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Cádiz

El Paseo Marítimo de Cádiz se queda sin chalés

El Paseo Marítimo, con chalés y villas a mediados del siglo XX.

El Paseo Marítimo, con chalés y villas a mediados del siglo XX. / D.C.

Allí donde hay un chalé el promotor inmobiliario ve un edificio de viviendas. Es un tesoro vivir en Cádiz ciudad en una de estas residencias, como es un tesoro para los constructores cerrar la compra de estos terrenos para una nueva promoción.

A falta de suelo disponible (pues el de grandes dimensiones está en manos públicas), la construcción privada en Cádiz se concentra en su mayor parte desde hace unos años en operaciones que han implicado la compra y derribo del chalé de turno.

Así está pasando en La Laguna y con especial intensidad en el entorno de San Severiano y la plaza del Árbol, donde ha caído ya un nutrido número de este tipo de alojamientos, tan habituales en el Cádiz de extramuros en la primera mitad del siglo XX y de los que hoy apenas llegan a una treintena.

Ahora le toca el turno al Paseo Marítimo de la ciudad. En el número 17 de esta vía se ha cerrado ya la operación de venta de uno de los dos únicos chalés que quedan en pie en la franja marítima de la capital. Allí, una promotora madrileña (con otros proyectos ya en marcha en la ciudad) va a levantar un bloque de cuatro plantas con diez viviendas, con un diseño que ha estado a cargo de los estudios La Consultora Arquitectos y Arquitectura de Guardia.

La idea es derribar la vivienda antes de que termine este mes e iniciar la construcción del nuevo edificio de forma inmediata.

Con esta operación, sólo quedará un chalé habitado en el Paseo Marítimo, vecino al ahora vendido y denominado Villa Poseidón. Este ocupa una superficie sustancialmente más amplia que el que se acaba de vender, lo que permitiría un número mayor de viviendas aunque los propietarios no venden, a pesar del evidente interés inmobiliario.

Se cierra así el penúltimo capítulo de la historia de los chalés a pie de playa en la ciudad, curiosamente cuando se cumple un siglo desde que este tipo de construcciones comenzaron a levantarse, en una época en la que el Paseo no existía como tal.

Una historia de un siglo

Fue en los años veinte del siglo XX cuando desde el Ayuntamiento comenzó a promoverse la urbanización de la playa, como una apuesta turística de la ciudad. En aquel momento Puerta Tierra apenas estaba urbanizada, hasta el punto que seguían en pie los glacis de la muralla.

Ramón de Carranza, alcalde de la ciudad, pretendía crear en la glorieta donde se levantaba el primitivo Balneario de la Victoria un nuevo hotel transformando este edificio, un casino, una gran piscina y zonas de atracciones. Para ello el Ayuntamiento llegó a pedir un préstamo de 10 millones de pesetas para financiar estas obras.

Se llegó a organizar un concurso para el diseño de estos equipamientos, aunque ninguna de las propuestas gustó al primer edil. Finalmente, la operación se limitó a la construcción del hotel, con 60 habitación, y la piscina municipal que se ubicó donde años más tarde se levantaría la Residencia de Tiempo Libre.

La operación municipal incluyó la promoción de cuarenta chalés en el tramo hasta el castillo de La Cortadura. En su momento, el Ayuntamiento llegó a regalar terreno para estas construcciones, con el objetivo de acelerar su urbanización que hasta ese momento chocaba con las granjas cercanas, donde había vacas y otros animales que llenaban la zona de molestas moscas.

La construcción de las casetas de mampostería aún tardarán unos años en iniciarse, ya en la década de los cincuenta ejecutadas en varias fases, y sustituyendo a las de madera de gran tamaño que ya se montaron décadas antes.

La presencia de chalés fue sustancialmente menor en el tramo entre el Hotel Playa y la muralla de la Puerta de Tierra.

Habrá que esperar al final de la Guerra Civil para el inicio de la urbanización de Santa María del Mar, con bloques en pisos. Antes, a la altura del Hotel Playa y donde hoy se levanta el complejo Reina Victoria, el gobierno de Carranza construyó un complejo escolar que funcionaba también como colonia veraniega. Allí se llevaba en autobús a niños residentes en el casco antiguo para que pudiesen disfrutar de la playa.

La gran transformación del Paseo se produjo ya a finales de la década de los 60 y todos los 70 del pasado siglo. El bum inmobiliario levantó una barrera de edificios de gran altura, especialmente entre el Playa y Cortadura, llevándose por delante a todos los chalés allí existentes. Quedaron dos. Y ahora, solo uno.

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