Entrevista

José María Eiros: “La primera medida de protección frente al coronavirus es la educación sanitaria”

  • El director del Centro Nacional de la Gripe de la OMS en Valladolid y miembro del comité de expertos del coronavirus en Castilla y León reconoce que no supieron anticiparse a lo que iba a ocurrir con la covid-19 y cree que en España deben tomarse medidas más globales

José María Eiros Bouza tras la entrevista en Cádiz.

José María Eiros Bouza tras la entrevista en Cádiz. / Lourdes de Vicente

José María Eiros Bouza es catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Río Hortega, director del Centro Nacional de la Gripe de la OMS en Valladolid y miembro del comité de expertos para el coronavirus en Castilla y León. Estuvo hace unos días en la capital gaditana para presentar un trabajo que ha realizado junto con su mujer, la pediatra Rosario Bachiller, sobre la pandemia de gripe de 1918 que ha sido premiado por la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz.

–Viene a Cádiz a hablar de una pandemia cuando estamos viviendo otra, no creo que sea casualidad.

–Bueno, cuando escribimos el trabajo para presentar al premio no sabíamos que iba a ocurrir una pandemia, aunque la OMS nos había alertado de que se espera una pandemia de gripe y nosotros habíamos editorializado en el ABC en el año 2017 que un coronavirus podía ser uno de los agentes causales, pero no éramos conscientes de lo que decíamos. Nunca creímos que un coronavirus podía ser pandémico. 

–¿Se aprendió algo de la pandemia de gripe de 1918 que haya servido para afrontar la de covid–19?

–Sin duda. De hecho, una de las tres partes de la exposición del trabajo que nos han premiado basa sobre las lecciones aprendidas y sobre lo que debemos de aplicar al futuro. Lo primero que aprendimos es que las pandemias de origen infeccioso paralizan la sociedad y, de hecho, es muy interesante saber que nuestros colegas americanos de hace cien años advirtieron de que el principal riesgo de la pandemia era morir de hambre. ¿Por qué? Porque las personas no se atrevían a socorrer a sus vecinos ni a llevarles alimentos o medicinas por el riesgo que conllevaba visitarles. Lo segundo es que las interconexiones en el mundo se han acelerado mucho. Antiguamente, la gente emigraba a América en barco y tardaba en llegar un mes o mes y medio, hoy en día, en 24 horas un viajero puede transportar un virus. Lo vivimos en la pandemia de gripe A de 2009: ahí tuvimos casos en México, en el estado de Jalisco, el día 24 de abril y el día 25 teníamos los primeros viajeros en Barajas. Y luego aprendimos que el trabajar conjuntamente en equipos multidisciplinares es muy enriquecedor y eso conlleva siempre enseñanzas que nos harán superar la pandemia actual como superamos la de entonces. 

–Con la covid–19, a pesar de que se estaba viendo lo que ocurría en otros países, en España se empezaron a tomar medidas un poco tarde, ¿por qué?

–En entrevistas anteriores, humildemente he reconocido que nosotros no supimos anticiparnos a lo que iba a ocurrir. Es decir, mirábamos con cierto escepticismo las noticias que emergían desde China. Quizás por un problema cultural, porque nuestra sociedad es muy distinta a la oriental. A mediados de marzo fue cuando tuvimos una conciencia nítida de lo que ocurría. Con la revista New England Journal of Medicine del 12 de marzo, nosotros entendimos que los enfermos que morían en China no solamente eran ancianos, también morían personas en edad media de la vida, y ahí, sinceramente, nos preocupamos. Y luego, hemos asistido a cuadros muy graves de afectación por neumonía en personas en edad media de la vida que, entre comillas, no les tocaba morirse y, sin embargo, ha sido dramático; y aún hoy hay muchos aspectos que conocemos pero hay otros que ignoramos. La ciencia requiere un tiempo para reflexionar, para pensar y para estudiar, y también los profesionales. Con mucha frecuencia, a los profesionales sanitarios, que vienen de una situación de mucho estrés, de seis meses de trabajo intenso, a veces con periodos muy duros laboralmente y sin periodos para el esparcimiento, para descansar, no les puedes pedir un sobreesfuerzo. Yo tengo que estudiar, es parte de mi tarea porque soy profesor de una facultad, y soy especialista y otra gente depende de lo que yo pienso. Entonces, para eso requieres tu tiempo, y a veces en nuestra sociedad, que pide resultados inmediatos, no está bien visto. 

–Usted es miembro  del comité de expertos para la covid en Castilla y León, una de las comunidades autónomas que ahora mismo está peor en España. ¿Cuál es el motivo de que haya tanta diferencia entre unas regiones y otras?

