NO está la ciudad de Cádiz muy acostumbrada a que políticos de diferente ideología dejen a un lado sus intereses partidistas y se unan con un único fin: el progreso de la capital. Ha ocurrido ahora con el edificio Valcárcel, que ha pasado de ser uno de los más sangrantes ejemplos de la incompetencia pública, tras quince años de broncas que dieron al traste con una millonaria inversión privada, a la imagen que todos debían copiar de colaboración entre administraciones.

Ya hemos contado la larga historia del hotel fallido en el viejo edificio de La Viña. Dejemos a un lado este negro pasado, del que esperemos que unos y otros hayan aprendido la lección, y veamos ahora la esperanza en el futuro más inmediato.

En apenas unos meses de mandato al frente de la Diputación Provincial, Irene García ha conseguido desbloquear el incierto futuro del histórico edificio con un objetivo doble: mantener su uso hotelero y, a la vez, recuperar para la ciudad la Facultad de Ciencias de la Educación.

En esta negociación tan delicada, con la propiedad del suelo, Zaragoza Urbana, defendiendo también sus intereses, ha tenido un papel más que relevante el diputado provincial y portavoz del grupo municipal del PSOE, Fran González, que desde su llegada a la plaza de España ha tenido claro que había que buscar una solución urgente a un problema enquistado durante años.

El tener en frente al equipo directivo de Zaragoza Urbana ha ayudado a la hora de lograr un acuerdo tan beneficioso para la ciudad, gracias a la estima que esta empresa siempre ha tenido por Cádiz.

Un cuarto protagonista en este acuerdo ha sido el alcalde gaditano, José María González, que ha demostrado que tiene muy claro el modelo de ciudad apoyando la apuesta universitaria y la hotelera y poniendo a disposición de la Universidad, una vez más, suelo municipal. González ha puesto por delante de enfrentamientos ideológicos los intereses de Cádiz, por lo que hay que felicitarse y felicitarle.