Las claves y las dudas del caso contra el obispo de Cádiz
La denuncia contra el obispo por presuntos abusos, la gestión que ha hecho la Iglesia de ella y el juicio público al que ya se ha sometido Zornoza provocan una gran desazón en la diócesis
La Iglesia de Cádiz espera concretar su futuro
Dolor y silencio. Estas pueden ser las palabras que mejor definan el estado generalizado de una diócesis que estos últimos días deambula desorientada, que ha recibido un mazazo por el costado que nadie pensaba que podría recibir un golpe, por donde más duele en todos los sentidos. La denuncia presentada contra el obispo, Rafael Zornoza, por unos presuntos abusos sexuales que habría cometido sobre un menor hace más de 30 años cuando era sacerdote en Getafe está generando tanto dolor como dudas va dejando un caso que tiene múltiples aristas.
Una denuncia elevada directamente a Roma, unas decisiones en el Vaticano que generan cierta controversia, una reacción social que en buena medida deja mucho que desear y hasta una enfermedad de la que hasta ahora no había noticia. Una serie de claves que conviene analizar y que marcan, como manifiestan diversas voces consultadas, el estado de ánimo actual que vive la Iglesia gaditana, a la espera aún de saber cómo el Papa resuelve esta situación.
La denuncia
Más allá de la credibilidad que tengan o no los hechos denunciados por un exseminarista de Getafe, que es lo que está investigando ahora el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España, entre los fieles consultados llama la atención que se haya producido más de treinta años después de que supuestamente ocurrieran esos hechos; el silencio durante todo este tiempo en el que Zornoza fue elevado primero a obispo auxiliar de Getafe y más tarde nombrado obispo de Cádiz y Ceuta para terminar elevando la denuncia en esta recta final de Zornoza es algo que muchos no entienden; un pensamiento que cobra aún más fuerza si se tiene en cuenta que el caso ya está prescrito en el ordenamiento jurídico civil.
“No se explica uno, salvo que haya habido algún interés que desconocemos, que se mueva al cabo de treinta y tantos años el tema”, reflexiona Manuel Bustos, que se pregunta, “suponiendo que se confirmara la denuncia, qué sentido tiene después de ese tiempo”. “Podía haber presentado la denuncia mucho antes, pero lo hace ahora. ¿Le han animado a hacerlo? ¿Ha aprovechado una situación de debilidad y lo ha lanzado ahora?”, sigue cuestionándose este catedrático de Historia Moderna que en el tiempo de Zornoza ha ocupado diversas responsabilidades en la diócesis y ha tenido un trato cercano al obispo.
Tampoco termina de entender la denuncia en el momento actual el dominico Pascual Saturio, que cree que si esos hechos “pasaron de verdad en el seminario de Getafe, el denunciante podría haber sido capaz de manifestarlo hace mucho tiempo y no ahora, después de todos estos años”. “Es algo fuera de tiempo”, añade Saturio, que se pregunta si detrás de la denuncia no puede haber “alguien que quiere hacer un daño especial”. “Y como esto está tan a la orden el día y siempre hay que tener las armas cargadas contra los curas y obispos, pues se ha desatado toda esta tormenta”, expone.
“Da la sensación de que el denunciante está buscando perras”, dice otro feligrés consultado, recordando que la Iglesia en muchas ocasiones suele conceder indemnizaciones económicas a las víctimas de estos casos de abusos sexuales.
La actuación del Vaticano
Si la denuncia en sí genera dudas por el amplio período de tiempo que ha transcurrido desde los supuestos hechos hasta que han sido comunicados, tampoco queda fuera de dudas la actuación que hasta ahora está teniendo la Iglesia con el caso.
Vaya por delante el importante papel de la Iglesia Católica, que ante un caso que ya ha prescrito civilmente no se lava las manos ni mira para otro lado, sino que decide buscar la verdad para esclarecer los hechos denunciados.
Pero en la diócesis no se entiende muy bien que Roma haya tardado varios meses en tomar una decisión sobre la denuncia (que supuestamente se habría elevado este verano al Dicasterio para la Doctrina de la Fe) y que en ese período no se haya procedido a aceptar la renuncia de Zornoza (presentada el 31 de julio de 2024, cuando cumplió 75 años).
