La Laguna: de la caza de ranas a la superpoblación
El nuevo edificio administrativo del Estadio atrae a muchas personas, lo que beneficia a los comercios de alrededor · Los vecinos están satisfechos con las últimas obras
Tanto las ranas que antes se cazaban en La Laguna como los chalets que poblaban la zona por la que había que cruzar a oscuras, cuando el tranvía llegaba sólo hasta el Balneario, han desaparecido. En su lugar se han edificado miles de viviendas en altura que ha provocado que éste sea el barrio más poblado de Cádiz, con cerca de 25.000 habitantes. Las cabras, gallinas y burros que tenían algunas de las parcelas han pasado a la historia. La Laguna respondía entonces con su nombre a lo que verdaderamente era, un terreno pantanoso que se extendía bajo el nivel del mar y que servía como zona de expansión para los que se pudieran permitir el lujo de tener un terreno donde descasar los veranos y fines de semanas alejados de la ciudad.
Pero, la ciudad saltó la muralla y La Laguna se ha transformado en uno de los núcleos más importantes de la misma con una población que requiere de muchos recursos para cubrir sus necesidades y que se evidencia en la cantidad de pequeños comercios que abundan en sus calles. Son varios los vecinos que coinciden en la misma idea: "no es necesario salir del barrio, ya que aquí hay de todo". Esto sirve también de reclamo para los vecinos de los alrededores que acuden a La Laguna al llamamiento de su oferta comercial. Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, con la construcción de las nuevas viviendas y la eliminación de los chalets, se ha ganado en la incorporación de servicios y saneamientos pero se ha perdido muchos de los árboles que daban sombra y la superpoblación también ha provocado el consiguiente problema del aparcamiento.
En las últimas décadas, desde el Ayuntamiento se ha invertido en la renovación del viario de la zona. Lugares como la plaza Reina Sofía, la plaza Bequer, la calle Goya, Alonso Cano o Santa Teresa han visto remozado su aspecto. A esto hay que sumar la incorporación de nuevos espacios como la antigua Telegrafía sin Hilos y la plaza de la también antigua Bolera, hoy plaza de La Habana.
Una de las obras recientes es la de la remodelación del conjunto de la plaza Pintor Clemente de Torres, la calle Miramar y el patio de Velázquez, 15. Este tipo de acciones son complicadas y requieren de la coordinación de la administración municipal y las comunidades de vecinos debido que muchas de estas vías son de propiedad privada y requiere de la cesión al Consistorio para poder ejecutar la reforma. La finalización de las obras ha sido del agrado de la gran mayoría de los vecinos.
Preguntando por las calles de La Laguna se puede medir el grado de satisfacción. Sonia es vecina de La Laguna, aunque original del barrio de Santa María. Mientras vigila a su hijo de cinco años que anda jugando en el nuevo castillo infantil en la plaza Pintor Clemente de Torres opina de la reciente remodelación: "Está muy bien porque antes había gente bebiendo y no había parque". Lo único que Sonia ve peligroso es la ausencia de "una valla que separe el carril de salida de los garajes de la zona de juegos".
Los niños no son los únicos que aprovechan esta nueva imagen de la plaza. Francisca y Carmen están en un banco de la plaza y a su edad no renuncian a los paseos. Francisca se muestra "la mar de contenta y ve estupenda la nueva plaza". Sólo le molesta la mala educación de algunos vecinos que, según explica, "vienen con los perros y no recorren los restos". Lo único que le preocupa a su amiga Carmen es la suciedad que se acumula los días de fútbol: "esto se llena y lo dejan todo lleno de botellas", aunque reconoce que los aficionados "nunca han creado ningún tipo de problema".
La visión de los comerciantes de la plaza también es satisfactoria. En su quiosco de prensa y revista se encuentra Sonia Varela. Su hijo pequeño corretea mientras entra y sale de la tienda para dirijirse al nuevo parque. Su opinión es clara, "esto ha venido bien a todos, vecinos y comerciantes. Al principio muchos se quejaron de que había muchos bancos y ahora no hay donde sentarse". Una de las cosas que si hecha en falta son más papeleras y no vería mal que dotaran a la plaza de más. Para Sonia, el cambio ha sido notable: "sólo con escuchar a los niños jugando es una alegría, y los viejecitos por la mañana. Antes se ponían por las tarde la gente con las litronas". En ese aspecto también ha ganado mucho el barrio que era centro de la movida veraniega durante la década de los noventa. La movilización vecinal y la posterior remodelación y vallado de la plaza Reina Sofía acabó con el insomnio.
