Historia de dos ciudades

Cádiz-Jerez, Jerez-Cádiz

  • Un histórico enfrentamiento infantil entre las dos ciudades impide que la fuerza de ambas sirva como motor de recuperación para la provincia

La comparsa jerezana Grumetes Gaditanos en el Carnaval de Cádiz.

La comparsa jerezana Grumetes Gaditanos en el Carnaval de Cádiz. / Julio González

A veces, muchas, los políticos van al ritmo contrario del que marcha la sociedad. Incluso, a veces también, es la propia sociedad la que da pasos en el sentido opuesto al que marca la lógica y su propio desarrollo colectivo.

Entre la multitud de peculiaridades que acumula la provincia de Cádiz en sus 7.436 kilómetros cuadrados, algunas de las cuales han sido y son trabas para nuestro crecimiento, se encuentra la frustración de algunas de sus ciudades por no ostentar el título de capital de la provincia o, teniéndolo, ver como sus vecinos tienen el poder de la economía y la población.

Se crean así trifulcas dialécticas y "odios eternos", que provocan que vivan ciudadanos que se niegan a pisar "territorio enemigo" e incluso le den vueltas al lenguaje para omitir el nombre de la localidad objeto de desprecio.

En esa situación están metidas desde hace media vida Cádiz y Jerez. La primera, la capital de la provincia; la segunda, el referente de su economía. Inmersas en un ridículo e infantil enfrentamiento que va más allá de sus equipos de fútbol o cuál es la mejor fiesta ciudadana, el Carnaval o la Feria.

En tiempos de la democracia, algunos de sus alcaldes han quedado en evidencia al trasladar al plano de la gestión este sentido de la frustración. Cada vez que se ponía sobre la mesa un proyecto de desarrollo (por ejemplo, el soterramiento de la vía férrea en la capital), no se tardaba en lanzar un dardo afirmando que afectaba en negativo al resto de la provincia.

Lo cierto es que estos celos nada soterrados han ido pasando de una generación a otra. Venir a Cádiz a comprar en su siempre potente comercio tradicional o a sus playas, era y es un sacrilegio para muchos jerezanos; como vivir en esta ciudad, que disfruta de una mayor oferta y más barata que en la capital, es un impensable para muchos gaditanos.

Recelos muchas veces producto del desconocimiento. Como aquel antiguo alcalde de la capital del vino que, hablando del problema de la vivienda de la capital, comentaba que le resultaba incomprensible que no se construyesen miles de pisos para solventar este déficit, ignorando el diminuto tamaño de la ciudad.

Cabría recordar, aunque sea políticamente incorrecto, la historia del aeropuerto de Cádiz.

Desde la década de los 30 hasta ya entrado los 50 del pasado siglo, el Ayuntamiento de la capital intentó construir un aeródromo, en Puntales, en Torregorda e incluso en algún relleno de la Bahía. Y cuando asumió que iba a ser imposible, el entonces alcalde, José León de Carranza, apoyó que la base aérea de La Parra, en Jerez, se convirtiese en el único aeropuerto de la provincia. Una buena historia para recordar y para tomar nota de lo que debería de ser la colaboración entre nuestras ciudades.

Y más en estos tiempos de zozobra, cuando ni la capitalidad da fuerzas para afianzar la recuperación tras los destrozos provocados por la pandemia, ni la fortaleza como ciudad más poblada y con más potencial económica ayuda a salir antes del duro bache.

Por eso, la imagen del alcalde de Cádiz y la alcaldesa de Jerez juntos en la sede del Ayuntamiento de la capital, apoyando proyectos culturales de uno y otro, es tan relevante. Y más si se trasladase a otros ámbitos de nuestra vida.

Aunque parezca que lo han querido obviar impidiendo la presencia de los medios de comunicación no oficiales.

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