“Se me escapan las claves de que no se haya aceptado la renuncia a Don Rafael hace meses”, valora un fiel que prefiere mantenerse en el anonimato (como han solicitado algunos de los hombres y mujeres que participan activamente en la vida de la Iglesia de Cádiz y Ceuta). Y es que este hecho “llama la atención” de manera generalizada, ya que como apunta Manuel Bustos “no se entendería que la Iglesia haya esperado tanto tiempo para iniciar la investigación o no lo hubiera retirado como obispo antes de afrontar este caso, porque se habría evitado mucho daño” tanto al propio Zornoza, “que ha tenido que salir por la puerta de atrás”, como a la Iglesia gaditana, que es una víctima colateral de estos hechos que ocurrieron en Getafe.
La Iglesia española
Y si la actuación de Roma genera dudas, otra clave de tan desagradable asunto que ha estallado esta semana ha sido la reacción de la Iglesia española; más en concreto, de la Conferencia Episcopal; y más en concreto todavía, de su presidente, Luis Argüello (arzobispo de Valladolid), y su vicepresidente, José Cobo (arzobispo de Madrid). Ambos manifestaron tras conocerse el proceso iniciado por Roma que la denuncia tenía indicios de “verosimilitud”, lo que en el escenario abierto después de que El País destapara el asunto se ha entendido como prácticamente una condena a Zornoza, que en la misma mañana del lunes (cuando se conoció la noticia) aseguró por medio del Obispado de Cádiz que las acusaciones eran falsas.
“Lo de los cardenales diciendo que hay verosimilitud no ha estado nada acertado”, considera el presidente del Consejo de Hermandades de Cádiz, Juan Carlos Jurado. Y es que la afirmación de los dos cardenales es, en cierto modo, un perogrullo, ya que el procedimiento para este tipo de casos establece que en primera instancia si quien recibe la denuncia no ve indicio alguno de veracidad, la archiva; luego si el Vaticano ha decidido investigar es porque no descarta plenamente la veracidad de los hechos denunciados. Y a partir de ahí, la investigación en curso dirá.
Pero al hablar de “verosimilitud” tanto Argüello como Cobo, en un escenario como el que se ha generado esta semana y ante un asunto tan delicado y espinoso, esa palabra ha dado rienda suelta a esos juicios paralelos y públicos que se van desarrollando con toda voracidad y que suponen la siguiente clave de este asunto.
La presunción de inocencia
Llama la atención el tratamiento que muchos medios de comunicación, muchas voces e incluso partidos políticos y otras organizaciones están dando del escenario actual. Para ellos casi que no ha existido desde el primer momento un principio básico de nuestra sociedad democrática: la inocencia. A Rafael Zornoza se le está tratando en muchos escenarios como absolutamente culpable, cuando aún no se ha resuelto nada del caso, dañando así la honorabilidad de un obispo de 76 años de edad sobre el que solo pesa -ojo- está denuncia aislada cuyos supuestos hechos se remontan a más de 30 años atrás.
“Todo es muy raro y se están portando muy mal”, acierta a decir un sacerdote veterano de la diócesis, destinado en una parroquia de la capital, que refleja en primera persona el “dolor” que está atravesando la Iglesia gaditana con este asunto.
“Creo que el principio de presunción se está convirtiendo en el principio de acusación”, analiza Juan Carlos Jurado, abogado de profesión, que recuerda incluso que a raíz de la investigación no se han adoptado por ahora “medidas cautelares”.
“Hay una presunción de inocencia que no se ha cumplido. Este hombre ya está condenado, tiene que ser una situación terrible. Porque se le ha denunciado, pero ahora hay que demostrarlo”, analiza otro feligrés implicado en la diócesis, José Blas Fernández, que cree que todo lo que está ocurriendo “puede ser también fruto de un montón de enemigos”, observando que “se han metido a atacarlo gente que le importa esto tres pepinos”.
Esta omisión de la presunción de inocencia es una de las cuestiones que más han llamado la atención de todo lo que viene ocurriendo en estos últimos días. “Ha sido un despropósito”, lamenta Pascual Saturio, que recuerda que en la diócesis “no ha habido nunca con él ninguna cosa” vinculada a los hechos denunciados.
“No se le ha juzgado todavía, así que la presunción de inocencia debería tenerla intacta”, afirma Manuel Bustos, sabedor de que “una vez que te echan el sambenito, fíjate”. “La justicia lleva su tiempo, aunque la eclesiástica será más rápida que la civil; pero a él se le ha juzgado ya indirectamente”, comenta, valorando que en la sociedad actual cuando hay un caso que afecta a terceros “somos muy extremos, pero cuando nos toca a nosotros sí queremos ser muy cuidadosos”.
