Tras años de espera, dudas, cambios, compromisos incumplidos y esperanzas perdidas o cuanto menos congeladas, Cádiz tiene la oportunidad de convertir el nuevo año 2023 como la máquina que tire de nuestra economía. o por lo menos que permita dar los primeros pasos de la recuperación esperada, tras los duros meses de la pandemia y los efectos que todas las crisis tienen, por duplicado, en la ciudad.

Cádiz afronta en 2023 la que puede considerarse como su tercera gran revolución urbana en un siglo y cuarto. Como las anteriores no será un proceso de ejecución inmediata, sino que se extenderá durante unos años, pero tendrá un calado igualmente relevante que, si se realiza en tiempo y forma, nos permitirá recuperar un puesto relevante en, al menos, el sur de España.

La primera gran revolución se produjo a partir de 1906 cuando comenzó el derribo de la muralla, llegó el tranvía y se inició el lento proceso de urbanización de los extramuros.

Fue ésta la gran oportunidad perdida, visto los resultados finales de una planificación que se alargó durante décadas y que dejó una profunda herida social y urbanística en la ciudad que ha resultado complicada de revertir: grandes edificios sin espacios públicos, masificación, destrozo del perfil de viviendas del Paseo Marítimo o barrios populares mal construidos y sin equipamientos (que en democracia obligaron a realizar inversiones millonarias para arreglar tanto caos).

La segunda revolución

La ejecución del soterramiento de la vía del tren ha sido la segunda gran revolución urbana de la ciudad, y en este caso con una eficacia mayor, aunque hayan persistido algunos problemas.

El tren rompía en dos Puerta Tierra, dejando en el lado de la Bahía la zona industrial conviviendo con los barrios más populares, y en la cercana a la playa las residencias de las clases medias y alta de la ciudad.

El proyecto del soterramiento se ejecutó en tiempo y forma. Una proeza en la obra pública en España.Frente a la expansión por extramuros, que contó en 1948 con un plan de ordenación rápidamente ignorado por el Ayuntamiento de la época, el soterramiento sí tuvo una planificación que se cumplió escrupulosamente. Sin embargo, no fue acertada la construcción de estaciones tan enormes y tan mal ubicadas en la avenida que se creo sobre el soterramiento. Igualmente, no salió adelante el plan municipal de rediseñar las fachadas de los edificios, que durante años dieron a la vía del tren.

En todo caso, funcionó a la perfección una de las previsiones lanzadas con el soterramiento: la conexión rápida de todos los barrios de la ciudad, rompiendo la barrera incluso económica que suponía la vía del tren.

Grandes cruceros frente al paseo de Canalejas.

La tercera revolución

Ahora, en el año que está a punto de comenzar, se anuncia la que va a ser la tercera revolución urbanística, y la última pues supone actuar sobre los últimos suelos de oportunidad que aún no contaban con un diseño adecuado.

La principal operación se va a centrar en suelo portuario, sobre un terreno superior a los 300.000 metros cuadrados, una cifra inmensa para los parámetros sobre los que se mueve Cádiz.

La Autoridad Portuaria ya tiene el visto bueno provisional de la Junta al Plan Espacial del Puerto, en el que se reflejan los usos de los terrenos propuestos por este ente público y esencial para dar el pistoletazo de salida a lo denominado como la “unión puerto-ciudad”.

“Unión puerto-ciudad”. Un sueño de décadas, la única posibilidad de expansión del casco antiguo, el único espacio que queda disponible para planificar nuevos equipamientos públicos y privados con un toque de modernidad e innovación completando lo que ya hoy se oferta en la ciudad.

La APBC ya tiene en su cabeza lo que quiere que se haga en estos 300.000 metros cuadrados de terreno: hoteles, industrias limpias, hostelería, tiendas, locales de ocio, una gran plaza abierta preparada para organizar eventos de todo tipo, y un macroaparcamiento con más de un millar de plaza que, en buena parte, solventará los problemas de estacionamiento para quienes vienen a la ciudad.

La operación se extiende por el muelle ciudad, que verá como se derriba parte de la verja que la separa del paseo de Canalejas con el que se integrará.

Evidentemente, un proyecto de esta calado no se ejecuta de la noche a la mañana. Habrá que contar por años las obras a realizar, pero ya en 2023 se van a dar pasos esenciales para activar su desarrollo, que experimentará un impulso definitivo cuando se trasladen los contenedores del muelle Reina Sofía (zona de expansión de la ciudad) a su nueva ubicación, operación que también se iniciará en meses. Con todo, la pretensión de la APBC es actuar ya en el muelle Ciudad a lo largo de 2023, creando un nuevo paseo abierto a los ciudadanos.

Exposición sobre el desarrollo del polígono exterior de la Zona Franca.

En el otro extremo de la ciudad se encuentra el otro gran espacio de oportunidad que, en 2023, deberá de tener una definición clara sobre cómo se va a actuar: el polígono exterior de la Zona Franca, con medio millón de metros cuadrados.

Aquí, como ha pasado con el muelle, llevamos años, décadas, pensando en cómo actuar en un suelo cargado de pequeñas industrias y, cada vez, con más naves sin aprovechar. El último plan pintaba industrias limpias, junto a viviendas, pequeños hoteles y plazas públicas. Ahora, Zona Franca y Ayuntamiento, junto a los propietarios privados, analizan el desarrollo más eficaz que deberá de plantearse para este polígono, teniendo en cuenta que la administración pública tiene un porcentaje muy bajo de propiedades.

Un avance de lo que puede pasar lo maneja ya el Consorcio de la Zona Franca con su apuesta por la economía sostenible y azul a través de la denominada Zona Base-Incubazul, ya en marcha en una primera fase antes de trasladarse a futura sede en el complejo que se levanta en las antiguas instalaciones de Ibérica Aga.

La transformación del polígono exterior permitirá mejorar la conexión con el resto de la trama urbana. Será una operación casi de microcirugía de la que se dieron los primeros pasos como la torre de viviendas en la Glorieta de la Zona Franca, terrenos como los de Supersol o Navalips deberán de jugar un papel relevante en esta tercera revolución urbanística.

Revolución que no va a limitarse, que no es poco, al ladrillo. También 2023 será relevante en cuando a la consecución de una casco antiguo sostenible y peatonal, con la puesta en marcha del nuevo sistema de control de acceso de vehículos a toda el casco histórico de la ciudad. Este es un proyecto de gran importancia, que va a definir el modelo de ciudad para las próximas décadas y que ayudará a potenciar al comercio y la apuesta por la cultura y el patrimonio (aunque en este último caso el déficit que tiene la ciudad es más que evidente).

Este control de tráfico mediante un sistema de cámaras se ampliará también al Paseo Marítimo entre el Hotel Playa y Cortadura.

2023 será también el año del Museo del Carnaval (tan importante para nuestra economía si se planifica bien y se acompaña de una oferta comercial adecuada), así como la apertura de nuevos hoteles o el inicio de otros.

Un año electoral

Todo esto va a ocurrir en un año electoral. En mayo se van a celebrar una elecciones municipales trascendentales que, en parte, pueden afectar al ritmo de los proyectos referidos en esta crónica.

Quien gane en mayo tendrá que asumir el impulso de estas actuaciones, tan esenciales para Cádiz. Y tendrá que asumir que son proyectos ‘de ciudad’, aquellos que deben salir adelante más allá de quienes lo hayan puesto en marcha. Se juega con la ventaja que en todos los casos ha habido una participación de todas las administraciones, de diferentes colores políticos, por lo que cabe suponer que habrá una continuidad de acción.