Balance de la Diócesis de Cádiz y Ceuta 2019

La Iglesia de Cádiz celebra cada año menos bodas, bautizos y comuniones

  • Estos sacramentos vienen experimentando una progresiva bajada de cifras que se ha acentuado en los dos últimos años

  • Las confirmaciones sí se mantienen casi inalterables

Una niña, ante la parroquia del Rosario de Cádiz tras recibir la Primera Comunión.

Una niña, ante la parroquia del Rosario de Cádiz tras recibir la Primera Comunión. / Lourdes de Vicente

Hubo un tiempo en el que las iglesias más reclamadas celebraban hasta cinco y seis bodas en un mismo fin de semana, haciendo los párrocos malabarismos para iniciar una cuando todavía los novios de la anterior se fotografiaban en la puerta. Un tiempo en el que el mes de mayo era un hervidero de niñas con vestidos blancos y niños de marinero recibiendo por primera vez la comunión. Por no hablar de los bautizos, que eran inherentes a la cuarentena de los recién nacidos. Pero todo eso parece propio de un Cádiz de otros tiempos, de una Iglesia del pasado que año tras año va viendo reducirse el número de sacramentos que celebra en la diócesis. Los datos del último balance hecho público por el Obispado certifica que las bodas, los bautizos y las comuniones siguen en caída libre respecto al número de celebraciones.

El pasado año se celebraron un 50% menos de bautizos que hace seis años, por empezar a analizar este descenso que parece imparable. 2.676 incorporaciones a la Iglesia mediante este sacramento contabiliza el Obispado en el último año, frente a los 5.395 que se celebraron en 2014.

Las comuniones también han experimentado un preocupante descenso, sumando el pasado año 3.553 en la diócesis, dos mil sacramentos menos que los que solían registrarse cada año en anteriores balances y que empeoran también el dato ya por sí negativo de 2018 (cuando se celebraron 3.940 comuniones).

El matrimonio religioso también está en crisis, habiéndose celebrado tan solo 688 durante el pasado año en toda la diócesis. Y si en Cádiz y Ceuta hay 117 parroquias, la media viene a ser una boda celebrada en cada parroquia cada dos meses. Nada que ver con los intensos fines de semana de alfombras rojas, arroz en las puertas y coches con flores en el manillar de las puertas de hace unos años.

El único sacramento, de los principales, que mantiene las cifras de años anteriores es el de la confirmación, que en 2019 recibieron en la diócesis 2.484 personas (frente a las 2.520 de 2018, o las 2.291 de 2017). De hecho, actualmente hay más confirmaciones que hace pocos años, cuando las cifras se movían en torno a los 1.500 sacramentos al año.

Las causas

Vista la evolución que viene experimentando esta actividad celebrativa de la Iglesia gaditana, la pregunta es clara: ¿por qué hay cada vez menos bodas, bautizos y comuniones? ¿Puede entenderse directamente que es debido a un alejamiento cada vez mayor de la sociedad respecto a la Iglesia y sus ritos? Lógicamente, este es un factor que está ahí, que es una realidad y que de hecho la Iglesia reconoce y viene analizando y valorando desde hace tiempo. No en vano, las cifras actuales indican que sólo se bautizan la mitad de los niños que nacen en España, un porcentaje excesivamente bajo respecto a lo que hace bien poco era normal. Pero más allá de la distancia que la sociedad está tomando respecto a la Religión Católica, hay otros factores que trasladan desde el Obispado y que vendrían a poner algo de freno a esta pronunciada bajada de cifras.

Es primer lugar, se señala el descenso de población, que en el caso de la capital viene siendo especialmente llamativo en los últimos años pero que también empieza a notarse ya en el conjunto de la provincia (compartida religiosamente con la diócesis de Jerez). Si cada vez hay menos habitantes en los territorios integrados en la diócesis, esto tiene que tener un efecto directo en el número de celebraciones.

Vinculado a esto, se señala también el descenso de las cifras de natalidad, que tendría una doble incidencia; de un lado, en la reducción del número de comuniones, fruto de ese descenso del número de nacimientos que se produjo hace unos años; y de otro, en los bautizos, nexo directo de los bajos índices de natalicios que se vienen registrando en los últimos años, con cifras cada vez más bajas.

Otro factor que señalan desde el Obispado va referido a los matrimonios. En este punto, se considera que en las bajas cifras registradas en los últimos años influye directamente el modelo actual de sociedad, en el que la familia tradicional se presenta cada vez como algo más excepcional y es también cada vez menos apoyado por las administraciones públicas e instituciones, tendentes a ‘premiar’ otros modelos de convivencia por encima de la familia en el concepto que defiende la Iglesia.

Y a todo ello se suma una clave interna del propio balance: las cifras dependen de las parroquias, que no siempre envían los datos actualizados ni tampoco lo hacen dentro del plazo estipulado para la publicación de estos balances. De ahí que el Obispado defienda que en la realidad las cifras son mayores que las publicadas en el balance de 2019. Eso sí, esta última clave es algo que se repite todos los años, por lo que el resultado no afecta estrictamente al último balance publicado por el Obispado con motivo de la celebración mañana del Día de la Iglesia Diocesana.

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