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Puro Estrecho, algo más que buenas vistas

  • El restaurante, con unas estupendas panorámicas del Estrecho de Gibraltar, ofrece también una carta con platos originales y una decoración espectacular.

Puro Estrecho se empieza a disfrutar 5 minutos antes de llegar, cuando se recorre la carretera que lleva desde la playa de Getares, en Algeciras, hasta la zona superior de la montaña donde está el faro. Casi llegando a la parte más alta está el restaurante. A José María Alba Cabriada, 43 años, algecireño, se le ocurrió aprovechar una amplia parcela que tenía en la zona para poner un establecimiento de hostelería. El complejo ocupa 1.300 metros cuadrados que apenas se adivinan desde la puerta. Desde ella sobresale un impresionante techo a dos aguas que se eleva como si fuera el de una iglesia de las antiguas. Está cubierto con brezo, como una inmensa choza.

 

José María Alba se ha dedicado al mundo de la decoración y no cabe duda de que sus conocimientos han influido en el local. Reconoce que siente especial debilidad por la decoración de estilo mejicano y esta se deja ver en el espacio, dividido en dos plantas. En la baja hay un salón de celebraciones con capacidad para 385 personas. En la misma planta una terraza que da acceso a un amplio jardín con piscina como las de las películas de las casas de ricos, de esas de paredes blancas y sinuosas, que resaltan aún más el azul del agua. En verano ponen hamacas y una de las atracciones de acudir a Puro Estrecho es disfrutar ,después de la comida, de un baño.

Pero desde el punto de vista arquitectónico y de comé lo que más llama la atención es la segunda planta. Se puede comer en la terraza, disfrutando de las vistas u optar por un salón interior decorado con gusto y a lo grande, donde el paisaje agrada casi tanto como las vistas del exterior.

 

El arquitecto algecireño Juan de Garriga ha sido el que se ha ocupado de la construcción, mientras que Paco Damas, otro profesional también afincado en Algeciras, se ha ocupado de la llamativa decoración. Es difícil centrar la vista. A los altísimos techos le quitan protagonismo unas inmensas lámparas de más de un metro de diámetro que sirven para iluminar la estancia. A un lado, la barra, sólo para servicio de camareros ya que el local no tiene tapeo. Sirve también para exponer las tartas que se sirven para las meriendas o para acompañar a las copas. El centro de la estancia lo preside un jardín con palmeras en torno al que se extienden las mesas. Al fondo un tercer ambiente, una zona con sofás destinado a copas y con una inmensa pared con fotos de Algeciras, en blanco y negro. En el centro una gran pantalla de plasma, sólo que aquí, afortunadamente, no se aparece Rajoy, sino que se proyectan imágenes de la cocina del establecimiento.

 

Antes de entrar en lo que es comé, que es lo que nos mueve, contar otra curiosidad del local. Como celebran bodas, encima del jardín hay una especie de cabaña circular de madera, completamente aislada del resto del edificio... y ahora comprenderán lo del aislamiento. Se accede por una escalera de madera y en realidad, la especie de mirador es un dormitorio con todos sus avíos para lo que es una noche de enamoramiento: una cama cubierta por cortinas blancas así como de visillos transparentes, un baño en la misma estancia para tomar las aguas antes o después... o a la vez y ya, en una pequeña estancia separada, una ducha y un inodoro, que para esto último mejor... menos transparencias.

José María destaca que se le ocurrió esta idea para las bodas que se celebran en el establecimiento pero destaca que al final la cabaña de madera se ha convertido en un atractivo e incluso han creado un ‘pack’ romántico que consiste en un menú degustación para dos (almuerzo o cena) y después ocupar la habitación hasta el día siguiente, incluyendo desayuno y botella de champán del bueno. La comida y lo de después sale por 300 euros.

 

Nosotros comimos en el local, pero sin lo de después, pero la verdad es que la experiencia resulta también de lo más agradable. Para dirigir las cocinas de Puro Estrecho, José María ha recurrido a un profesional de prestigio en el Campo de Gibraltar, el cocinero Francisco Arminio que ya destacó con su cocina en el restaurante La Sal.

