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Cádiz

El barrio de Guillén Moreno se siente discriminado por el Ayuntamiento de Cádiz

El presidente de la asociación de vecinos, José Miguel Blanca, en la puerta de la sede de la entidad.

El presidente de la asociación de vecinos, José Miguel Blanca, en la puerta de la sede de la entidad. / Jesús Marín

Guillén Moreno se siente discriminado por el Ayuntamiento de Cádiz. El presidente de la asociación de vecinos Fermín Salvochea, José Miguel Blanca, asegura que "No se preocupan de este barrio. Ni siquiera ha venido el alcalde, ni ningún concejal, a visitarlo para interesarse por sus vecinos y sus necesidades".

Asimismo, José Miguel Blanca quiere transmitir el malestar e indignación de los gaditanos que viven en esta zona de la ciudad, "porque siempre se nos señala como un barrio donde hay mucha droga y delincuencia, pero no es así".

Reconoce que "hace 35 ó 40 años, sí había droga y delincuencia, pero eso cambió", y lamenta que se haya creado una fama que actualmente es infundada. "Este es un barrio muy familiar y nos conocemos todos. Aquí hay gente igual de buena que en otras barriadas de la ciudad, y hay muchos padres de familia que trabajan para mantener a sus hijos y, en algunos casos, también a sus nietos", manifiesta.

En cuanto a la situación de Guillén Moreno, Blanca afirma que es un barrio antiguo en el que vive una gran cantidad de personas mayores, "y muchas se han caído porque están las calles levantadas por las raíces de los árboles". Asegura que solicitaron a la Concejalía de Participación Ciudadana el arreglo del pavimento, "pero no se ha hecho nada. Todo sigue igual".

Otra petición para el barrio es el arreglo de la plaza de la Amante, especialmente los bancos y un desagüe que no tiene salida, lo que provoca que se acumule el agua. También demanda Blanca al Ayuntamiento que organice cursos de formación para los jóvenes de su barrio "y de todo Cádiz".

La calle Alfredo Díaz

Una de las reivindicaciones más importantes de los vecinos de Guillén Moreno es que se le ponga a una calle el nombre de Alfredo Díaz, el auxiliar de farmacia que falleció el pasado mes de junio por covid. José Miguel Blanca recuerda que se solicitó a finales de 2020 y se recogieron más de 2.000 firmas entre vecinos de toda la ciudad. Critica que se haya cambiado tan rápido el nombre de la antigua avenida Juan Carlos Primero y tarden tanto en este caso.

La calle elegida para que lleve el nombre de Alfredo Díaz es la actualmente llamada Pleamar, una pequeña vía que está frente a la farmacia en la que él trabajaba. "Esta calle no tiene ningún portal, por lo que no implicaría que las personas que viven aquí tengan que hacer cambios en la dirección de los DNI ni en el catastro", argumenta José Miguel Blanca.

Marian Gómez, viuda de Alfredo Díaz, trabaja en el estanco que está junto a la farmacia y asegura que continuamente, los vecinos le preguntan cuándo se cambiará el nombre de la calle. "Para mí es un orgullo muy grande. Él tenía locura con su barrio y ver el cariño con que todo el mundo responde, y comprobar que todos los vecinos lo tienen en la memoria es emocionante. La familia estamos sintiendo mucho apoyo. Me está sirviendo de terapia este cariño que nos prodigan constantemente, porque se interesan por cómo estoy y se acuerdan mucho de él".

Marian Gómez, viuda de Alfredo Díaz, en la calle a la que le quieren poner el nombre de su marido. Marian Gómez, viuda de Alfredo Díaz, en la calle a la que le quieren poner el nombre de su marido.

Marian Gómez, viuda de Alfredo Díaz, en la calle a la que le quieren poner el nombre de su marido. / Jesús Marín

Marian afirma que esto demuestra que "aquí hay gente maravillosa. Este barrio tiene mala fama pero ya no le corresponde. A día de hoy, la mayoría de las familias que viven en Guillén Moreno son extraordinarias. Si algún día vuelvo tarde a casa, ya de noche, me siento protegida cuando llego aquí. Llevo 41 viviendo en este barrio, todo el mundo me conoce y los conozco".

Cuenta que su marido entró en la farmacia con 14 años —su padre tuvo que firmarle un permiso para poder trabajar—. "Él veía las necesidades que había y era una persona muy generosa, muy humana, y empezó a hacer amistad con todo el mundo. Conocía a los vecinos por sus nombres y apellidos".

Mientras conversamos con Marian en el estanco, los clientes corroboran sus palabras.

Comenta que este año, por edad, a Alfredo le tocaría jubilarse, pero no cree que lo hiciera "porque a él le encantaba su trabajo. Siempre se volcaba atendiendo a la gente y ayudaba a todo el que podía desde la farmacia. Le encantaba el trato con la gente del barrio. Para él, todo el mundo era bueno".

Indica también que era un hombre muy alegre, "siempre estaba de buen humor. Tanto la familia como los vecinos lo echamos mucho de menos. Todavía hay gente que no se cree que ha fallecido y piensa que cuando entre en la farmacia se lo va a encontrar allí".

Destaca su naturalidad y sencillez: "Era muy campechano, nunca se imaginaría que le fueran a poner una calle".

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