Un regalo para Cádiz
Los dueños de La Bella Escondida acuerdan con el Ayuntamiento abrir la torre a las visitas durante el Doce
Los propietarios de la finca que posee la torre mirador más bella y enigmática de la ciudad están a punto de firmar un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Cádiz para abrir sus puertas a visitas guiadas durante el Doce. La Bella Escondida, uno de esos tesoros que la tacita se guarda para unos pocos, se alza en el número 13 de la calle José del Toro y es imposible de divisar desde la calle. Construida en el primer tercio del siglo XVIII para que fuera admirada por la hija del propietario del palacete desde su retiro en el convento de Feduchy, la torre es una maravilla arquitectónica de planta octogonal que se abre recia y elegante entre el cielo gaditano. Manuel Morales de Jódar, uno de sus dueños, la compró junto a su compañero, Carlos Marañón de Arana, y otro socio en 2004 a una familia gaditana que la había heredado. El estado de la finca era ruinoso entonces, aunque hoy se ha convertido en una joya, en un reducto de lo que tuvo que ser el Cádiz liberal que parió a la primera Carta Magna española. Toda la restauración se ha llevado a cabo hasta el momento según los criterios de la Junta de Andalucía, que está pendiente de aprobar la catalogación de su torre mirador como Bien de Interés Cultural (BIC). Actualmente lo único que queda por restaurar es la torre, pero para acometer dicho proyecto Manuel Morales y sus socios necesitan la aportación de las administraciones. "El acuerdo para restaurar La Bella Escondida y abrirla al público está cerrado pero aún falta la firma de la alcaldesa", confesaba ayer tarde Manuel. Estamos hablando de una cesión importantísima, hasta el punto de que también se ha planteado la apertura de algunos de los salones principales de la casa para el Consorcio del Doce "como representativos de lo que era la ciudad y que se puedan visitar en ese año tan especial".
Manuel Morales de Jódar es un prestigioso escenógrafo y decorador que ha llegado a trabajar en el Museo Metropolitano de Nueva York y que se confiesa un apasionado del patrimonio histórico y artístico, "lo que pasa es que para mantener esto hay que ser rico y yo no lo soy, soy un loco, pero no rico", nos comentaba ayer mientras nos enseñaba orgulloso su maravillosa morada.
A pesar de haber nacido en Sevilla, Manuel tiene tal amor por Cádiz que no sólo está dispuesto a abrir las puertas de su casa a los visitantes sino que quiere ceder más de 500 piezas de su importantísima colección de arte para la creación de un museo de Artes y Costumbres Populares y que se ubicaría en los bajos de los antiguos Talleres Velasco, junto al baluarte de las Puertas de Tierra. En dicha colección existen 15 coches de caballos de principios del siglo XIX, impresionantes sillas de mano, jamugas, juegos de sillas completas, de porcelana, vajillas, tejidos... "muchas de ellas compradas, otras heredadas provenientes de familias gaditanas...", dice, mientras nos muestra fotografías de algunas de ellas y nos cuenta que "la colección ya nos supera y buena parte la tenemos guardada en almacenes". "Queremos que esta colección sea para Cádiz, de forma totalmente altruista, a cambio de nada", asegura. En principio su pensamiento es cederla durante algún tiempo, entre diez o 15 años, "y luego volver a hablar".
Manuel quiere que sea un museo "vivo" que aporte "cultura a la ciudad, porque Cádiz lo necesita para que el turista pernocte aquí". Para Manuel, el concepto de museo se ha quedado "un poco obsoleto, creo que a la gente le interesa más reconocer el pasado directo".
La situación del museo sería ideal, junto al gran nudo de comunicación que se construirá en Plaza Sevilla y al puerto gaditano. "Nos encantaría crear el Museo de Las Calesas-Colección Artes Decorativas Morales-Marañón", cuenta.
Aparte de las piezas, Manuel quiere que el museo cuente con aulas para mostrar la vida cotidiana y las artes decorativas, un taller de restauración y tiendas para vender reproducciones.
Considera que los muebles gaditanos son "los mejores que se hacían en Andalucía en el siglo XIX, con claras influencias de Inglaterra, Italia y Francia y con una gran calidad en el diseño y la madera", maderas de caoba, palo santo o ébano con los que ahora apenas se trabaja. "Yo creo que hacer esto sería mucho más interesante que una muestra puntual en 2012 y que se acabara en el 13. Aquí generaríamos el ambiente de aquel Cádiz. No me gustaría que se perdiera la tradición de las artes decorativas", considera.
En el salón donde conversamos existen algunas joyas musicales, como un gran piano de cola o dos guitarras obra de José Recio y que se consideran las más antiguas construidas en la ciudad. Manuel ha encargado restaurar una. "Yo creo que este museo podría ser uno de los mejores de España, porque la colección es muy potente. Sería un nuevo tipo de museo".
Manuel Morales comenta que su idea es que su colección de arte se quede "para la ciudad, porque yo no tengo hijos y esta casa para mí es como si lo fuera. Ese sería mi legado". Un legado al que Cádiz no puede decir no.
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