Cádiz

Se busca una mesa libre

  • Hosteleros y comerciantes coinciden en que el aluvión de turistas les está salvando el verano

La ‘tradicional’ fila de clientes esperando mesa en la freiduría Las Flores.

La ‘tradicional’ fila de clientes esperando mesa en la freiduría Las Flores. / Miguel Gómez

Hay turistas por todas partes. Muchos. Tantos que estos días el centro de la ciudad es un hormiguero a ciertas horas de la mañana y la tarde. Viandantes de dos velocidades. Los visitantes, con parsimonia, para no perder detalle. Los nativos, los gaditanos, ocupados en sus quehaceres diarios. El casco histórico luce un ambiente a niveles de antes de la pandemia. ¡Y sin cruceristas! Hay ganas de disfrutar y los bolsillos están más rumbosos. Por lo que hemos pasado y por lo que no sabemos que pasará. Este verano, en Cádiz, que le quiten lo bailao a quienes nos visitan y a los gaditanos que se lo pueden permitir.

Es jueves. Mediodía. En la calle Ancha Juan Antonio Gaviño vende un cupón de la ONCE a una joven pareja. El acento les delata. De Despeñaperros hacia arriba, seguro. “Llevamos así todo el verano, pero sobre todo en agosto”, apunta el cuponero-comparsista. En la plaza de San Juan de Dios, poco antes de la una de la tarde coexisten cinco grupos de turistas, cada uno con su guía. Se presentan diciendo sus nombres y sus procedencias en la esquina con Plocia. El guía comienza por lo esencial: los 3.000 años de antigüedad. Todo un clásico.

Otro grupo se planta ante la Catedral y el guía explica cómo el viento y el mar erosionan históricamente la piedra del templo. En el interior del Mercado Central, una guía relata a sus turistas las bondades culinarias, y autóctonas, que allí se venden. Queso payoyo, pescado, carne de retinto... Lo de este mercado, la Plaza de toda la vida, es digno de mencionar. Compras... y fotos. Pijotas y cazones que estarán para siempre en carpetas de ordenador y tarjetas de memoria de miles de personas. El recinto ha registrado en julio, según la máquina cuenta personas que maneja Cádiz Centro Comercial Abierto, la visita de 214.397 personas, con una afluencia diaria de 9.525.

La estrechez de la calle Compañía incrementa la sensación de la avalancha de turistas. Es difícil encontrarse a alguien de Cádiz, pero alguno hay. Dani Merlo, por ejemplo. Comercial de una empresa de distribución de alimentos y bebidas, nos pone en la pista sobre el sector más beneficiado por este aluvión de visitantes: la hostelería. “Están funcionando a tope y he notado un verano más fuerte que el anterior a la pandemia. Desde mayo hay mucho movimiento”, destaca. Encontrar mesas libres en ciertas zonas del casco histórico y el Paseo se ha convertido en una odisea si no tienes reservas. En algunos chiringuitos, las listas te dan cuelo hasta dos semanas después. Las reservas impiden a muchos, gaditanos sobre todo, salir solamente a tomarse una cerveza. No hay hueco. Jose Canseco, del bar An Cá Lidia, en el exterior del Mercado, admite que el verano “va mejor de lo esperado, a veces un poco sobrepasados. A pesar de las restricciones de espacio, sin interior ni barra. Habría gente para llenar más”.

Dentro de la Plaza, en el Rincón Gastronómico, cuenta a la hora del vermú Nacho Soto, de Sherry Wines Shop, que agosto “está siendo una locura”. Y es que la gente “tiene ganas de gastar y viene a disfrutar tras el ahorro obligado del confinamiento”. En este establecimiento predomina el turismo nacional, aunque sin desdeñar al turismo extranjero. “Más de lo que se preveía sin poder contar con los cruceros, sobre todo británicos y franceses”, apunta.

Antonio de María, presidente de Horeca, admite que “sin duda está siendo un mejor verano que el anterior en la hostelería, pero debido a las limitaciones de aforo hay menos oferta y es complicado encontrar mesa. Nos condiciona mucho tener que cerrar a las 12 cuando el año pasado hasta mediados de agosto podíamos cerrar a las 3. En ese aspecto se pierden ingresos”. Lamenta además que “salen corriendo los clientes para poder tomarse una copa en un bar musical, cosa complicada porque no hay tantos para tanta demanda. A las dos cierra todo y se van los jóvenes al botellón, y esto se podría evitar ampliando el horario”. De María señala además que “de día, está funcionando mejor el Paseo Marítimo y de noche, también el Paseo junto al centro”.

Un grupo de turistas sigue a una guía por el exterior del Mercado Central. Un grupo de turistas sigue a una guía por el exterior del Mercado Central.

Un grupo de turistas sigue a una guía por el exterior del Mercado Central. / Miguel Gómez

“No es comparable a los veranos anteriores a la pandemia, pero está siendo mucho más de lo esperado”, confiesa Juan José Recio ante la puerta de su establecimiento, Deportes Bernal, en la calle Pelota. El establecimiento ha ampliado su horario tanto por la mañana como por la tarde debido al flujo de clientes, sobre todo “vascos, madrileños y extremeños”, que se suelen llevar ropa deportiva del Cádiz Club de Fútbol “e incluso del PSG”, ahora que Messi juega en sus filas. Recio espera prolongar la racha con la llegada de cruceros en otoño. “Sería ideal que dejaran entrar a los cruceristas en las tiendas”, anhela.

“Es un mejor verano que el anterior. Un repunte altísimo de afluencia de público que se manifiesta más en la hostelería que en el comercio, aunque se ha notado una mejora en las ventas comerciales, pero sin tirar cohetes”. Habla Manuel Queiruga, presidente de Cádiz Centro Comercial Abierto. Sobre el número de personas contadas por máquinas en diferentes puntos del centro, que ha triplicado las cifras de julio de 2020, Queiruga dice que aunque son “datos formidables, para nada es una cifra récord. Hemos tenido promedios más altos históricamente. Tenemos mucho margen de mejora, mínimo un 30 por ciento más de tráfico de turistas. No estamos desbordados y la ciudad tiene más capacidad”.

También respira el gremio del taxi. “El verano va mejor de lo que esperábamos. Hemos notado mucho turismo. Un mes de julio bueno y bien lo que llevamos de agosto. No como antes de la pandemia, pero contentos”, asegura Rafael Reyes, presidente de Radio Taxi. De madrugada, ante la demanda de taxis, Reyes explica que “todo el mundo se va para casa a las dos, cuando ya está todo cerrado. Y así es complicado atender pronto a los servicios. Sin restricciones de horas estaría todo más escalonado”.

Nadie tira cohetes, aunque muchos han encendido ya la mecha después de las penurias de 2020. La alegría es más que moderada. El aluvión de turistas ha supuesto un bálsamo para hosteleros y comerciantes.

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