La epidemia de cólera provoca más de un millar de muertes

A finales del siglo XIX se editaron folletos para evitar el cólera. / Archivo Diario De Cádiz
19 De Noviembre De 1885 Diego Joly

13 de marzo 2017 - 02:01

N mayo de 1884 un buque procedente de Tonkin propagó el cólera morbo asiático a las ciudades de Tolón y Marsella, propagándose a Nápoles y posteriormente a España. En Cádiz comenzó la epidemia en el barrio de San José, siendo la primera víctima la niña Carmen Navarro, que vivía en la calle Adriano, número 3, habiendo muerto el 1 de agosto de 1885.

La primera población afectada de la provincia fue Puerto Real.

A finales del siglo XIX gran parte de España se vio invadida por la enfermedad

Las autoridades ordenaron el acordonamiento de la población, impidiendo hasta que los trenes se detuvieran allí. Fuerzas del Ejército vigilaron caminos y carreteras, mientras que la Marina establecía el correspondiente bloqueo marítimo. Mientras tanto el Ayuntamiento de Cádiz, bajo mazas, salió en procesión para recoger las imágenes del Nazareno y de la Virgen del Rosario y llevarlas a la Catedral. Las autoridades, mientras tanto, alertaban a la población del peligro de la epidemia. Para combatirla era necesario mucha higiene y abundante alimentación, lo que no era posible encontrar en la mayor parte de los barrios de la ciudad. Se pidieron socorros al Gobierno y se abrieron suscripciones públicas. En agosto de ese mismo año aparecieron los primeros casos sospechosos en los extramuros. Las autoridades llamaron a los directores de los periódicos de la ciudad para que silenciaran el asunto a la espera de poder controlar la epidemia, lo que no fue posible. En septiembre de 1885 la autoridades declararon oficialmente la existencia de cólera en Cádiz. En apenas dos meses, se producirían en la ciudad 1.388 casos de cólera y 554 fallecidos.

Médicos de esta ciudad creen conveniente hacer constar que tanto en el hospital de San Juan de Dios, como en la cárcel, cuyos edificios se encuentran, por decirlo así, enclavados en uno de los barrios más castigados por la

epidemia, a pesar del gran número de asilados en ellos, no hubo invasión alguna de cólera debido no sólo a la observancia de una buena higiene, sino más que nada a su completo aislamiento; que el mayor número de invasiones ocurrieron en individuos de las clases necesitadas, siendo contados los casos en las acomodadas.

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