"¡Señora, usted si no está acreditada, no puede estar aquí!". Los agentes de la Policía Portuaria se les acumula la tarea para echar a los curiosos. Durante el mes que ha estado hundido el barco mucha gente ha querido ir a hacerse una foto de unos restos de la cubierta flotando. Evidentemente, la prohibición de acceso al puerto se cumplía a rajatabla y los deseos se quedaban en eso.

Mientras que la mujer acompañada de su hijo intentaba evitar la vigilancia sin éxito una vez tras otra, uno de los agentes comentaba coloquialmente que el Vapor lleva 50 años en el Puerto de Cádiz y nadie se hacía una foto y ahora que se ha hundido todo el mundo quiere inmortalizarlo. La miseria atrae más que las alegrías.

Alegría es la que había ayer en el chiringuito situado en el interior del muelle en las cercanías de donde se estaba haciendo el reflotamiento. Mucha gente pidiendo tapas y raciones. Uno de los clientes asiduos, portuario, le decía al propietario que va a tener que hundirse el Vaporcito todos los días por el público que había.

Los periodistas fueron conducidos a una rampa ro-ro situada a unos cuantos metros del corazón de las operaciones. Con chalecos reflectantes amarillos había unos 25 profesionales de distintos medios. También algunos colados que vieron el truco del chaleco y se hicieron pasar por fotógrafos.

No sólo había curiosos entre los ciudadanos de a pie, sino que por la zona aparecieron diversos trabajadores portuarios, guardias civiles, camioneros y de otros gremios, algunos de ellos con cámaras en la mano para inmortalizar el momento.

Y cuando el Vaporcito empezó a marcharse, en uno de los transmisores se escuchó a alguien cantar con cierta sorna la copla de Paco Alba dedicada al Vaporcito.

A partir de ese momento ya no habría más fotos, ni más miseria que buscar. Desde ayer por la tarde se encuentra en Navantia San Fernando y poco a poco dejará de aparecer en los medios de comunicación y la calentura política del momento irá dejando paso al olvido.