencia del Consorcio del Bicentenario. Efectivamente, para las elecciones de 2011, una vez que estaba jubilado y como me veía activo y con muchas ganas de hacer cosas por mi ciudad, opté por ser el candidato a la Alcaldía por el PSOE. Para ello tenía que haber primarias como así lo solicité entonces. Pero esta opción no se dio y se escogió a la compañera que todo el mundo conoce, a Marta Meléndez, por parte de los secretarios local y provincial, Federico Pérez Peralta y Francisco González Cabaña, respectivamente.

—¿Ese tren ha pasado definitivamente? ¿Es algo que queda descartado?

—Actualmente sí porque entiendo que para llevar el Ayuntamiento de Cádiz se tiene que estar las 24 horas del día dedicado y ya las personas que empezamos a ser mayores tenemos otras opciones en nuestra vida.

—Ahora en cambio se habla de primarias a todos los niveles. Vaya convulsión que hay en su partido a todos los niveles.

—Actualmente a nivel nacional y después de escuchar y de hablar con Pedro Sánchez y de leer a los otros candidatos, he hecho mi elección y estoy comprometido e implicado con Pedro porque me parece que puede ser el mejor secretario general en estos momentos para el partido.

A nivel provincial me comprometí por el cambio de la anterior ejecutiva por la actual porque soy de los que pienso que la gente en los cargos no debe estar más de ocho años porque a partir de ese momento puede suceder que se desvirtúen los objetivos.

A nivel local creo que el secretario local, Fran González, ha logrado una unidad dentro de la agrupación local. Sin embargo, en el Grupo Municipal Socialista todo el mundo conoce las diferencias que hay que son opiniones personales por parte de algunos concejales que deben saber cuál es su papel actualmente.

—Vayamos al cargo institucional de corte político como gerente del Consorcio del Bicentenario. ¿Qué impresión se llevó de esa labor?

—Cuando a mí me llama el consejero de Gobernación, Francisco Menacho, proponiéndome el cargo, yo le hice una serie de salvedades y él me dijo cómo estaba la situación. Una de las peticiones es que para mi nombramiento estuvieran absolutamente todas las administraciones de acuerdo porque, en caso contrario, no iba. La otra es que se produjera una negociación para acabar con los cuatro bicentenarios que se estaban haciendo (Diputación, Ayuntamiento de Cádiz, de San Fernando y Consorcio). Había que centrarlo todo a través del Consorcio. Y después había que decirle a la gente la situación real que había, cosa que hicimos.

—¿Y qué se encontró?

—Cuando entro en marzo de 2011 hay crisis por una parte, y de los patrocinadores que había, la mitad se querían ir. Aparte de ellos había que buscar otros nuevos para el programa del Doce con el problema de que el interventor de Hacienda y los abogados del Estado por mandato de cómo estaba concebido el Consorcio, no me dejaban actuar con libertad. Eso provocó varias cosas. Le pongo algún ejemplo: La U televisiva para los partidos de fútbol de ese año nos la daban al Consorcio y con su reventa se podían haber sacado de dos a cuatro millones de euros. Por una empresa para vallas publicitarias otro millón más y así unas cuantas, pero como dije anteriormente, la fórmula interna del Consorcio como institución no nos permitía hacerlo.

Entre los patrocinadores, por ejemplo, Loterías y Apuestas del Estado en un principio dijo que iba a aportar seis millones de euros, después cuatro, más adelante dos y al final la realidad fue cero. Eso hizo que se tuviera que sacar de otros presupuestos dinero que se iba a pagar con lo aportado por este organismo.

Pues a pesar de todos los problemas, me fui trayendo nuevos patrocinadores, negocié con los que se quería ir y se quedaron y la parte de presupuesto prevista para el año 2012 estaba cubierta en los presupuestos. Llegó noviembre, las elecciones generales las ganó el PP y con la mayoría de este partido en el Consorcio se cambió al gerente. A pesar de ello, el nuevo presidente de este organismo, José Luis Ayllón, que era secretario de Estado, me agradeció tanto de manera pública como privada el trabajo que habíamos hecho en este parto que duró nueve meses.

—Después de ver lo que hubo en el Doce como ciudadano de a pie. ¿Cree que se cumplieron las expectativas?

—Como ciudadano creo que se podía haber hecho más cosas y se podría haber conseguido más ayuda por parte del Estado para que se hubiera convertido en la gran celebración que todos los gaditanos esperaban. Quitando los actos oficiales que estaban programados, el resto eran actuaciones y festejos que ya se venían celebrando.

—Usted también ha estado muy unido al Carnaval y trabajó mucho por la presencia de esta fiesta en La Viña.

—El carnaval en La Viña, tal y como está ahora, surge de una idea que tuvimos con el difunto Juan Beriguistáin, que estaba en una asociación en la iglesia de La Palma. Hablé con él y pusimos en marcha tres cosas: el Carnaval, los cantes flamencos en la calle La Palma en verano y los villancicos en Navidad. En 1984 pusimos en marcha junto a Radio Cadena Española el concurso de popurrí de La Viña que hasta mi jubilación se venía patrocinando por la Caja y que, actualmente, gracias a la lucha de Manuel Henry García, presidente de la Federación de Peñas y Entidades Caleteras, se sigue realizando. Aparte también hemos apoyado a muchas asociaciones y peñas para realizar su programación de Carnaval. Y a nivel personal, he sido bajo durante muchos años en el coro de Adela del Moral y Luis Frade y sigo en el coro callejero.

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