Cádiz

Vendida una de las fincas de la Casa de las Cuatro Torres en Cádiz

  • El inmueble se encuentra en muy mal estado de conservación desde hace años y con escasos vecinos

Estado de parte de la fachada del número 3 de la Casa de las Cuatro Torres.

Estado de parte de la fachada del número 3 de la Casa de las Cuatro Torres. / Lourdes de Vicente

El número 3 de la Casa de las Cuatro Torres, uno de los edificios más emblemáticos del Cádiz del XVIII, ha sido vendido tras llevarse una década en el mercado inmobiliario, con varios intentos de compra siempre fallidos.

La finca ocupa la esquina de la plaza de Argüelles con la calle Fermín Salvochea, ocupando un cuarto del inmenso inmueble. Era hasta ahora la única que se encontraba abandonada, sin ningún mantenimiento y con solo dos vecinos. En 2006 el entonces grupo municipal del PSOE denunció en el Ayuntamiento el mal estado del edificio, con los espacios comunes sin luz y con buena parte de las ventanas exteriores rotas. Todo ello cuando las otras tres partes del edificio sí estaban en buen estado de conservación.

Esta esquina de la Casa de las Cuatro Torres estaba en venta desde hace años, con un precio de salida que superaba el millón de euros, teniendo en cuenta el elevado coste que tiene la rehabilitación integral de la finca. Finalmente ha sido vendida por debajo de esta cifra. Fuentes del sector inmobiliario indican que el coste de la operación ha rondado los 700.000 euros. La finca, según estas mismas firmas, ha sido adquirida por la propiedad del Hotel Casa de las Cuatro Torres, que ocupa el número 4 de este histórico conjunto. La dirección de este hotel no ha querido hacer declaraciones sobre esta operación y si ello va a suponer la ampliación del hotel.

La Casa de las Cuatro Torres se construyó entre 1736 y 1745 promovido por Juan Clat Fragela, comerciantes del XVIII que ya construyó otros edificios emblemáticos en la ciudad, como el actual centro de mayores de la plaza que lleva su nombre.

Desde 1976 está catalogado como Bien de Interés Cultural.

El edificio ahora vendido apenas tenía a dos inquilinos. Uno de ellos dejó la finca y el segundo, con un contrato antiguo, cerró un acuerdo con la nueva propiedad.

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