“Pienso que escribir y leer son armas terapéuticas”
Luis Utor | Médico de familia, poeta y músico
Este facultativo del centro de salud del Olivillo presenta el martes 4 de noviembre su último poemario en el Colegio de Médicos de Cádiz
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Luis Utor García nació en Ceuta en 1997 y, actualmente, es médico de familia en el centro de salud del Olivillo en Cádiz. Enamorado de la ciudad, de sus gentes, y del Carnaval, Luis Utor es además escritor. Mañana martes, a las seis de la tarde, presentará en la sede del Colegio de Médicos de Cádiz su último poemario, Punto y aparte, surgido, como sus anteriores obras, de la experiencia personal y casi como sanación de sus momentos más difíciles. El lunes 17 de noviembre lo presentará en el Ateneo de Cádiz.
Pregunta.–¿Cómo surge la dedicación a la literatura en un médico?
Respuesta.–Siempre digo que la culpable de mi gusto por la poesía es mi abuela, quien escribía y me recitaba sus poemas sencillos, y canturreaba las coplas y chascarrillos antiguos con los que me he criado. Por eso, mis primeros versos fueron para ella, y aún tiene guardados en sus cajones los poemas infantiles en los que le expresaba lo mucho que la quería. Pasó el tiempo y seguí escribiendo como desahogo, intentando expresar con letras aquellas emociones y sentimientos que, ya en la adolescencia, nos aturden y atropellan. Comencé a picarme y a escribir por gusto sobre cualquier banalidad, y llegó un día en el que tenía tantos poemas que decidí recopilarlos y publicarlos. Creo que la poesía y la literatura, en general, ayudan a saber y conocerse a uno mismo y a los demás, y a clarificar nuestra perspectiva del mundo en el que vivimos. Escribir y leer son armas terapéuticas, y como tales deberíamos prescribirlas más en consulta, sobre todo en este mundo de estrés, ansiedad y frenetismo vital.
P.–¿Cómo ha sido su producción literaria hasta la fecha?
R.–Mis dos primeros poemarios, Son dos noches con cuarenta y Por amor al arte, fueron autoeditados y publicados en Amazon. Formaban parte de un proyecto literario benéfico y lo recaudado fue donado íntegramente a ANDEX, una asociación de padres de niños con cáncer con la que colaboraba como voluntario en aquel momento. Posteriormente, del aburrimiento pandémico surgió Mi vida antes de una pandemia, una autobiografía satírica escrita con guasa y muchas licencias literarias; y por último, el que presento, que es el primero con apoyo editorial, de la mano de Olé Libros: Punto y aparte, con el que vuelvo al mundo de la poesía.
Entre medias probé fortuna con la música, bajo el nombre de Canta.UTOR, componiendo varias canciones y dando algunos conciertillos. De hecho, fui el penúltimo en cantar en el mítico Pelícano...
P.–¿Qué es ‘Punto y aparte’, su último libro de poesía?
R.–Hace referencia a los momentos en los que la vida nos obliga a parar y empezar de cero. Es un libro de poemas de vida, una caja de Pandora que, al abrirse, libera y pretende hacer brotar emociones de todo tipo, con las que, seguro, cualquier lector puede sentirse identificado. Publiqué el libro en un momento complicado y creo que, de forma inconsciente, necesitaba hacer borrón y cuenta nueva, un reseteo mental, y así lo plasmé en su título. Me considero una persona muy afortunada, un tío feliz, y, mirando retrospectivamente, la escritura me ha ayudado a sobreponerme a mis baches vitales. Escribí mi primer libro con la pierna escayolada, el segundo tras sobrevivir a un ictus y a una operación a corazón abierto, y el tercero en una pandemia. Este último me está ayudando a cerrar una etapa muy bonita, aunque también complicada.
P.–Qué pretende trasladar al lector con su poesía.
R.–Creo fervientemente que la poesía debe ser cercana y accesible, como un médico de familia. Por eso, intento escribir bonito, pero comprensible. Me encantan los juegos de palabras, los dobles sentidos y las imágenes divertidas. Al mismo tiempo, pienso que todo el mundo que se lo proponga puede escribir. Un claro ejemplo lo tenemos en Cádiz. Una de mis mayores fuentes de inspiración es el Carnaval, y creo que cualquier amante de la música y de la poesía debe admirar a los maravillosos poetas y artistas que cada año sacan repertorios brillantes. Alguna vez me he planteado que estaría bien sacar algo, pero aún no me he atrevido, aunque admito que en todos mis libros hay poemas que, en realidad, son pasodobles de carnaval, que escribo usando la música de algunas comparsas y chirigotas. Lo mismo me arranco a cantar en la presentación.
P.–¿Está su producción literaria condicionada por ser médico?
R.–Inevitablemente, funcionan como una simbiosis. Escribir y leer ayudan a conocerse y a conocer formas de expresarse, sentir, padecer y sufrir. Algunas de las historias que escucho y vivo en consulta también me sirven de inspiración. Hay que tener en cuenta que la medicina es la corriente científica más humana de las existentes, porque se centra en el ser humano y busca su conocimiento y su bienestar. Y, por otra parte, el arte es la expresión humana por excelencia. Creo que es un error encasillarse en un único ámbito, existiendo tantos de los que nutrirse. Es como si una persona se empeñara únicamente en percibir el sabor salado: se perdería el dulce, el amargo, el picante, el ácido… Entiendo la vida como un constante aprendizaje y, como buen comilón, me gusta deleitarme con todos los sabores.
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