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El comercio en Cádiz

Un peluquero de corte clásico

  • Manolo Gómez cuelga las tijeras y se jubila después de más de 60 años de profesión

  • Ha sido un referente del oficio en su peluquería de caballeros de la calle Cruz Roja Española

Manolo Gómez cortando el pelo a un cliente en su peluquería en la tarde del pasado viernes.

Manolo Gómez cortando el pelo a un cliente en su peluquería en la tarde del pasado viernes. / Jesús Marín (Cádiz)

Empezó cortando el pelo a diez reales y ha acabado haciéndolo a 12 euros. Manuel Gómez Sánchez, todo un clásico de la peluquería de caballeros, se jubila el próximo 31 de marzo. En su negocio de la calle Cruz Roja Española luce un cartel avisando a la clientela. Ha aguantado hasta los 71 años, pero es hora de irse después de 60 años de profesión. “Quiero mucho a mis clientes y no quiero marcharme. Me da mucha pena porque yo he nacido para esto, pero las piernas me pesan. Pero me voy con todo el dolor del corazón”, admite en un receso la tarde del viernes.

Comenzó a finales de los 50 en la peluquería del Manquito, en la esquina de Palma y San Félix. “Yo era de Pasquín y mal estudiante. Hacía rabona para echar un cable. Me encantaban las peluquerías”, recuerda. Con 11 años empezó a cortar el pelo en este negocio de La Viña. Luego pasó a la esquina de Rosa y Diego Arias, en la peluquería de Joaquín Sánchez 'El Sordo'. Allí coincidió con Paco, uno de los dos hermanos de la recordada peluquería de la calle Nueva. Posteriormente, la década de los 60 trabajó en una peluquería de la calle Rosario. “En la mitad de esa época alquilé el sillón, pagando al día ocho duros y ya me abonaba yo la Seguridad Social”. El negocio estaba junto al bar Tritón, futbolero por excelencia, y Calzados Bambi. “Por la peluquerçia pasaban jugadores del Cádiz como Acedo, Soriano, Mané... y el presidente, Márquez Veiga”, evoca. “Allí estaba yo muy a gusto, había un gran ambiente, y cuando llegué a Cruz Roja se me cayeron dos lágrimas. No pasaba casi nadie. Menos mal que después se animó el negocio”, reconoce. De aquellos tiempos recuerda que con la moda beatle “no había un joven que se cortara el pelo”. Para contrarrestar este efecto Nicolás, otro mítico peluquero de la ciudad, “trajo a Cádiz el esculpido a navaja”.

Una foto de la peluquería en los años 80 con Manolo Gómez en acción. Una foto de la peluquería en los años 80 con Manolo Gómez en acción.

Una foto de la peluquería en los años 80 con Manolo Gómez en acción.

En diciembre de 1969 se entregaron los pisos de la calle Cruz Roja Española donde hoy se ubica la peluquería y poco después, el 6 de agosto de 1970, en un bajo abría Manolo el negocio. “Compré el local y luego le adosé el garaje trasero”, relata. Al principio se llamó peluquería Mapyl. Hoy, simplemente peluquería de caballeros. Y más clásica no la hay. “Las modas en las barberías vienen, te llenan y luego te dejan vacío. Mantenerse es lo más difícil y yo lo he conseguido. Siempre hice lo que el cliente demandaba”, argumenta. Asegura que las nuevas peluquerías nunca le hicieron competencia “porque mi clientela siempre fue fiel”. Y habla de un ATS que vive en Jaén y que cuando viene a ver a la familia se corta el pelo en lo de Manolo. “Se echó a llorar el otro día cuando le dije que me jubilaba”, explica. Como muestra de la fidelidad, un botón: “José, un hombre de 94 años, viene a cortarse el pelo desde la calle Pericón de Cádiz, en La Viña. Y viene andando”. Casi nada. También echarán de menos a Manolo “muchos médicos del Puerta del Mar”.

"Las modas en las barberías vienen, te llenan y luego te dejan vacío. Lo difícil es mantenerse ”

En las paredes, fotos promocionales que llevan allí sus años. “No las quito porque todo vuelve”, reincide. La pasión por su oficio se demuestra en un torrente de palabras que explican muchas cosas curiosas. ¿Para qué sirve el babi blanco? “Con el fondo blanco puede verse bien la cabeza del cliente en el espejo. El pelo se confunde si el peluquero tiene ropa oscura”, dice.

Los muebles están hechos por él, de los años 80. “Soy un manitas”, dice mientras nos conduce a una alucinante trastienda donde se dedica al bricolaje en sus ratos libres. “Le echo mano a todo. Albañilería, fontanería, carpintería, tapicería... lo que haga falta”, indica. El pequeño san Martín de Porres, patrón de los peluqueros además de los barrenderos (por eso se conoce también como Fray Escoba), que luce en una pared tiene la misma edad que la peluquería. En otra pared, un cuadro muestra las monedas del primer pago en euros que le hizo un cliente el 2 de enero de 2002. Concretamente 7,21 euros, 1.200 pesetas al cambio.

La jubilación lleva el nombre de Daniel, su primer nieto, que tiene poco más de dos meses. Manolo se dedicará a disfrutar del pequeño y ya intuye que le caerán “algunos marrones”. Pero sobre todo, le toca disfrutar de un merecido descanso.

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