Los pescadores de la Tacita de Plata aprovechan las diversas ventajas del medio para recolectar manjares marinos en los distintos puntos que la ciudad lo permite.

El Campo del Sur, La Caleta, son algunas de las zonas más frecuentadas por hombres de la mar, haciendo de la pesca una forma de vida. Las mareas rivalizan con los humildes pescadores y cuando hay bajamar, la solución es conquistar una de las muchas toscas rocas, para desde allí aventurarse a una pesca saludable de calidad.

La avenida de la Bahía, en plena Barriada de la Paz, es testigo de la construcción del segundo puente. En esta zona, los pescadores se quejan de la "abundante tierra que cae sobre el mar debido a las obras y ahuyenta a las presas y deteriora la calidad del pescado". Además, un grupo de pescadores declaraba que "esto ha supuesto la matanza de muchas crías". La llegada de este nuevo viaducto no llama la atención de los marineros, pues "es peligroso utilizar los puentes, si al Carranza no vamos, porque ibamos a querer ir al nuevo".

Uno de los constantes quebraderos de cabeza, son las inspecciones del SEPRONA, que requieren que cada pescador posea un carnet. "Está permitido que por persona llevemos dos cañas, si te ven con alguna más te la confiscan", afirmaba un hombre. En caso de no tener carnet se exponen a multas de elevada cuantía.

"El género que cojo aquí es para venderlo, no puedo dejar a mi familia sin comer", es uno de los testimonios de un modesto pescador que en el espigón de la Bahía se disponía a conseguir una buena ración de peces.