No puede decirse que el transporte de autobuses urbanos sea uno de los problemas de la ciudad, a pesar de que el peculiar trazado de la misma, la falta de espacio y el complicado tráfico jueguen en su contra. Sin anomalías en la circulación, las frecuencias horarias de paso de los vehículos suelen respetarse. Y dependiendo de que el recorrido tenga vías de uno o dos carriles, la tardanza es mayor o menor.

Cinco líneas unen extramuros con intramuros. La línea 1 es la que más gente mueve. Parece que tiene muchos más vehículos y mejor frecuencia que las demás. Es cierto, pero favorecida por recorrer la avenida y tener dos carriles para elegir si se produce cualquier incidencia. Ese es el handicap de otras líneas como la 2 cuando entra en el casco antiguo. Por el perímetro del mismo hay un solo carril y cualquier obstáculo hace retrasar a los autobuses. Lo mismo ocurre cuando abandona la avenida Juan Carlos I y coge por Tolosa Latour y Acacias. Muchos usuarios de la línea 2 son de la tercera edad, decayendo por la tarde el número de usuarios. Es el trayecto más sinuoso de los cinco, de una punta a otra de la ciudad. Unos 40 minutos de recorrido total que dentro de un autobús se hacen eternos.

La línea 3, la de la Barriada de la Paz, está considerada entre los trabajadores de Tranvías como la más tranquila y la que menos público lleva. Por su parte, la línea 5, que une la Zona Franca con la plaza de España, cumple con la frecuencia hasta que se desvía, retrocediendo por San Severiano y dando la vuelta a El Corte Inglés, para recoger usuarios en Astilleros. Luego, la carretera industrial, con una única parada si alguien se baja en la factoría naval, hecho poco común, le hace aligerar la marcha. Esta línea suele ser la que más retrasos acumula. Es la única forma de conectar en autobús a Astilleros con el resto de la ciudad, a la espera de la línea transversal. Para ir a la playa, los vecinos de este barrio deben resignarse a rodear el centro comercial y hacer la caminata o coger el 5, bajarse en la plaza de España y hacer transbordo en el 1. No es, evidentemente, un plan cómodo.

La 7 se nutre de los estudiantes y en verano, de los usuarios de la playa. No funciona en sábados, domingos y festivos hasta verano desde las 11 de la mañana. Comenzó llamándose 'línea rápida' pero hace años que perdió el calificativo. Ha incrementado sus paradas con la del Campo del Sur a la altura de Sagasta, entre otras. No le favorece que su recorrido tenga un solo carril.

"No están mal, la verdad", comenta un conductor con respecto a los vehículos que conforman la flota de autobuses. Los problemas más comunes son causados principalmente por el adoquinado del perímetro del casco antiguo. Sufren las amortiguaciones y los botes que pega el autobús hacen, a veces, resentirse al sistema de la rampa para minusválidos, la cual se prueba cada mañana antes de salir de la cochera. Hay un desnivel importante en el Campo del Sur a la altura de la Catedral que más de una vez ha provocado el roce de los bajos de los autobuses con el suelo. Las máquinas expendedoras de bonobús se estropean con asiduidad también a causa del pavimento en mal estado, según otro conductor consultado.

El concejal de Transportes, Juan Antonio Guerrero, defiende el buen estado de las rampas. "En cuanto a los servicios que presta, solo en 2012 viajaron más de 10.000 pasajeros en silla de ruedas y más de 200.000 con coche de bebé, utilizando para ello las rampas de adaptación que obviamente y debido al uso pueden estropearse momentáneamente y se procede a su reparación", explica el edil. Las averías son "puntuales" y no interfieren para afirmar que Cádiz "puede presumir de ofrecer un buen servicio a este respecto". En relación a los horarios, Guerrero destaca que "no puede tratarse de una ciencia exacta si tenemos en cuenta lo difícil que es controlar que haya más o menos tráfico. Y las horas punta son igual de complicadas en cualquier ciudad".

Queda pendiente en el servicio de autobuses la implantación de la tarjeta recargable que sustituirá al bonobús actual. Esta iniciativa lleva un retraso de tres años, a pesar de que los vehículos cuentan con las máquinas ya instaladas. Esta tarjeta permitirá el acceso al autobús tras pasar por una especie de escáner, dejando atrás las incomodidades que presenta la tarjeta de cartón actual, que se dobla impidiendo su visado o el registro visible del viaje.