El silencio de Cádiz
En medio de tanto ruido que ha generado el caso del obispo Zornoza, otra clave es precisamente el silencio que ha guardado Cádiz durante todos estos primeros días. Llama la atención que prácticamente nadie haya alzado la voz en defensa de Zornoza, o al menos haciendo un llamamiento hacia esa presunción de inocencia antes señalada. Ni el clero, ni ninguna institución u organismo de la diócesis se ha pronunciado públicamente al respecto, más allá del desacertado comunicado emitido por el Obispado a primera hora del lunes (entre otras cosas, porque no le corresponde al Obispado de Cádiz como tal garantizar la veracidad o falsedad de unos hechos que nada tienen que ver con la Iglesia gaditana).
Una de las reacciones públicas que sí han trascendido ha sido la del responsable del Instituto Diocesano de Teología, Miguel Ángel García Mercado, que en un mensaje difundido entre integrantes y alumnos de esa institución, en el que el director se preguntaba el por qué de la denuncia “si fuese verdad, cuarenta años después, cuando ya habría prescrito en la legislación civil” y pedía a los receptores de su mensaje en relación a Zornoza que “no le dejemos solo, que veamos de qué modo puede llegarle nuestro calor”. “Y os reclamo la presunción de inocencia, como pediría para mí y defendería, con uñas y dientes, si os pasase a alguno de vosotros”.
También se han conocido, publicadas por el periódico Viva Cádiz, unas declaraciones del que fuera secretario de Zornoza, Carlos Ruiz (con el que llegó a Cádiz cuando fue nombrado obispo y que se marcharía años después para seguir con su vocación sacerdotal), asegurando la integridad del obispo de Cádiz.
Y en los últimos días circula por las redes una especie de manifiesto de apoyo a Zornoza en el que se afirman cuestiones como que es imposible que el obispo se metiera en la cama del denunciante siendo menor de edad “porque un seminarista menor no duerme en el seminario, duerme en su casa, con sus padres”. También se subraya que el denunciante “habría sido expulsado del seminario y su denuncia es una actitud despechada”, que Zornoza es “un obispo íntegro que ha formado a cientos de sacerdotes que atestiguarán sus virtudes”, o que critica la actitud de Cobo y Argüello por una “falta de caridad de los mencionados, que es bastante pecaminosa y escandalosa”.
La enfermedad de Zornoza
En medio de todo este escándalo, hay que tener también en cuenta la clave de la enfermedad que padece Rafael Zornoza y de la que no se sabía nada hasta que el Obispado lo diera a conocer el lunes. Un grave problema añadido que se suma al escenario generado.
“Como médico, por supuesto que estoy esperanzado en que los tratamientos que va a recibir den la respuesta deseada con la consiguiente mejoría de la enfermedad”, traslada el delegado de la Pastoral de Salud en la diócesis, Fernando Carmona.
“No sabía de la enfermedad”, reconoce Manuel Bustos, que ante la “sorpresa y tristeza” que le ocasiona todo el asunto vinculado a Zornoza, “me pongo en su pellejo y es terrible: al final de tu carrera, ya presentada la renuncia, encontrarte con esta papeleta primero del cáncer y ahora esta denuncia que echa por tierra toda su labor, que ha sido muy importante, aunque también incomprendida”.
El futuro de la diócesis
Con el Tribunal de la Rota investigando los hechos denunciados y el obispo con su agenda suspendida, queda por ver ahora cómo se resolverá todo este asunto. Y cuándo. En los últimos días lanzaron muchos medios de comunicación, incluso a nivel nacional, una información que apuntaba al nombramiento de un administrador apostólico el viernes, lo cual terminó siendo falso. Y para mañana lunes está prevista la reunión del Papa León XIV con la comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal (con los cardenales Argüello y Cobo y su “verosimilitud” al frente, además del arzobispo de Sevilla o del obispo actual de Getafe).
“Hay una inseguridad de qué va a ocurrir”, desliza José Blas Fernández, que cree que Zornoza ya no volverá a Cádiz y que espera “que esto se resuelva pronto y el que venga lo haga bien”.
Efectivamente, todo apunta a que Roma terminará nombrando un administrador apostólico temporal, hasta que ‘encuentre’ un nuevo obispo para Cádiz, lo que permitiría a Zornoza retirarse de manera definitiva, tras un servicio a la diócesis que ha dado para mucho, y que será objeto de futuros análisis una vez se confirme que finaliza su período como obispo en activo.
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