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historias del diario

Un Diario con 50.000 usos

  • En algún momento de la vida, los lectores han utilizado una hoja de periódico para realizar multitud de funciones más allá de la lectura

Un periódico es un producto con una vida corta. Con el objetivo de contar y analizar la actualidad del día anterior, a las 24 horas deja de tener sentido, renovándose con un nuevo ejemplar totalmente actualizado y diferente. A partir de ahí, la hemeroteca es el lugar donde se cobija para poder servir como referencia y testimonio de la historia de un país o de una ciudad.

Sin embargo, a pesar de que tras ser leído su lugar de destino es la papelera, un ejemplar de Diario de Cádiz puede tener otros 50.000 usos si se le echa un poco de imaginación, siendo el papel muy práctico para diversas tareas cotidianas.

Un escaparate empapelado por hojas de periódico es un sinónimo de fracaso o de buena nueva comercial. Papeles que tapan un interior vacío o que esconden el secreto que en poco tiempo se conocerá.

En un breve paseo por el centro de Cádiz se pueden encontrar varios locales vacíos presididos por portadas y noticias de los días en los que la actividad cesó en él. Titulares que ayudan a conocer la fecha de cierre de un negocio y el tiempo que lleva esperando a que un nuevo emprendedor decida darle vida. En la Cuesta de las Calesas, en un antiguo locutorio telefónico, entre varias páginas descoloridas por los efectos del sol destaca una de opinión del 28 de junio de 2011 con un editorial titulado 'Volver a las aulas' sobre la propuesta del Gobierno de la Junta de las becas de la segunda oportunidad para jóvenes.

No muy lejano, en la calle Nueva, otro escaparate aparece empapelado por ejemplares más antiguos, en esta ocasión de 2009. Sobresale una información sobre el acuerdo entre el central Juanma Delgado y el Tenerife para que este recalara en las filas del Cádiz en el mercado de invierno, reforzando al equipo entonces dirigido por Javi Gracia.

Pero un periódico no sirve solo para tapar, sino que también puede proteger. En un recorrido por la calle Compañía nos encontramos con la cuchillería Casa Serafín, uno de los negocios más antiguos de la ciudad. Allí, sobre el mostrador se puede encontrar una pila de periódicos antiguos destinados a servir de envoltura para los cuchillos que han sido afilados y evitar que los clientes se corten cuando se los lleven a casa.

Muy cerca, en el Mercado de Abastos, podemos encontrar nuevas maneras de sacar provecho a un ejemplar atrasado, aunque estos usos han perdido su vigencia por motivos sanitarios. El papel del Diario de Cádiz era usado por bastantes detallistas para entregar hace varias décadas los productos a los clientes. Pedro Fernández, carnicero con unos 45 años de profesión, recuerda que "por mi abuela y por mi bisabuela, hace unos 80 años la gente compraba del menudo la asadura blanca para dársela a los perros. Como no había papel de estraza ni bolsas de plástico, se envolvía en papel de periódico".

Junto a esto, también señala la práctica de entregar los huevos envueltos en hojas del Diario aprovechando el antiguo formato sábana, una práctica que se dejó de realizar "hace por lo menos 30 años, ya que lo prohibió Sanidad y por la tinta que soltaba".

Junto a la Plaza, en los puestos de churros también era habitual utilizar el papel de periódico como última envoltura para evitar que se enfriaran antes de acudir a cualquiera de los bares de la zona para mojarlos en café o en chocolate.

Sin alejarnos del Mercado Central, en la puerta principal, Eduardo intenta buscarse la vida vendiendo camarones. En el fondo de la caja, varias hojas de Diario de Cádiz sirven de base para este marisco. "Simplemente lo pongo para que estén los camarones más a la vista y llamen la atención", explica.

En las fechas en las que estamos, una de las estampas más típicas del frío y de los días que preceden a la Navidad es la de los puestos de castañas. Por cartuchos o por docenas, siempre una hoja de periódico ha servido para resguardar del frío a este fruto seco. El olor a carbón hace el resto para completar este paisaje del centro, sobre todo de la calle Compañía.

Otro uso para el que nunca faltaba el papel de periódico es servir de envoltorio para los productos más frágiles. Ya puede ser en una tienda que venda figuras que pueden romperse o en una mudanza para meter elementos decorativos en cajas. Un terreno en el que el papel se ha visto invadido por el plástico de burbujas.

Ya en la casa, quien es usual lector de revistas y prensa tiene siempre el revistero lleno de ejemplares. Para darles salida, hay múltiples maneras de utilizarlos en el hogar. El principal, servir de bayeta para limpiar los cristales de las ventanas y los espejos. Ni una mota de polvo dejaba con su poder absorbente.

Una de las tareas más engorrosas que tiene una casa es tener que pintar. Para ello, si no se es demasiado manitas en el hogar, se empapelaba todo el suelo para evitar que las gotas de pintura llenaran toda la superficie.

También una hoja de periódico puede servir, con un poco de imaginación, como juego. Solo hay que tener un poco de maña para hacernos un sombrero de papel para creernos que somos un pirata. O hacernos una pelota de papel para dar las primeras patadas a un balón en el corredor de casa.

Si lo que nos gusta es el ciclismo, una hoja de periódico siempre nos permitirá resguardarnos del frío al meterlo dentro del maillot, aunque en la capital las únicas cuestas que existe son las de las Calesas y la de Jabonería.

Material para las manualidades, papelillos para el Carnaval, resguardo para la lluvia y el sol... 50.000 usos que puede tener el Diario de Cádiz más allá de llevarle a los lectores la información. Todos alguna vez en la vida lo hemos utilizado de una forma diferente que no sea leerlo y estar al tanto de la actualidad. De una manera o de otra ha formado parte de nuestras vidas.

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