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Guillén Moreno llora la muerte de Alfredo

  • Era de todo menos auxiliar de Farmacia. "Era el médico del barrio", según sus vecinos. Alfredo Díaz fallecía en el hospital de Cádiz esta mañana después de más de 80 días de lucha contra el coronavirus

El fallecimiento ha pillado de guardia a la farmacia en la que trabajaba Alfredo Díaz

El fallecimiento ha pillado de guardia a la farmacia en la que trabajaba Alfredo Díaz / J.B.

Es de los días en los que a uno le gustaría que allí arriba hubiera hoja de reclamaciones. Ha sido un error. Se han llevado a Alfredo, al médico del barrio. 

Hace muy pocas horas, la noticia corría como la pólvora y el barrio entero se echó a llorar. Paco, un vecino de Guillen Moreno de los de toda la vida, atendía a este Diario a las puertas de una frutería muy cerquita de la farmacia en la que Alfredo Díaz llevaba más de cuarenta años. "Hoy en día, con todo lo que hemos pasado con el coronavirus es difícil que algo te ponga los pelos de punta, pues sé de vecinos que han tenido hasta una bajada de tensión cuando se han enterado de la noticia del fallecimiento de Alfredo".

Dicen que era el médico del barrio. Y así le llora hoy Guillén Moreno a pocas horas de su muerte después de más de 80 días luchando contra el covid. De hecho fue una de los primeros contagiados que saltó a la prensa de manera más rápida precisamente por lo conocido y querido que era en el barrio.

"No me extraña que lo cogiera", decía Paco,  "él lo mismo te recetaba, que te curaba, que te tomaba la tensión y siempre con mucho cariño". Y es cierto, hoy ya no se le llora a cualquiera, pero la muerte de Alfredo pesa en el barrio tanto como se esperaba.

El personal de la UCI y los familiares le hacían llegar continuas muestras de cariño a Alfredo durante su hospitalización El personal de la UCI y los familiares le hacían llegar continuas muestras de cariño a Alfredo durante su hospitalización

El personal de la UCI y los familiares le hacían llegar continuas muestras de cariño a Alfredo durante su hospitalización / .d.c

Alfredo llevaba toda su vida trabajando en al farmacia junto al propietario de la misma, Modesto y otros compañeros más. Justo al lado, su mujer, María Antonia, Marian para amigos y familiares, siguió al pie del cañón a pesar de la enfermedad de Alfredo. De hecho, ella misma, su hijo y su hija, al igual que otros empleados de la farmacia se vieron también contagiados por el coronavirus pero, todos, en menor medida. La única que sí requirió hospitalización fue Marian, pero pronto logró arrancar fuerzas de donde no las tenía y se volvió a poner al frente del negocio.

Allí diariamente se podían acercar decenas y decenas de vecinos preocupados por la salud de Alfredo. Carmen Pérez, que descansaba en una silla de playa en un bazar del barrio se enteró por este Diario del fallecimiento de Alfredo. "Me dejas fría. Todos lo veíamos venir pero siempre es duro que llegue este momento". Ella misma decía que "ya nos daba hasta apuro de entrar en la farmacia a preguntarle y lo que hacía es que ya con la mirada, por encima de la mascarilla, le hacía señas a la mujer y ella me respondía con otra seña para decirme que la cosa seguían muy mal".

Cierto es que ha tenido varios altibajos, pero últimamente fue una caída al vacío que se lo ha llevado para adelante. 

Y todos, todos los consultados, coinciden en los mismo, en que Alfredo era una persona solidaria, buena, que quería a su barrio. "Era de los que entrabas y a lo mejor no llevabas la receta y te decía, no te preocupes, llévatelo y tráeme la receta en cuanto la tengas. Y lo mismo si te faltaba algo para un medicamento, te dejaba marchar y otro día se lo pagabas". 

Cuando uno muere siempre resulta que era el más bueno del mundo, pero esta vez es creíble y el barrio te lo hace pensar. La propietaria del bazar,  Assia Chaibi, que lleva ya 20 años en Guillén Moreno contaba que se enteró esta misma mañana del fallecimiento porque había visto a gente llorando por la calle.

Para todos era la farmacia de Alfredo, según Eva María, "mi suegra, que vive en el Cerro del Moro venía hasta aquí a su farmacia y fíjate si habrá farmacias entre el Cerro del Moro y Guillén Moreno".

En otro establecimiento muy cercano a la botica, Frutos Secos New York, su propietaria, Maria Carmen Pájaro, decía que "él era el médico de todos" y trajo a su memoria un incendió que arrasó hace más de cuarenta años la farmacia de Alfredo. "Nunca se me olvidará gritando en medio de la carretera porque su compañero se había quedado dentro. Pero no lo dudó ni un momento y entró en la farmacia a sacarlo como pudo". Su compañero murió al poco tiempo a resultas del incendio y dicen que Alfredo se llevó muchos días que "ni hablaba".

Alfredo Díaz ha fallecido con 64 recién cumplidos, "a  un año de jubilarse" recordaba otro de los vecinos que se arremolinó alrededor de este periodista para ofrecer su testimonio sobre el fallecido. "Y nunca estuvo malo por nada", recuerda Mari Carmen Pájaro, "sólo estuvo una vez de baja por una hernia discal. Era el primero en llegar a la tienda y el último en irse porque se quedaba allí haciendo cuentas". "Era una persona muy especial y todo el barrio llora por él" y no es sólo el testimonio de una vecina del barrio. Es el sentir de Guillén Moreno que, desde esta misma mañana se ha quedado sin su médico Alfredo.

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