Llega la tercera gran revolución urbana en Cádiz en el último siglo
La ciudad se juega mucho con los proyectos que la unirán de nuevo con el muelle y su relación con el mar
El soterramiento solventó parte de los errores en la expansión de extramuros
La Bahía de Cádiz como una ciudad, una fórmula para mejorar la vida de 400.000 personas

Cádiz da ya el primer paso para afrontar la que será su tercera gran revolución urbanística en los últimos cien años.
Si siempre se ha tenido claro que las épocas de mayor esplendor de la ciudad nos han llegado gracias a nuestra relación con el mar, ahora esta renovación urbana que se inicia tiene una más que estrecha conexión con nuestro entorno marítimo. Es un redescubrimiento de este potencial, que teníamos abandonado desde hace ya muchas, muchas décadas.
La inminente apertura del complejo Calachica, sustituyendo a la degradada Punta de San Felipe, no es solo una apuesta potente por la mejora de la oferta de ocio y hostelería de la ciudad, en este caso de la mano de la iniciativa privada gaditana, lo que es de agradecer y de apoyar. Es el primer paso para una operación de inmenso calado en Cádiz que, bien desarrollada y ejecutada con rapidez (el siempre problema de la lentitud de la burocracia), nos podrá situar en la primera fila de las capitales preparadas para afrontar los próximos años y décadas con éxito.
Visto el proyecto de Calachica, cuya apertura se anuncia para el próximo 21 de junio, este se convierte en la puerta de entrada a parte de los 300.000 metros cuadrados de antiguo suelo portuario que se convertirán en un polo de desarrollo peculiar para Cádiz, conectado directamente con trama urbana del casco antiguo.
La Autoridad Portuaria ya trabaja en esta auténtica revolución urbanística que va a cambiar la imagen de esta amplia zona de la ciudad.
Por lo pronto, el espacio hostelero y de ocio que ahora se termina de construir en la entrada de La Punta va a permitir descubrir una nueva visión de toda la Bahía, espectacular y única. Además, sustituyendo al botellódromo de la ciudad, degradado desde hace años. Un antes y después para Cádiz, un paso decidido por una ciudad moderna en todas sus ofertas
Un plan global que, también, va a llevar a la ciudad a pie del mar con la integración del Muelle Ciudad en el casco histórico. Aquí ya avanza la APBC, con una remodelación que se va a iniciar a muy corto plazo.
En el suelo del muelle de contenedores, cuando este se traslade a su nueva ubicación alejada del centro urbano, se completará esta expansión de la ciudad, que nadie podía imaginar hace unos años.
Un plan que debe tener las ideas muy claras
Un suelo que por su amplitud y su potencial necesitará tener muy claro no solo sus usos, si no también la garantía de calidad y futuro de lo que pueda llegar.
La última década ha visto pasar por delante infinidad de ideas sobre qué hacer en este suelo. Incluso estudiantes de arquitectura de facultades de otras provincias han analizado propuestas tan alejadas de la realidad como su conocimiento de la propia idiosincrasia de la ciudad. Otros especialistas han dado multitud de ideas, desde los defensores de la construcción de viviendas en este terreno a los que consideraban que debía tener un uso industrial centrado en la náutica.
En este tiempo se han caído proyectos de hoteles de calado, de cinco estrellas a ubicar en la antigua Ciudad del Mar, hartos sus promotores de esperar el visto bueno del Consejo de Ministro; también está sobre la mesa de la APBC un macroproyecto de ocio y cultura relacionado con el mar. Una inversión millonaria sobre cuya capacidad de financiación, y por ello de hacer realidad lo propuesto, ya está analizando la administración portuaria.
Más ágil irá, sin duda, la construcción de un gran aparcamiento en altura que conectará el viejo muelle de contenedores con el paseo superior de La Punta de San Felipe. Como lo desarrolla la APBC, es una garantía de ejecución a corto y medio plazo.
Pero más allá de ello, la ciudad no está en condiciones de agotar más tiempo, que aquí se cuenta por años, para ir concretando usos para este enorme espacio.
Usos que deberían de estar relacionados con el propio futuro económico de la ciudad, que no es otro que el cultural, el turístico y el de ocio y náutico. Con la exigencia de calidad en lo que se proponga y en lo que se construya, como pasa en la primera operación que sale ya a la luz en el acceso a la Punta.
Las administraciones implicadas en el desarrollo de la conexión entre el Puerto y la Ciudad tienen que asumir que hay que ser ágiles en los trámites administrativos. Acumula esta ciudad demasiados proyectos fallidos o congelados en distintas zonas de la su término por culpa de los parones que se dan en algunos despachos de las administraciones.
Esta tercera revolución urbanística que afronta ahora Cádiz va más allá de la Punta de San Felipe, el espacio ya libre del viejo muelle de contenedores y la reordenación del Muelle Ciudad.