Hay tres puntos que han resultado vitales para la vida en el barrio de La Laguna. La eliminación de la barrera que suponía la vía del tren, la habilitación del estadio Ramón de Carranza como centro administrativo y la ampliación de la oferta de aparcamientos que supone un alivio a la sasturación existente. El soterramiento del tren tuvo sus detractores que, cargados de prejuicios, veían como un peligro la incorporación y normalización a la ciudad del otro lado de la vía. Las barriadas de la Paz, del Cerro del Moro o Loreto, han hecho uso del derecho a no vivir en un gueto y conviven con su entorno con los mismos problemas y complicaciones que cualquier otro barrio pueda tener. Como se pronuncia el presidente de la asociación de vecino nuel de Falla de La Laguna, Rafael Barberi, "para Loreto ha sido una bendición y con nosotros ha habido un hermanamiento".
El estadio Carranza se ha convertido en un revulsivo que atrae a mucho público en los horarios de la administración. La acumulación de sedes judiciales y otros órganos administrativos, además de convertir al edificio en unos de los que más luz consume de Cádiz, hacen que los comercios de alrededor aprovechen la afluencia y también saquen partido al estadio. Así lo ve Ildefonso, dueño del bar El Submarino Amarillo, que describe como "por la mañana la hora del café pega muy fuerte" y reconoce que "se está trabajando muy bien". La incorporación de nuevos aparcamientos en la zona facilita la movilidad de los visitantes y la tranquilidad de los vecinos. Aunque las plazas que se ofrecen son o bien en propiedad o de pago por su uso se cubre una demanda en un barrio saturado de población. Los aparcamientos de La Bolera y Reina Sofía -de uso particular- se suman a los subterráneos de Ingeniero la Cierva, Telegrafía, la glorieta de la Zona Franca y el nuevo del estadio.
La asociación de vecinos Manuel de Falla del barrio de La Laguna muestra su satisfacción por los logros conseguidos en los últimos años. Su presidente, Rafael Barberi, comenta respecto a las obras a las que se ha sometido el barrio recientemente que "la impresión es buena porque se quitan barreras arquitectónicas, se le da anchura a las aceras y se incorporan saneamientos inexistentes". Son muchos los puntos que señala en los que se han trabajado conjuntamente con el Ayuntamiento. La eliminación de la movida fue uno de los temas que más esfuerzo costó, según Barberi, "era una exigencia que con la remodelación se cerrara la palza". Otro logro es la nueva sede, más grande, en las antiguas aulas del colegio Manuel de Falla.
Se ha conseguido que en las esquinas de las calles se facilite la visibilidad a los conductores con la ubicación de aparcamientos para motocicletas, la ampliación de doscientos puntos de luz, el estudio de las zonas de alto riesgo para los bomberos, que en un lugar tan poblado y edificios tan altos es importante, la urbanización del entorno del ambulatorio o la colocación de semáforos y otras señales en algunos puntos necesarios para el tráfico. Ahora andan a la espera de la finalización de las obras de la Martona, que se anuncian pronto y de la limpieza de los desagües de cara a las próximas lluvias para evitar sucesos como la inundación de hace dos años.
En el aspecto cultural, reconoce el presidente de la asociación, hay una carencia, pero "apenas hay locales que puedan alojar centros". Barberi comenta que "están las actividades que se hacen en la asociación y el centro Cultural el Bidón con sus talleres". En la nueva librería del barrio de Las Libreras, en boca de una de las dueñas, Ausi Raposo, tienen la intención, "en un futuro de organizar presentaciones de libros y actividades culturales", para completar esta demanda. La Laguna, un barrio en el que como dice el presidente de la asociación, Rafael Arberi: "Aquí hay de todo y todo está a mano". Salvo las ranas, que ya no quedan.
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