Salvador Navarro, el hombre de los cientos de amigos
OBITUARIO
Fallece uno de los empresarios más queridos en Cádiz.
"Daría lo que fuera por escuchar una vez más solo una de las anécdotas que me sé de memoria, pero que nunca van a sonar igual. Hoy el cielo está de fiesta, y me han chivado que han traído manzanilla para recibirte".
Así terminaba la carta que Paula López Navarro publicaba en este diario en recuerdo de su abuelo, Salvador Navarro Villegas. Tati entre los suyos, que eran muchos, y que murió hace unos días a los 88 años, tras una vida larga, intensa y volcada en sus familiares y amigos. Y en sus aficiones.
Nacido en Cádiz, como sus hermanos estudió en el colegio San Felipe Neri, primero en el casco antiguo para concluir su formación en el nuevo edificio de Puerta Tierra. Después, se marchó a Sevilla, donde comenzó la carrera de Derecho. No la terminó, porque entre libro y libro se le cruzó la necesidad de ayudar a su padre en el negocio que éste tenía en Cádiz, dedicado a la exportación pesquera.
En este trabajo estuvo algunos años, hasta que entró en FOCSA, una de las grandes empresas de la construcción y los servicios urbanos de todo el país. Fue asciendo en su organigrama hasta llegar a ser delegado en Cádiz. Y después, director comercial de parte del país lo que lo obligó a trasladarse a Madrid y realizar numerosos viajes por media España. Un periodo en el que nacieron sus cinco hijos.
En sus últimos años volvió a Cádiz, de nuevo delegado de Fomento de Obras y Construcciones, aunque con un ámbito más extenso a medida que la empresa abarcaba más territorio. En este puesto estuvo hasta que se jubiló, aunque siempre mantuvo contacto con su antiguo equipo y con quienes le sustituyeron.
Un trabajo tan intenso y variado le hizo crear un inmenso grupo de amigos. Y a los que conocía por primera vez, pronto pasaban a formar parte de esta categoría.
"Cuando venía a Cádiz desde Madrid y me decía: "Vámonos a dar una vuelta por Cádiz", yo ya sabía que no iba a poder hablar con él de nada, porque todo el camino se lo pasaban saludando a uno y otro", recuerda a este diario su hermano Ramiro.
Era evidente que tenía un carácter extrovertido, que le llevó en 1996 a encarnar al rey Baltasar en la cabalgada de los Reyes Magos de Cádiz, recién constituida la Asociación que desde entonces nomina a los magos de cada año.
Como su padre, era aficionado al toreo. Muy aficionado. Llegó a formar parte incluso de una asociación que se creó en Cádiz para promover este arte. "Hasta el último momento, estando ya enfermo, le gustaba ver en la televisión antiguas corridas que tenía grabadas", cuenta su hermano, también aficionado a los toros.
Su empresa se encargaba de la limpieza urbana en Cádiz, una tarea nada fácil. Sufrió con los conflictos laborales que se repitieron en algunos años, y que supo solventar con su capacidad para el diálogo.
Menciona Ramiro Navarro las palabras escritas por Paula y coincide con ellas en su totalidad. "Tenía un carácter bondadoso. No podía vivir sin estar en contacto con la gente". Y lo mantuvo hasta que la enfermedad le venció.
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