Francisco Piniella, rector de la UCA, no sólo tuvo palabras de agradecimiento en su discurso. También quiso dejar claro que la UCA subsiste y avanza a pesar de muchas dificultades. “El otro día veía la última película de Amenábar y reparé en la fuerza moral y la vigencia social del grito de don Miguel de Unamuno: ¡están ustedes en el templo del intelecto!”, dijo.

Piniella reivindicó la labor de sus rectores en estos cuarenta años y de todos los españoles, algunos que pagaron con su vida la defensa de sus ideales. “Pero esta universidad es fruto de una época de consenso, nacida de la transición democrática, donde todas las fuerzas políticas entendieron la importancia de la universidad como constructora de un futuro mejor y más sostenible”.

No dejó de reivindicar también el papel de su Consejo Social y su labor como puente con la sociedad para reforzar vínculos.

Por supuesto se acordó de los estudiantes, “alumnos y alumnas que pasaron por nuestras aulas. Sin los estudiantes no hay Universidad, porque, en el fondo, una universidad es sobre todo la escuela de la duda”.

Escasa inversión y contratos precarios

Recordó su crecimiento por la provincia y todos sus logros conseguidos en estos años a nivel internacional. “Y todo ello… a pesar de que España dedica en su PIB mucho menos que el resto de la Unión Europea o de la propia OCDE, a pesar de que la financiación pública de las universidades ha caído en España casi un 20% en la última década, a pesar de que tenemos, sólo en la UCA, más de 300 profesores con contratos precarios que a duras penas pueden sobrevivir, a pesar de que el 90% de nuestro presupuesto se limita a abrir las puertas de nuestra Universidad, a pagar nóminas, la luz, el agua y los gastos corrientes, a pesar de los recortes, de la burocracia por la que tenemos que pasar los docentes, investigadores y personal de Administración y Servicios. A pesar de todo, ahí seguimos con nuestra labor de servicio público”.