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El Golfo gastronómico

  • El proyecto universitario ESPOmar, apoyado por Europa, pretende unir Cádiz, Huelva y el Algarve portugués

El mar no es una frontera, sino un espacio seguro para la navegación y el encuentro entre pueblos. Ya no quedan "embarcados" ni marineros en Cádiz. Sin embargo, la Universidad de Cádiz está liderando un proyecto europeo financiado por fondos Interreg llamado ESPOmar. La iniciativa trata de establecer una red de cooperación en I+D+i orientada al diseño de un sistema sostenible y transfronterizo de transporte marítimo-fluvial en el golfo de Cádiz.

El objetivo fundamental es crear una línea marítima regular de pasajeros que conecte Cádiz con Huelva y el sur de Portugal a través de la ciudad de Faro. Mediante embarcaciones sostenibles que generen un bajo impacto ambiental se mejoraría la conexión, hoy solamente rodada, entre dos territorios vecinos separados por el Parque Nacional de Doñana.

Habría que incluir en ESPOmar un Plan Estratégico de la gastronomía del golfo de CádizNo se trata de empezar a montar aburridas rutas gastronómicas.

Hay que darle la bienvenida a esta idea original y avanzada que deja atrás y deslegitima, de una vez por todas, la gran mentira de la carretera Huelva-Cádiz promovida en elecciones por el Partido Popular y apoyada por la patronal andaluza, habiendo sido, además, denunciado por la organización ecologista WWF.

Lo realmente interesante del proyecto que lidera el profesor Piniella es su visión interdisciplinar. Cuenta con el concurso de otros grupos de investigación del ámbito medioambiental, del transporte marítimo, de la construcción naval, del turismo, de la economía, las instituciones y las universidades de todos los territorios implicados: Huelva, Faro y Cádiz.

El propósito de esta red es también el fomento y desarrollo del patrimonio natural y cultural, contribuyendo al aumento de la oferta turística, y por ende al crecimiento económico. El turismo gastronómico es uno de los nuevos productos turísticos que ha ganado mayor dimensión en los últimos tiempos. Torres Bernier señala que hay turistas que "se alimentan" y otros que "viajan para comer". Según el gastrónomo Alfredo Saramago, en los últimos años se verificó el "surgimiento de un turismo que busca restaurantes y lugares públicos, donde se pueda comer bien, con el mismo entusiasmo con que antes se buscaban iglesias románicas".

La gastronomía debe ser abordada con una amplia mirada global, generosa, inteligente, creativa, científica, cultural, crítica y participativa. Bajo estos valores habría que incluir en ESPOmar un Plan Estratégico de la gastronomía del golfo de Cádiz que dibuje horizontes y que conecte ideas.

El golfo de Cádiz tiene un patrimonio común que debe ser gestionado con una metodología abierta, participativa y colaborativa. Se trata de crear una plataforma internacional de diferentes proyectos que fomenten la hibridación cultural para la transformación de la realidad, para el cambio. Somos una gran comunidad de personas y organizaciones que conviven en la misma lámina de agua y que tienen que establecer procesos de innovación social. Se echa de menos en ESPOMar estas ideas para que el proyecto no alimente solo la economía, el conocimiento y la sostenibilidad sino que se sostenga en valores más complejos de compromiso, de identidad cruzada, de creatividad, de tolerancia, de igualdad y de diversidad. La gastronomía y la cultura son absolutamente necesarias para entendernos en territorios legendariamente separados y, a la vez, fronterizos.

Nos sorprendería saber que la desaparecida almadraba de Tavira (Portugal), dentro del Parque Natural Ría Formosa, es un arte de pesca heredera de las célebres "almandravas" que fueron introducidas en el Algarve a lo largo del siglo XV por sicilianos y genoveses. La producción de sal, las torres almenara o la misma presencia inglesa conecta realidades paralelas. La cuenca minera de Huelva y la revolución industrial inglesa con su poderío imperial económico nos evoca, por motivos históricos diferentes, a nuestro peñón gibraltareño.

No se trata de empezar a montar rutas gastronómicas. Cuando las rutas se convierten en dogmas y son controladas por clusters culturales o empresariales pierden su esencia y se hacen muy aburridas. En Cádiz ya sufrimos unas cuantas. Sostiene la periodista Rut de las Heras que el turismo es más dañino para el patrimonio que las guerras: "Hay cantidad de ejemplos que demuestran que el hombre continúa siendo un lobo para el hombre, para su historia y sus raíces."

Se trataría de planificar el futuro de la gastronomía, de identificar a los creadores, de articular la oferta hostelera y de construir proyectos que unan el hecho culinario a la cultura, al conocimiento, a la vanguardia creativa, a la industria agroalimentaria y, finalmente y no antes, a los agentes turísticos.

El proyecto ESPOmar demuestra que desde la universidad se pueden liderar procesos de cambio social pero no solo para ponerlos al servicio de la economía y del empleo, sino para la protección del medio ambiente, la integración territorial, el transporte público limpio, para las personas y para una sociedad más diversa.

La gastronomía es un hecho cultural capaz de transformar la realidad a través de valores que promueven la tolerancia, la diversidad y la innovación. El golfo de Cádiz está llamado a ser un Golfo Gastronómico.

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