Dormir entre el encanto del Cádiz del XIX
emprendedores Una nueva oferta hotelera para la ciudad
El joven empresario Guillermo Bustelo ha convertido una finca de 1881 en El Patio del Panadero, un alojamiento con apartamentos turísticos que guarda la esencia de las antiguas casas gaditanas
El pleno centro y a diez metros del Oratorio San Felipe Neri no hay mejor lugar para alojarse que un inmueble del siglo XIX. Allí, el joven emprendedor Guillermo Bustelo, ha apostado por un negocio hotelero poco habitual en Cádiz, aunque con mucha pujanza en otras ciudades. La finca del número 39 de la calle San José, que data de 1881, se ha reconvertido en la Casa Patio del Panadero, con apartamentos turísticos dispuestos en torno a un patio central, en una galería que da acceso a las habitaciones.
A Guillermo, diplomado en Empresariales, siempre le gustó el mundo de los hoteles. Después de varios años ideándolo, al fin tuvo el visto bueno de su familia para acondicionar la finca. El número 39 de San José pertenece a sus padres, conocidos por el negocio pastelero que regentaban en la calle Compañía, de ahí el nombre de este alojamiento en homenaje a sus ancestros. "Pensé primero en un hotel con encanto, pero luego me decanté por los apartamentos al ver que no había muchos en el casco histórico", explica el joven emprendedor. Reconoce que le ha costado mucho esfuerzo y no pocos días de bajón anímico poner a punto la casa. "Gracias a mi familia y a los arquitectos, Miguel Ángel Moreno y Juan Martínez, lo he sacado adelante", admite.
La casa, tanto en las escaleras y la galería como en las habitaciones, está decorada con obras de artistas gaditanos. Bellos muebles antiguos y artilugios como un gramófono lucen en la finca, dando un aire clásico muy acogedor. No falta la tradicional montera de cristales que arroja una preciosa luz, uno de los atractivos del lugar. De momento hay tres habitaciones acabadas, una de ellas en la planta baja con acceso para minusválidos. Guillermo Bustelo ha tenido que luchar para convencer a la administración pública pertinente que emite los permisos para este tipo de alojamientos de no colocar un ascensor que rompiera "la estética, la antigüedad y el valor de la finca". El Patio del Panadero hubiera ganado en espacio, pero hubiera perdido en belleza. Como dice el propietario del negocio "está todo hecho con mucho mimo y cariño, respetando la esencia de la casa". Así es. Los cierros en las habitaciones permiten soñar con ese Cádiz dieciochesco al que huele la casa.
La idea es contar en el futuro con siete u ocho habitaciones, para dos, cuatro o grupos de huéspedes más numerosos. Bustelo espera abrir las puertas del establecimiento en dos semanas, pendiente todavía de los permisos.
Ana, la madre de Guillermo, aparece para contar, ilusionada, algunos aspectos curiosos de esta finca. Y muestra los azulejos que cuentan El Quijote, reproducciones de los cuales sirvieron para ilustrar los fragmentos del libro de Cervantes que lucen todavía en los autobuses urbanos de Cádiz. "Estos azulejos estuvieron en la Exposición del 20 en Sevilla y yo los encontré en casa de mi suegro, en Puerto Real", cuenta Ana. Un detalle más en los que fijarse, lejos de la aséptica estética de la mayoría de los establecimientos hoteleros. En San José, 39, desde el portón de entrada hasta la montera de cristales, el encanto es la principal prestación para los clientes.
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