LA constitución de los ayuntamientos y autonomías tras las elecciones celebradas durante el pasado año, acabó con la llegada de gobiernos de coalición entre el Partido Popular y Vox en distintos puntos de España.

La extrema derecha se metía de lleno en la gestión de muchas ciudades, entre ellas capitales de gran relevancia. Suponía un vuelco radical en todas ellas, como en Valladolid, Burgos, Toledo, Ciudad Real...

La entrada de Vox en estos municipios, tras siete meses desde las elecciones locales de 2023, ya se ha llevado por delante pasados avances sociales y de mejora de los espacios ciudadanos: supresión de políticas de igualdad, reducción de las zonas de bajas emisiones, eliminación de los carriles bici en favor del automóvil, suspensión de eventos culturales...

Estos cambios provocaron en su momento la indignación de las formaciones de la izquierda que, con la boca pequeña, se frotaban las manos ante el rédito electoral que podían lograr con estas actuaciones tan radicales.

La ausencia en Cádiz capital de ediles de la formación de extrema derecha, no evitó que desde la campaña electoral de las municipales y, después, desde la victoria por mayoría absoluta del PP de Bruno García, se lanzasen mensajes desde la izquierda, y especialmente desde los animadores “progresistas” que manejan las redes sociales, de que la ciudad iba a retroceder tras los avances logrados en los últimos años.

(Ya era una ironía hablar de avances en los dos últimos cuatrienios, años de parálisis en numerosas cuestiones).

Sin embargo, las decisiones hasta ahora adoptadas por el gobierno de Bruno García están dejando descolocada a parte de la oposición progresista, que se está quedando sin munición con la que poder atacar al gabinete del PP, más allá de las posibilidades que da la evidente lentitud con la que se está trabajando en muchos temas de la ciudad.

Así, el PP no ha dado marcha atrás en el desarrollo de la red de carriles bici de la ciudad, ni ha planteado la supresión de los mismos.

Igualmente mantiene lo ya previsto en el plan de creación de la zona de bajas emisiones, pendiente en todo caso de terminar la elaboración de las ordenanzas y poner en marcha este ambicioso proyecto, que mejorará la calidad de vida en la ciudad.

En ambos casos, el PP de Bruno García mantiene la línea ya trazada por los pasados gobiernos populares de Teófila Martínez. Cabe recordar que fue en esta etapa cuando se comenzaron a instalar los primeros carriles bici de la ciudad, y que en 2015 se dejó en herencia un plan de movilidad en el casco antiguo donde se proponían medidas incluso más avanzadas de las previstas en la ZBE elaborada por el anterior gobierno de coalición de izquierdas.

Tampoco puede sacarle punta la oposición a las cuestiones en materia de servicios sociales. Aquí, aún se está a la espera de la reorganización del servicio. Hay que recordar que Asuntos Sociales fue utilizada por la antigua Podemos y sus satélites para atacar con saña a los últimos gobiernos de Martínez. Hoy callan porque fueron incapaces de plantear una nueva forma de organización de la delegación, manteniendo lo heredado por el PP. Eso sí, antes de perder el poder movieron las sillas suficientes para que poder mantenerse en los puestos de mando de la delegación, a pesar del cambio de gobierno.

Operación demolición de Adelante en temas de mujer

Y tampoco pueden utilizar las políticas de igualdad como retroceso de los derechos en la ciudad. Aquí, incluso, Adelante sale perdiendo.

Ya el PP ha tenido que recuperar el programa Alerta (que en su día obtuvo un premio nacional, por su defensa y atención a las mujeres maltratadas), que había entrado en barrena con el anterior gobierno. No es de extrañar, pues también eliminaron los talleres de formación y otros programas para este colectivo. A cambio, eso sí, dejaron como legado en favor de la mujer gaditana la retirada del busto de Mercedes Fórmica y el banco pintado con la bandera arcoiris en la plaza del Palillero.

Otro plan municipal que Bruno García ha mantenido en pie ha sido el de la lucha contra la turistificación y el control de un desarrollo desmesurado de las viviendas con fines turísticos. Más aún, ya ha remitido a la Junta un listado de 200 VFT inscritas a lo largo de 2023 que no cumplen con la ordenanza municipal, para que se controlen. Y, como último golpe, se ha abstenido en la petición a la Junta de una tasas hotelera, cuando su mayoría en el pleno podría haber anulado esta acertada propuesta de la izquierda.

Junto a todo ello, escasos cambios en la organización del Carnaval, aunque en este caso los que entienden de esta fiesta (más bien, los que entienden del concurso de agrupaciones que sigue siendo para muchos la esencia de estos fastos), es muy difícil de tocar.

Una ciudad de centro izquierda

En todo caso, nada de esto nos debería de extrañar. Ni a nosotros, ni a Adelante, ni al PSOE.

Si se es capaz de hacer una análisis objetivo de la ideología política del Partido Popular cuando ha gobernado este ciudad, de 1995 a 2015 y desde el año pasado, está claro que ha mantenido políticas más centristas que conservadoras en la mayoría de sus actuaciones. Y progresistas en cuestiones sociales y de igualdad. Superando en algunos casos las políticas ejecutadas (cuando han ejecutado algo) del anterior gobierno de Adelante.

Tal vez sea porque esta ciudad siempre ha tenido un sesgo de centro-izquierda desde el retorno de la democracia y que incluso los últimos años el mismo gobierno de José María González acabó, para dolor de algunos suyos, con tics populistas como el apoyo cofrade y la defensa de la iniciativa privada (lease las terrazas en los bares de La Viña).