“Nuestro puerto base es Montevideo, pero nuestro puerto madre es Cádiz”

El ‘Capitán Miranda’ ha vuelto a casa. O mejor dicho, a la casa donde fue construido este velero-escuela uruguayo en 1930, en los astilleros puertorrealeños de Matagorda. Un “orgullo” venir de nuevo a Cádiz, como señaló el comandante de este buque, el capitán de navío Mario Vaucher, en un encuentro con periodistas a bordo del barco junto a la embajadora de la República Oriental de Uruguay en España, Ana Teresa Ayala, y el cónsul honorario en la ciudad de Cádiz, Jesús Otero. Porque “nuestro puerto base es Montevideo, pero nuestro puerto madre es Cádiz”.

“Llegar a Cádiz es como llegar a casa, siempre nos acogió con los brazos abiertos. No nos sentimos extranjeros en ningún momento. La gente es muy hospitalaria y cariñosa y nos hace sentir como en casa. Y eso se agradece profundamente”, manifestó la embajadora. Y es que Cádiz “no es un puerto más, es un puerto especial, y siempre que venimos se produce una mezcla de sentimientos y arraigos”.

Tres lustros después regresa el ‘Capitán Miranda’ a Cádiz para participar en la Sail Training International. la Gran Regata para los gaditanos, en pleno XXXIII viaje de instrucción para sus 23 guardiamarinas. El buque escuela de la Armada Nacional uruguaya arriba a Cádiz con 81 tripulantes después de iniciar su periplo el 31 de marzo y tocar más de 22 puertos, en 11 países, en 202 días. Su comandante destacó el “rol militar y diplomático” de este barco y su condición de “embajador itinerante”.

En este viaje el 'Capitán Miranda' ha batido el récord de presencia femenina entre la tripulación con 16 mujeres, fruto del “compromiso de la Armada uruguaya con la inclusión de la mujer”. Viajan a bordo además cuatro invitados pertenecientes al Ejército uruguayo, Fuerza Aérea, Policía y Universidad de Uruguay.

Mario Vaucher apuntó que uno de los objetivos del ‘Capitán Miranda’, además de instruir a los guardiamarinas, es “adoctrinarlos para que cuiden la riqueza del mar”, pues considera fundamental “explotar los recursos de la pradera azul”, y expresó su deseo de que los guardiamarinas “estrechen muchos vínculos en este viaje, porque es algo que se van a llevar para toda la vida”. Vaucher admitió por último que una aventura como esta “es una escuela para todos porque el que más está aprendiendo soy yo”.