La Catedral ha conseguido en los últimos años un sistema de funcionamiento que resulta bastante exitoso: el edificio se abre a diario a las visitas, dando a conocer el valioso patrimonio que a lo largo de los siglos ha ido atesorando; y esas visitas dejan unos cuantiosos ingresos que el Cabildo destina, en gran medida, a la conservación del edificio y a la restauración de las obras de arte. Pero la epidemia del coronavirus ha dado al traste con esta tendencia que venía manteniendo el órgano gestor del principal templo de la diócesis.

La entrada de visitantes es el único ingreso que percibe el Cabildo Catedral. Y cinco meses con las puertas del templo cerradas al turismo han dejado un vacío bastante considerable en la economía catedralicia. Tanto, que la situación presente y a un futuro a corto plazo es completamente impredecible, sobre todo teniendo en cuenta que la reapertura de puertas a partir del viernes tampoco se sabe en qué se traducirá respecto a la taquilla y el número de visitas que se reciban.

El Cabildo sí ha confirmado que aquellos proyectos que ya estaban en proceso antes de la irrupción del Covid-19 seguirán su curso hasta su culminación. En este campo destaca especialmente la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, que está en rehabilitación; y también los ángeles lampareros del altar mayor, que perderán el blanco para recuperar su policromía original; o una imagen de San Francisco Javier que está restaurando José Manuel Ramírez.

El problema lo tendrá el órgano catedralicio a la hora de acometer aquellos proyectos que ya estaban en agenda y que el coronavirus ha frenado en seco. La rehabilitación de la capilla de la Asunción (la única que respeta el diseño original que Vicente Acero concibió para la Catedral de Cádiz), la restauración de la imagen del Nazareno o de las imágenes de Santa Bárbara y Santa Lucía en la entrada de la capilla del Sagrario, la restauración de las rejas exteriores de las ventanas de la Sacristía Baja, o la recuperación del monumento del Jueves Santo que se quiere exponer en la cripta son algunas de esas actuaciones que por ahora no se pondrán en marcha, al menos hasta que el Cabildo pueda hacer balance económico y que la Catedral recupere algo de pulso.

En este sentido, el deán del Cabildo, Ricardo Jiménez, recuerda que durante estos meses de puertas cerradas se ha mantenido al personal que trabaja en el templo, tanto de mantenimiento como de limpieza y de seguridad, por lo que pese a la ausencia total de ingresos se ha mantenido el gasto de mantenimiento. Todo ello teniendo en cuenta que la labor que realizan los canónigos está exenta de ayudas económicas de ningún tipo.

Por ello, el Cabildo confía ahora en que la Catedral se mantenga como el gran foco de atracción turística de la ciudad, permitiendo una recuperación económica lo más rápido posible para, de la mano, recuperar el programa de actuaciones que de manera permanente viene desarrollándose en el principal templo diocesano.