–Yo creo que lejos de tener una visión simplista, deberíamos de pensar que España es una. Y te lo digo porque he dirigido el Centro Nacional de Microbiología y he servido a España en las comunidades autónomas pero también en la administración central, y cuando uno tiene el privilegio de ver España en su conjunto, valora más. Esas diferencias por comunidades probablemente habrá que analizarlas. Muchas veces tienen que ver con el estilo de vida, con el clima, con la propia cultura e idiosincrasia local. Pero también, en la gripe del 18 supimos que entonces hubo dos vías de transmisión muy importantes en España: una norte–sur por el ferrocarril desde Irún a Medina del Campo, que está en Valladolid, y desde allí se distribuyó, y otra desde la frontera francesa hasta Andalucía, sobre todo vinculada al retorno de temporeros y personas que habían trabajado en la vendimia francesa; entonces, en el mes de septiembre, en la segunda ola, por ahí se difundió la gripe del 18, la mal llamada española, que se llamó así porque había censura militar en otros países y España contaba lo que había. O sea, que debíamos de recuperar el sentido del gran país que somos y que es mucho más lo que nos une que lo que nos diferencia, y que probablemente las medidas deben ser más universales, más globales, y no tan reglamentistas, porque una persona que tenga que viajar por España no puede entender que aquí haya reuniones permitidas de 15 personas, en otro lado de seis… ¡mal rollo! 

"Un momento crítico suele ser en torno a los siete u ocho días de evolución de la enfermedad"

–A medida que han ido pasando los meses, se ha ido conociendo más sobre el virus y han ido cambiando tratamientos, estrategias e incluso los criterios en cuanto a las medidas de protección, ¿qué certezas hay ahora mismo?

–Nosotros llevamos casi 40 años trabajando en infecciones respiratorias y la experiencia de nuestro grupo, desde uno de los tres centros nacionales que la OMS reconoce en España para vigilancia de gripe, nos viene a decir que fundamentalmente es un virus con una transmisión respiratoria y por contacto cercano, por eso son muy buenas las medidas de distanciamiento social, lavado de manos y el uso de la mascarilla, que lo que previene es que una persona que esté infectada pueda no transmitirla a otra. Pero con ser eso muy importante, también es importante aprender que a veces el daño que el virus provoca en el cuerpo humano no solamente es en el ámbito respiratorio, sino que da problemas a otros niveles. Por ejemplo, altera el sistema de la coagulación y genera trombos, o provoca daño cardíaco o daño renal, y por eso tenemos que avanzar en el conocimiento patogénico de cómo lesiona el virus las células y los órganos de nuestro cuerpo, porque probablemente la acción es multisistémica, y eso es muy interesante. Hay un hecho que todavía hoy en día nos sorprende, y es que un momento crítico suele ser en torno a los siete u ocho días de evolución de la enfermedad, porque ahí es donde en los pacientes que tienen síntomas se puede producir un empeoramiento que motiva su asistencia en el hospital o por el contrario, no producirse nada y seguir bien, y eso tendremos que esclarecerlo. Hay que avanzar en tratamientos antivirales, todavía las medidas de soporte convencionales siguen radicando en el empleo de corticoides, que es como la medida más universal para impedir que el enfermo empeore desde el punto de vista clínico y se deteriore neumológicamente o respiratoriamente. 

–Entonces, ¿cuáles cree que son las mejores medidas de protección?

–La primera es la educación sanitaria. Nuestras niñas y niños de 10 a 14 años debían de estudiar en Conocimiento del Medio un par de temas en los que los asuntos de la salud fueran prioritarios, y debiéramos hablar evidentemente del uso responsable de los antibióticos; por supuesto, módulos de contenido de educación sexual respetuosos, de acuerdo con el criterio de las familias; también la importancia de las vacunas, saber que la vacunación es una gran práctica de salud pública, y, en consecuencia, también la historia de las epidemias y las enfermedades transmisivas. Y si nuestros niños tienen educación y conceptos claros en esto, probablemente sean mucho menos manipulables. Y al lado de la educación sanitaria, es muy importante la responsabilidad de acuerdo con la información: ser personas responsables. Estamos viendo fotos y actitudes que no son nada cívicas. El lema sería En la medida que yo me protejo, protejo a los demás. En tercer lugar, por parte de los profesionales, el estudio reposado de cuestiones que todavía no están claras para mejorar en la prevención, en la asistencia, en los cuidados, en los tratamientos y, en última instancia, esperar modelos de vacunación que sean eficientes. Pero no debemos fiarlo solo a la existencia de una vacuna, sino que debemos de fiarlo fundamentalmente a entender y a educar a la población, y a saber que estamos sufriendo una pandemia y que como seres humanos somos contingentes, y que en nuestro comportamiento nos va la responsabilidad. 

"El coronavirus es muy estable, está adaptado a nuestra especie y lo más probable es que se que de con nosotros"

–¿Está de acuerdo con los confinamientos selectivos y cierres perimetrales de ciudades que se están haciendo?

