Cádiz

Jubilados con buena paga: el perfil vendedor

  • Muchos venden sus joyas para ayudar a sus hijos en estos tiempos de crisis económica

Persona mayor, con una buena jubilación, que necesita dinero para ayudar a sus hijos a pagar la hipoteca. Ese es el perfil de las personas que venden oro en Cádiz actualmente según algunos de los propietarios de joyerías. La crisis ha traído consigo la pérdida de muchos puestos de trabajo y la imposibilidad de hacer frente a altas cuotas de viviendas compradas a precios de nuevos ricos. El resultado es la amenaza de embargo por parte de los bancos y la implicación de los padres vendiendo bienes que no utilizan, el oro.

Algunas personas que acudan al Monte de Piedad o a otros establecimientos tienen reparos en contar su caso y prefieren no entrar en detalles. Otras, mujeres en su mayor caso, hablan pero prefieren que su nombre permanezca en el anonimato, si acaso permiten unas iniciales como referencia. Una de ellas, M.C.R., de 70 años de edad, asegura que poco a poco está vendiendo todo el oro que tiene en casa. Enviudó hace unos años y tiene dos hijos varones. “A mis hijos no les gustan las joyas y a mis nueras tampoco. No tengo nietas, así que hablé con ellos y acordamos vender todo lo que tenía. Con el dinero que recibí, unos 1.800 euros, pude cancelar la hipoteca y disfrutar íntegramente de mi pensión”. Asegura que está muy contenta de la decisión que tomó y que ni siquiera se le pasó por la cabeza la opción del Monte. “Lo que quería era desprenderme de las joyas que a lo largo de mi vida me habían ido regalando”.

Otro caso es el de F.R.C., una señora de 76 años de edad nacida en Sevilla pero que dice llevar media vida afincada en la capital gaditana. Durante nuestra conversación asegura que durante algún tiempo fue comercial de joyería. “Siempre me han gustado las joyas, pero en estos tiempos de crisis me ha hecho falta el dinero para terminar de pagar la hipoteca y vivir los años que me quedan sin trampas. Con lo que me dieron incluso pude hacer una obrita en mi casa”.

Entre los vendedores, Roberto Palomo, que regenta una joyería en la calle Drago y que tiene fama de serio en el sector, reconocía que lleva tres años en Cádiz y que actualmente las ganancias “están cada vez más repartidas. Antes era un negocio bueno pero ahora es engañoso porque muchos comerciales no ponen en sus anuncios los precios reales sino hasta donde están dispuestos a pagar”.

Roberto asegura que tiene una buena cartera de clientes y que, además de las señoras mayores que venden oro para ayudar a sus hijos o para pagar sus propias hipotecas, “las hay que se cansan de sus joyas y las venden para comprarse otras”. Reconoce que tiene un comercial en la puerta del Monte de Piedad, “como todos”, pero que “yo nunca doy precio antes de ver la pieza. Por eso hay clientes que me traen nuevos clientes. Hay que trabajar con seriedad”.

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