El Albayzín sufre las consecuencias del ciclón Leslie

“La tripulación nos recomendó rezar”

  • Un pasajero del ‘Albayzín’ relata su viaje de Canarias a Cádiz con un Atlántico azotado este domingo por el ciclón Leslie

  • “Ha sido un trayecto tercermundista a bordo de un buque tercermundista”

Polea con óxido en el sistema de elevación de los botes de salvamento.

Polea con óxido en el sistema de elevación de los botes de salvamento. / Javier Virués

La foto muestra una chimenea torcida, ya reparada, según Trasmediterránea. La foto muestra una chimenea torcida, ya reparada, según Trasmediterránea.

La foto muestra una chimenea torcida, ya reparada, según Trasmediterránea. / Javier Virués

Unos lo hacen por miedo al avión, otros por puro amor a la mar y otros, como Javier, optan por usar los barcos de Trasmediterránea para cruzar el charco y dar el salto desde las Islas Canarias hasta la península. En esta ocasión, Javier y su pareja necesitaban pasar el coche, por lo que se informaron sobre la posibilidad de plantarse por mar en el puerto de Cádiz en 40 horas.

Vieron la posibilidad de que, por poco más de 600 euros, podían hacer algo así como un crucerito de un par de noches y, a la vez, por el mismo precio plantarse en Cádiz.

Javier Virués dice que no repetirá. El Albayzín le hizo vivir un “trayecto tercermundista en un buque tercermundista”. “El barco era una desgracia esperando a suceder”, relataba el profesor Virués en un mail remitido a Diario de Cádiz horas después de desembarcar del Albayzín, ya en tierras gaditanas.

Embarcó en Arrecife el domingo pasado y tuvo la mala fortuna de cruzarse en su travesía con Leslie, el ciclón que ha mantenido en vilo a buena parte de España a la espera de que caprichosamente eligiera un camino de entrada en la península. El huracán provocó una peligrosa mar de fondo con grandes olas que se traducían en gigantescos vaivenes del buque de Trasmediterránea.

“Yo, al menos, era un afortunado por viajar en camarote, pero los que optaron por ir en butaca era para verlos:todos vomitando”. Pero Javier no sólo maldice la mala suerte de haberse cruzado con la Leslie más famosa de los últimos tiempos, sino que aprovecha para llamar la atención sobre diversos aspectos del buque Albayzín, botado hace ahora 24 años.

Pero lo hace no sin dejar de criticar la falta de información a bordo sobre el azote de Leslie. “No hicimos el simulacro de evacuación que exige la ley, y la tripulación brillaba por su ausencia. No nos cruzamos nunca ni con el capitán ni con ningún oficial al que pedir información”.“Como mucho —relata Javier Virués– eran los camareros los que nos daban consejos tan desoladores como que lo mejor era rezar”. Y eso hicieron los viajeros más creyentes, a la vez que a alguno se les escuchó decir que “a lo mejor era más seguro tirarse por la borda y llegar a nado antes de quedar a merced del Albayzín”. El resto, entre los que contaba él y su pareja, optó por pasear por el barco. “Ahí nos encontramos con un buque muy deteriorado”, tal y como mostraba en varias fotos que puso a disposición de este Diario. En éstas se muestra, por ejemplo, “un mástil roto o unos equipos de descenso de los botes salvavidas totalmente oxidados y descuidados”, tal y como contó, ya por teléfono, a este Diario.

Este periódico contactó ayer con Trasmediterránea, y su director de Comunicación y Relaciones Institucionales, Juan Carlos Díaz Lorenzo, reconoció que, en esta ocasión, la mar de fondo fue “un mal aliado para el mantenimiento estético del barco”. Así enunció que el palo de la chimenea al que hace mención Javier Virués sufrió un golpe este mismo sábado, durante una maniobra en Puerto del Rosario, en Fuerteventura, con práctico a bordo. “El palo golpeó contra el brazo extendido de una grúa pórtico, al parecer debido a una avería que los prácticos de aquel puerto han reclamado sea subsanada. Para evitar que pudiera causar daños a los vehículos estacionados en la cubierta número 5, se adoptó esa medida de emergencia y durante la escala de este lunes en Cádiz se ha procedido a su reparación”, según relata Díaz Lorenzo. En cuanto al óxido apreciable en los conductos junto al palo, afirma que es algo frecuente en cada viaje, “ya que están generados por los escapes de los motores debido a las altas temperaturas que alcanzan”.

A esto le suma que “existe una programación de pruebas y mantenimiento, de obligado cumplimiento, en la que los botes se arrían y se izan y la tripulación está entrenada para ello”. En cuanto a la información sobre qué hacer a bordo en situaciones de emergencia, el director de Comunicación de Trasmediterránea cuenta que “cuando el pasaje embarca, lo primero que se hace, repetidas veces, es proyectar un vídeo en todas las pantallas de las que dispone el buque en salones públicos, sobre las normas de seguridad y evacuación, en caso necesario”.

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