Carlos Cano ‘en persona’ inaugura los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz
Las voces de Pasión Vega y de Juan José Téllez hicieron que el andaluz universal estuviese realmente presente en la apertura de esta 75 edición
Pasión Vega canta por Carlos Cano en la inauguración de los Cursos de Verano de la UCA
Los 75 Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz abrazan dos exposiciones de Cecilio Chaves
Con el debido permiso del rector magnífico de la Universidad de Cádiz, no fue él quien en la tórrida tarde de ayer inaugurase los 75 Cursos de Verano de la UCA. Fue el mismísimo Carlos Cano, gaditano de Granada y granaíno de Cádiz, quien lo hizo gracias a las voces de sus dos grandes mediums, la cantante Pasión Vega y el poeta, escritor y periodista Juan José Téllez. Presentados por el catedrático Alberto Romero, ambos lograron que el público sintiese que Carlos Cano estaba allí presente, en este año 2025 en el que se cumplirá el 25 aniversario de su partida.
Como hubiese resultado un poco raro que el autor de ‘Las Habaneras de Cádiz’ presentase oficialmente esta nueva edición de los cursos les tocó a Casimiro Mantell y al vicerrector de Sostenibilidad y Cultura, Gonzalo Sánchez, informar brevemente de las novedades de este año ante la imponente vista de pájaro de Cecilio Chaves que ilustra esta edición.
Pero entonces fue cuando, invocado por Alberto Romero y de la mano de los primeros recuerdos de la coplera y del poeta, llegó Carlos Cano al patio del Aulario Constitución de 1812, convertido en una especie de horno repleto de público intentando aliviarse un poco con ese ventilador portátil andaluz, que lo mismo sirve para darse fresco que para enviarse mensajes cifrados, sin importarle demasiado el calor sofocante.
Como sólo sabe hacerlo él, Téllez rememoró “el idilio de Cádiz y Granada que encarna Carlos Cano, sólo comparable como el que muchos años antes mantuvo a la inversa Manuel de Falla”. “Para él, Cádiz era un trasunto de la Andalucía universal que soñaba y tenía la intuición de que donde realmente desemboca el Guadalquivir es en el Mar del Plata y el Caribe, en esa Andalucía trasatlántica que hemos olvidado”.
El poeta, amigo personal del coplero, ensalzó su “andalucismo auténtico y autónomo bajo la blanquiverde, hoy solo reservada para los coches oficiales de la Junta, y abierto a los corazones de todos los andaluces”. “Carlos –dijo Téllez– proclamó y defendió esa Andalucía universal, fiel sus raíces y a sus compromisos, como un amateur del andalucismo, que, como en el amor, es mejor ser amateur que profesional”.
“Fue el progre que reivindicó la copla –”¡cómo va a ser franquista la copla, si mi abuela, republicana represaliada, me cantaba ‘Chiclanera”, decía– y fue quien rindió honores a sus maestros a y a sus maestras, desde Violeta Parra a María Dolores Pradera. Fue el andaluz que no se contentó con denunciar los excesos que el poder comete con su tierra, sino que pensaba en una Andalucía solidaria, que lo mismo está en Srebrenica, en plena guerra de Los Balcanes, o en Argelia, junto a una mujer perseguida por el integrismo y por el Frente Nacional. O en la Cuba de los niños, en el que fue su último proyecto discográfico en una tierra que perdió sus sueños y se quedó con las pesadillas”.
Carlos Cano continuó manifestándose a través de Pasión Vega y su interpretación de la ‘La reina del blues’, del disco que dedicó a Billy Holiday, magistralmente acompañada al piano por Jacob Sureda, previos contextos por parte de Téllez. La gaditano malagueña fue abducida por el coplero de Granada con ‘Romance a Ocaña’, se fundió con él en ‘María la Portuguesa’ y resultó absolutamente poseída con las ‘Habaneras de Cádiz’, que compartió con el público, y ‘Abril para vivir’.
El cénit de la comunión lo alcanzaron Pasión Vega y Téllez con un delicioso y estremecedor ensamblaje de ‘Ojos verdes’ y el lorquiano ‘Romance sonámbulo’ y se cerró con ‘Soy del Sur’, con letra de Antonio Martínez Ares.
Puede que fuese el resultado de un conato de golpe de calor, pero hubo quien sintió en sus oídos el susurro grave, vibrante y melancólico, con ese elegante acento andaluz oriental, de Carlos Cano. Y hubo hasta quien notó una de sus manos en el hombro.
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