–Yo creo que lo que hay que hacer es reducir al máximo la exposición. Es decir, a mí me parece que hay que conjuntar de una manera muy delicada el interés sanitario con el interés social y económico. Y recordar las palabras de Richard Vaughan, decano de guerra de la Facultad de Medicina de Michigan en 1918, que alertó de que el mundo podía paralizarse por el miedo. Es muy importante huir del miedo como parálisis y tratar de mantener una actitud racional en la actividad. Yo entiendo que las autoridades sanitarias tienen los indicadores, pero los indicadores hay que ponderarlos y ver las tendencias. No puedes coger los indicadores aislados, tú tienes que ver cómo va una zona y luego entender lo que están pidiendo los científicos, que se hagan modelos de intervención y de evaluación. El confinamiento que ha habido en España es de los más duros del mundo, otros no lo han tenido y sus resultados no han sido inferiores. Yo no soy experto en modelos, lo que hay que hacer es ser responsables. Yo lo único de lo que entiendo y poco es del virus. Y puedo decir en sentido positivo que el coronavirus es muy estable. Los centros de gripe, al tiempo que vigilamos los virus de la gripe, podemos vigilar el coronavirus, y estudiamos su genoma, tanto del virus de la gripe como del coronavirus. Del coronavirus hemos analizado ya 120.000 secuencias en todo el mundo, y el virus demuestra una gran estabilidad, está adaptado a nuestra especie y lo más probable es que se quede con nosotros; lo que tenemos que pedir es que las ondas se atenúen y que algún día se haga estacional. ¿Qué nos ayudará? La inmunidad colectiva. En la medida que las personas se vayan infectando, y evidentemente estén leves o lo pasen bien, el virus tendrá menos recorrido para infectar a personas. 

–Usted, que ha sufrido la enfermedad, ¿qué le diría a los que siguen negando su existencia?

–No se puede poner puertas al campo. El pensamiento es libre y yo lo que procuro modestamente y he procurado siempre es trabajar con verdades objetivas desde el ámbito de la ciencia. Y ya está, no vamos a entrar en eso. Y a los lectores de Diario de Cádiz, decirles que busquen siempre fuentes fiables de información. 

–¿Qué opina de la posibilidad que algunos apuntan de que este virus ha sido creado en un laboratorio?

–Modestamente, creo que el virus es zoonótico. Hasta donde conocemos, el análisis de la información genética apunta a que es muy próximo a un coronavirus de murciélago y en consecuencia, es lo que tengo que creer como persona que lee objetivamente lo que se publica. Entiendo que haya suposiciones de todo tipo pero yo eso es lo que creo. Lo que no sabemos y lo que aprenderemos es si el virus salta a finales de diciembre, cuando aparece en el mercado de Wuhan, o llevaba algún tiempo circulando. 

"En el momento en que la mitad del mundo esté inmunizada, la transmisión del virus se cortará drásticamente"

–Ahora que acaba de comenzar la campaña de vacunación de la gripe, ¿esta vacuna puede proporcionar cierta protección frente al coronavirus?

–No. Son virus muy distintos, aunque los dos son virus con ARN en su genoma, el coronavirus es solo un segmento, mientras que los virus de la gripe A y B tienen ocho segmentos cada uno. Son virus que recombinan mucho más. Pero desde el punto de vista de protección, está dando resultado porque en el hemisferio sur, la actividad gripal ha sido muy moderada, ha habido una gripe muy suave, y eso es por las medidas de protección. Pero además, porque la adherencia a la vacunación ha sido muy alta en gripe. Esto quiere decir que en la medida que la población se vacuna de la gripe, pues se minimizan casos de gripe, pero eso no quiere decir que haya una protección cruzada. 

–Entonces, seguir las medidas de protección del coronavirus también evitará el contagio de la gripe.

–También. Pero son dos cosas conceptualmente. Unas son medidas de transmisión, contener la transmisión, y otra es la profilaxis vacunal. Las medidas de protección van a favorecer de manera sustancial la menor prevalencia de la gripe pero, además, si se nos vacuna más gente, estaremos en condiciones de que como grupo, como inmunidad colectiva, vamos bien, nos protegeremos mejor frente a la gripe. 

–¿Qué nos espera para este invierno respecto al coronavirus? ¿Hay alguna previsión?

–No lo sabemos. Existe incertidumbre. Si tuviéramos un modelo matemático ajustado podríamos decirlo. Pero por la experiencia de las anteriores pandemias, sabemos que las pandemias cursan en olas o en ondas. Hemos vivido una primera ola, estamos en la segunda, que probablemente vaya ascendiendo suavemente y tenga una meseta más extendida, y podremos tener una tercera. Hay modelos americanos o los de Oxford que dice que puede haber varias ondas. Nosotros no lo sabemos con precisión. Lo que sí sabemos es que en el momento en que la mitad del mundo, el 50 ó el 60% del globo, esté inmunizado y el virus haya hecho su recorrido, pues la transmisión se cortará drásticamente y en consecuencia, ya solamente los que van naciendo serán no inmunes, porque el resto de la población se habrá ido infectando de manera natural, si no llega la vacuna. Si tenemos vacuna, podemos hacer estrategias de vacunación.

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