Si es evidente que buscar proyectos potentes y con garantía de continuidad y, a la vez, diseñar todo este gran espacio de la forma más adecuada para beneficio de la ciudad son dos pilares esenciales para esta operación, hay una tercera pata que no debería de quedar relegada en esta nueva visión de Cádiz y el mar.
La obligada actuación en Canalejas
El paseo de Canalejas junto a los cuatro carriles de la avenida del Puerto, funcionan hoy como un muro entre la ciudad y el muelle. Cuando se haya reurbanizado este tramo del puerto (con obras que están a punto de iniciarse), Canalejas debería de estar preparado para servir de conexión directa entre ambas partes y no de frontera entre ellas.
La semipeatonalización de la avenida del 4 de diciembre aunque muy válida debería de extenderse con una peatonalización total, unida a un uso más activo de los jardines, como lugar para eventos ciudadanos como pasaba hace décadas.
Todas estas operaciones que ahora comienzan su ejecución, o se diseñan ya sobre el papel, supondrán la mayor transformación urbanística del casco antiguo en más de un siglo (cuando comenzó en 1906 el derribo de las murallas).
Pero la ciudad ha vivido en estos cien años otras dos grandes revoluciones urbanas.
La más cercana aún está en nuestra memoria, pues se ejecutó en el tramo final del siglo XX: el soterramiento de la vía del tren.
El soterramiento del tren
Desde la expansión de la ciudad por sus extramuros, con mayor fuerza a partir de la década de los 40 del pasado siglo, el paso del tren ha supuesto un muro de separación entre los barrios cercanos a la Bahía y los ubicados en la cara de la playa. Incluso era una ruptura antes de este crecimiento urbano, pues el tren llegó a Cádiz a medias del siglo XIX.
Desde pasarelas peatonales a pasos subterráneos, durante años se intentó permeabilizar esta infraestructura. Siempre con escaso éxito. Hasta que pasó a ser una apuesta electoral.
El PSOE de finales del XX, entonces en el gobierno de la nación, defendía una actuación mínima: soterrar solo el tramo de San Severiano y adecentar el resto, que seguiría con el tren por superficie. El PP, que buscaba poner en la Alcaldía de Cádiz a Teófila Martínez, tenía claro que había que soterrar todo el trazado.
Y así se hizo cuando Martínez llegó al poder en Cádiz y, un año después, el PP en España.
El soterramiento fue una obra única. No solo porque se actuó sobre una trama urbana muy poblada, con edificios a escasos metros de la zona de obra y con el riesgo de trabajar con un alto nivel freático. Pero todo se hizo bien: ningún problema vecinal, se cumplió el calendario previsto y no se disparó el corte del proyecto.
A partir de ahí, la ciudad vio como caía un muro de más de tres kilómetros de longitud. Como a barrios separados por el tren ahora se podía acceder a pie sin ningún problema.
Se construyó la segunda gran avenida de la ciudad, con un gran parque. Se habilitaron nuevas estaciones de Cercanías y, aunque a un ritmo de ejecución mucho más lento, se abrió una vía transversal de gran valor.
A todo ello se le unió la construcción del segundo puente sobre la Bahía, conectado directamente con la Avenida y con el Paseo Marítimo.
Frente a lo que se vive en otras capitales, el soterramiento eliminó cualquier riesgo de barrios marginales. Hoy se llega de una punta a otra de extramuros con apenas un paseo de minutos. Operaciones de calado como la rehabilitación integral del Cerro del Moro o la construcción del paseo marítimo entre La Paz y Puntales (después continuada hasta el nuevo barrio de Astilleros), han creado una ciudad única para favorecer la convivencia global.
El desarrollo de los extramuros
Si el soterramiento ha sido la gran obra del último siglo, ejecutada con eficacia y bien planificada (más allá de la duda sobre los apeaderos ferroviarios demasiados grandes), Cádiz perdió su gran oportunidad para crecer de forma armonizada cuando comenzó en los años 40 del pasado siglo la urbanización de extramuros.
Concluida la demolición de los glacis, abiertos los dos arcos del frente de la Puerta de Tierra (a principios de los 50), tras la Explosión de 1947 se redactó, a través de Regiones Devastadas, el primer Plan de Ordenación Urbana de la ciudad.
Fue un documento bien planificado, dejando la zona industrial entre la vía del tren y la Bahía, y evitando grandes edificios a lo largo del naciente paseo marítimo.
El problema es que nada de ello se cumplió. Hasta la llegada de la democracia, la ciudad creció sin apenas control urbanístico. Extramuros, en muchos de sus barrios, se colapsó sin apenas equipamientos públicos y espacios abiertos.
Los grandes errores cometidos en esta revolución urbana fallida dejaron una herencia de problemas en toda la ciudad que aún hoy sufrimos.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por Ertico