Toda una vida veraneando "a las puertas del Paraíso"

Antonio Porras lleva más de 60 años alojándose en el Hotel Atlántico, que considera su casa de Cádiz y el umbral de la Gloria · El derribo produce a su mujer y a él "una pena enorme"

El matrimonio formado por Antonio Porras y Adela Losada, ayer en la terraza de la habitación 337 del Parador Hotel Atlántico.
El matrimonio formado por Antonio Porras y Adela Losada, ayer en la terraza de la habitación 337 del Parador Hotel Atlántico.
Beatriz Estévez/ Cádiz

26 de agosto 2009 - 01:00

Su infancia son recuerdos de un hotel de Cádiz. Su infancia e igualmente su adolescencia. Su edad adulta también la componen momentos vividos en ese edificio. Un edificio, el Parador Hotel Atlántico, por el que ahora pasea su "juventud antigua". Antonio Porras Rodríguez no se considera un cliente del Parador. La palabra cliente le estorba, le molesta. Nadie se siente cliente en su propia casa y, para él, el Atlántico es "mi casa de Cádiz".

Una casa en la que este sevillano empadronado en Madrid (desde los 14 años) reside temporalmente desde 1940, cuando apenas tenía siete años. Y aunque ha faltado algún que otro verano, lleva ya 23 agostos ininterrumpidos regresando a su segundo hogar junto a su compañera de viaje, Adela Losada Gómez. Su esposa desde hace 48 años.

No hay un único porqué. Regresan cada año por varios motivos: "Estamos muy cómodos aquí". "Es un lugar en el que revivo recuerdos muy profundos de cuando venía con mis padres y mis dos hermanos". "Los empleados del Hotel son como nuestra segunda familia". "Somos unos enamorados de Cádiz y nos encanta pasear por sus calles del centro". "La gente es muy amable". "Aquí están las raíces de mi infancia, y por eso siempre me ilusiona volver. Siempre deseo volver".

Esa palabra, volver, borra por unos instantes la permanente sonrisa que asoma a la boca de este jubilado profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "Ya no vamos a poder volver. El Hotel ya tiene fecha de caducidad, el próximo 31 de octubre. Lo cerrarán ese día, luego lo tirarán y después construirán uno nuevo. Pero hasta dentro de tres veranos no estará, y nosotros ya somos mayores... Nos da mucha pena, una pena enorme. El jueves (refiriéndose a mañana) nos marcharemos ya para Madrid, y no sé si me iré llorando, pero haciendo pucheros seguro. Va a morir una parte importantísima de mi vida aquí cuando nos vayamos".

Le produce una gran congoja nada más pensar que mañana cerrará para siempre la puerta de la habitación 337, la puerta de su casa de Cádiz. Lo mismo le ocurre a su mujer, que cierra los ojos. Prefiere no verlo, no moldear ese momento con su imaginación. "Si pudieran tirarlo todo menos esa habitación y construir el nuevo hotel alrededor de ella...", sueña el joven antiguo.

Desde la terraza de su morada gaditana contempla el matrimonio todas las mañanas y todas las noches dos porciones bien despachadas de mar y Parque Genovés. "La vista es magnífica, es la mejor. Hay mar, árboles y hasta vemos la cascada. Por eso siempre elegimos la 337", confiesa Adela sin desviar la vista del horizonte. "Ahí estaba el Cortijo Los Rosales -señala Adela- ¿Te acuerdas, Antonio, cuando fuimos a ver actuar a Marujita Díaz?".

En recuerdos le gana su esposo, que le lleva ventaja en números de agostos disfrutados en Cádiz. Porras rescata del pasado la imagen de sus padres, sus hermanos y él montando en un coche de caballos a la puerta del Hotel para desplazarse hasta la playa Victoria. También rememora las tardes que pasaba, junto a otros niños, jugando en la plaza Mina. Y con igual entusiasmo rescata del pasado sus paseos por el anterior Hotel Atlántico, "el de estilo árabe". "Tenía mucho encanto ese edificio. Tenía personalidad y un atractivo enorme", piensa.

El sevillano ha sido testigo de todos los cambios que ha sufrido el Parador: una ampliación, un derribo, una nueva construcción y la posterior unión de dos edificios.

Ha presenciado la evolución de la instalación y también su deterioro, su envejecimiento. Tanto él como su esposa son conscientes de que el Atlántico está algo obsoleto. Los cuartos de baños de las habitaciones no son los propios del siglo XXI y la climatización tampoco funciona correctamente en todo el equipamiento turístico. "Pero nos da mucha pena de que lo vayan a derribar", insiste Porras.

Quizás estaría menos apenado y más ilusionado si hubiera visto una maqueta del nuevo complejo hotelero, "porque aunque me han comentado algo sobre el nuevo proyecto, no termino de imaginármelo. Otros huéspedes del hotel que llevan varios años parando aquí coinciden con nosotros. Deberían haber mostrado una maqueta". Y algunos de esos huéspedes le han comentado también su intención de pasar en el hotel la noche previa a su clausura. El matrimonio, en cambio, no está por la labor de pasar ese "mal rato" a las puertas del Paraíso.

"Cádiz, si se me permite una comparación algo cursi, es para mí como la antesala del Paraíso. Y la puerta de entrada es este Parador", se despide Antonio Porras hasta dentro de tres veranos.

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