La limpieza en Cádiz

¿Está limpia Cádiz?

  • La OCU saca los colores con el informe sobre la limpieza urbana.

  • En Cádiz lleva décadas siendo un problema.

  • Ahora, encima, estamos pendientes del nuevo contrato

Operación de limpieza en la ciudad

Operación de limpieza en la ciudad / Joaquín Hernández Kiki

LOS estudios que periódicamente realiza la OCU, la Organización de Consumidores y Usuarios, acostumbran a sacar los colores a las empresas y a las administraciones que se ven reflejadas en los mismos, casi siempre de forma negativa.

El último se ha centrado en un tema especialmente espinoso: la limpieza de calles, plazas y parques de las ciudades. Es una análisis que esta organización elabora cada cuatro años desde el 2007, aunque en 1995 y 2000 ya lo planteó por primera vez. Como todo lo relacionado con los servicios públicos, aquellos que afectan de forma directa al ciudadano, los resultados siempre son respondidos por los afectados de distinta forma, según salgan mejor o peor parados.

El estudio sitúa a Cádiz en la parte baja de la mitad de la tabla. 47 puntos sobre 100. La ciudad más limpia es Oviedo, con 79 puntos; la más sucia, Jaén, con apenas 31. Cádiz, además, ha perdido 10 puntos, el mayor descenso entre los municipios que están en la tabla intermedia.

La OCU ha atendido a las opiniones de los propios ciudadanos. Y éstos han dicho que lo mejor en Cádiz es la contaminación. O mejor dicho, la ‘no’ contaminación, mientras que lo peor es la presencia de excrementos caninos en las calles, el aspecto más negativo en el conjunto de las ciudades.

Junto a la reflexión de los vecinos, se aporta un dato oficial: el coste de los servicios para el Ayuntamiento. Aquí son muchos los municipios que no responden. Cádiz sí y aporta una cifra que preocupa: la limpieza tiene un coste de 93 euros por ciudadano al año.

Preocupa, o por lo menos debería de preocupar, al ser una de las cifras más altas entre todos los municipios que han informado de sus cuentas. Aquí cuesta más que en Oviedo, Bilbao o Vigo, las tres localidades más limpias y triplica a la inversión de Gijón, que está en octavo lugar.

Lo cierto es que, dejando a un lado situaciones extremas, la valoración de la limpieza de la ciudad difiere de ciudadano a ciudadano. Aquí, como en otras cuestiones, es más creíble quien tiene la costumbre de pasear por la ciudad, por toda la ciudad, que quien utiliza medios motorizados para ir de un sitio a otro. Patear la ciudad es esencial, y sobre todo, atender a su evolución urbana y a su propio mantenimiento, porque hay zonas en las que la peor limpieza está directamente relacionada con el estado del viario.

Por todo ello ¿está limpia Cádiz? O mejor dicho, ¿ha estado alguna vez bien limpia la ciudad?

El archivo de este periódico guarda artículos de hace décadas, y más de un siglo, en la que se denuncia la precariedad de la limpieza pública. Y fotografías de vecinos adecentando sus calles y plazas. Todo ello sin contar con los efectos colaterales del servicio: cuando se tiraban los desperdicios por el Campo del Sur. Hoy no se tiran, lo que no evita la suciedad perenne de los bloques.

En tiempos recientes de la democracia municipal, de la que ahora celebramos los primeros cuarenta años, hay dos etapas en las que se puede considerar que Cádiz estuvo bien limpia.

Una vez fue en el final de etapa de Carlos Díaz, que durante su mandato tuvo que afrontar huelgas en el servicio muy dura. Con Alfonso Carlos García se puso en marcha un plan especial cuya confección se abrió a colectivos ciudadanos; otra, ya con el gobierno de Teófila Martínez y con Julio Braña como concejal. Dos momentos en los que Cádiz sí fue tacita de plata.

Más allá, y en esas estamos ahora, la limpieza fluctúa según los barrios. Se nota donde se baldea a diario y donde, a veces, parece que no pasa ni un barrendero en días. Falta, en general, más agua y jabón, a la vez que falta, desde hace años ya, el adecentamiento de los contenedores. A todo ello unamos la dejadez de muchos ciudadanos y la masiva presencia de perros, una de las lacras de la limpieza urbana.

La bisoñés, por ser suaves, del gobierno local ha ido dilatando el proceso de confección del nuevo contrato de limpieza. Llevamos casi todo el actual mandato en un estado de excepcionalidad en el servicio lo cual no es bueno. Aunque, también hay que decirlo, que no vivimos en una ciudad sucia y que la ubicación en el listado de la OCU parece la correcta.

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