 

No hay tapas, ni sirven los platos en medias raciones. Estamos ante un restaurante, restaurante. La carta es amplia y se alternan propuestas clásicas con otras bastante más arriesgadas. Toda las presentaciones están muy cuidadas y para empezar te ponen un aperitivo de la casa. Nos inclinamos por las propuestas que nos llamaron más la atención. Para empezar un pastel de calabacines con langostinos, queso fresco y verduras. La presentación llama la atención. Es una especie de timbal, generoso de tamaño y que va decorado con los inevitables brotes verdes, tan presentes ahora en ‘lo arto de tó’. Lleva también unas huevas de estas de lumpo o de arenques que luego hacen muy buen contraste con el timbal, ya que le dan un toque de sabor que alterna con la suavidad del resto del conjunto. El plato es de los que entra solo, agradable, con los sabores bien integrados. Lo de las gambas y el queso fresco va bien, aunque en principio pueda parecer rarito.

 

La segunda propuesta que nos jamamos también llevaba su toque original. Eran unas rodajas de pulpo asado con un alioli de carabineros. El alioli se llevó, el solo, media pulguita de la que pusieron como ‘panidaje’. Venían calentitas y con un surtido de picos. De todos modos lo que más llamó la atención fue el tercer plato, un lomo de pargo, generoso de tamaño hecho a la plancha y situado sobre una original cama de tahine (guiso de la comida del Norte de África) de aguacates y escabeche de tomates. El contraste entre el pescado  y ‘los descansos’ refrescantes de la guarnición hacen que el plato sea muy comodito de comer. El aguacate y el tomate van a taquitos. También aquí hay huevas y los brotes verdes. La combinación de fruta y tomate va bastante especiada y resulta original y agradable.

 

La carta de Arminio contiene también platos con atún como un tartar o un tataki o un taco con fresas y teriyaki, la salsa que utilizan los japoneses para sus platos a la plancha. En la línea innovadora también un carpaccio surtido con atún, salmón y bacalao u otro de gambas, carabineros y langostinos. Llaman también la atención unas croquetas de jibia en amarillo que no llegamos a probar por aquello de que las barriguitas tienen unos límites de espacio.

 

Pero junto a estas propuestas innovadoras no faltan también clásicos como el atún en manteca, un plato típico del Campo de Gibraltar, un revuelto de jamón con patatas o una sopa de marisco. En esta misma línea hay arroces con carabineros y negro y una zarzuela de pescados, otro plato muy habitual de la zona y que lleva pescado de roca, almejas, langostinos y mejillones.

 

El establecimiento se esfuerza por tener opciones para todos los gustos. No falta el jamón ibérico, unas gambas cocidas o un salmorejo y una hamburguesa de ternera para los que son de comer estas cosas. Tienen también pescados del día que se oferta al gusto del cliente. Su proveedor de pescados es otro establecimiento de prestigio del Campo de Gibraltar, la pescadería de Antonio Martín, y para la infraestructura de cocinas han contado con otra empresas gaditana, Azero Equipamientos.

 

José María Alba destaca que “tratamos de realizar una oferta muy completa. Así una vez que el cliente termina de comer puede trasladarse a la zona de copas y seguir aquí, sin tener que moverse. Somos conscientes de que es un sitio al que hay que venir y de ahí que demos todas las facilidades”. El establecimiento cuenta también con un aparcamiento en las cercanías.

 

Alba está muy satisfecho con cómo van las cosas. Abrieron el 17 de abril de 2015, por lo que están cerca ya de cumplir un año de vida.

La comida para dos personas salió por 49 euros. El pastel gratinado salió por 10 euros, la pata de pulpo por 13 y el lomo de pargo por 17. El resto es el coste de pan, dos copas de cerveza y un refresco.

 

Puro Estrecho está en la calle Caracolas número 37, en la carretera del faro de Punta Carnero. 

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