Los debates innecesarios en el Pleno de Cádiz
Propuestas repetidas, mociones dirigidas al Gobierno, enmiendas de sustitución o discusiones que se alargan en puntos aprobados por unanimidad espesan la conversación
El apoyo unánime del Pleno de Cádiz a los pensionistas de La Viña por el cierre de su sede deja un debate innecesario
La conversación pública es sagrada. Para evitar suspicacias, empecemos con la frase que debería estar tallada en piedra en cada Ayuntamiento a lo largo y ancho de este país. La conversación pública, el debate entre los diferentes grupos políticos que conforman el arco plenario que custodia el poder popular, es esencial, vital, en toda democracia que se precie; pero con ese mismo mimo también debería ser tratado por los partidos en los que la ciudadanía ha depositado su confianza. Conviene recordarlo, sí, sobre todo, después de más de cinco horas de una charla espesada por debates innecesarios.
Propuestas enlatadas, que se repiten mes tras mes por conveniencia o por incumplimiento, asuntos que trascienden a la operancia de la administración local –“¡instamos al Gobierno!”, “instamos a la Junta”, no se insta al Consejo Europeo de puritico milagro–, enmiendas de sustitución que esquivan debates y votaciones incómodas... Con demasiada (y preocupante) frecuencia, esta retahíla de recursos colonizan el orden del día de los Plenos municipales de una ciudad a la que se le acumulan las tareas pendientes.
La conversación de este mes de noviembre, la conversación que se produjo este jueves, se puede erigir como muestra (que sí, que ha pasado siempre, que sí, que no es nuevo, que sí, que desde todos las bandas, ¿pero habrá que contarlo, ¿no?) de este extrañamiento que los ciudadanos interesados por el ritmo de los latidos de la ciudad sentimos al seguir un Pleno al completo.
No, el problema no es la duración, que el tedio no acecha en las horas, sino en las palabras. Que es la escasa voluntad de construcción y, hasta diría, de sentido práctico las que secan los labios y taponan los oídos.
¿Qué avance supone que el grupo municipal popular presente cuatro mociones –¡sus únicas propuestas de este mes!– instando al Gobierno de la Nación por tal o cual asunto?
Ni la bajada de la cuota de los autónomos, ni el problema con las pulseras antimaltrato, ni la planificación eléctrica estatal 2025-2030 se van a arreglar en la discusión del Pleno de Cádiz. De la financiación del programa Corresponsables, puestos a instar, instemos a la Junta.
¿De qué nos sirve averiguar quién gestó el South, si PP o Adelante, o confrontar en una propuesta (que el festival se quede en Cádiz) en la que todos los grupos terminan votando a favor, como en otros tantos puntos?
¿Pegaba una enmienda de sustitución al apoyo a los usuarios del centro de jubilados de la calle de la Rosa?
¿Qué impresión se da a la ciudadanía si en asuntos de verdadero interés –la vivienda y la limpieza–no se entra a debatir las propuestas concretas y los discursos navegan entre los lugares comunes y las armas arrojadizas poniendo, de paso, en tela de juicio la honestidad de una asociación?
¿De verdad es necesario que un edil de AIG mandara a los populares a terapia; y el alcalde a comprarse un casco a un miembro de Adelante?
Por mi profunda fe en las instituciones y en cada uno de los partidos que forman nuestro arco plenario –que en Cádiz estamos a salvo de partidos nostálgicos – sí, siempre, al debate. Al debate necesario.
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