El jefe de la Demarcación de Costas de Andalucía-Atlántico, Patricio Poullet, aclara que los grandes escalones aparecidos en la arena del tramo comprendido entre la playa Victoria y la de Santa María del Mar con el primer temporal de otoño "es normal y lo mejor que puede pasarle a las playas, como regla general, al acabar la temporada estival".

Poullet apunta que las playas tienen un equilibrio dinámico, sus perfiles cambian de invierno (perfiles de tormenta) a verano (perfiles de bonanza) y que al acabar el verano y producirse los primero temporales las olas suben a la parte alta de la playas, más en las pleamares, y en su descenso arrastran la arena hacia la parte sumergida, formando barras paralelas a la costa que no se ven desde la playa. Es decir, se aprecia solamente la falta de arena, en forma de escalones o escarpes, mientras que esa arena está en su zona sumergida.

Igualmente indica que esas barras sumergidas son la mejor protección de la playa mientras dura el invierno, ya que las grandes olas rompen sobre las mismas, que están distanciadas de la playa, no rompiendo sobre la playa misma. De este modo es el mejor mecanismo de defensa, al llegar la ola a la orilla con menos energía.

El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos alude a que el problema es que dicho proceso crea alarma social y mediática, si no se entiende, porque además se puede desarrollar en unos pocos días de oleaje, o incluso en horas. En concreto, el que ahora se puede ver en Cádiz "ha sido provocado por dos días de temporal del suroeste, con un oleaje nada extraordinario".

Por otro lado señala que el fenómeno contrario sucede con los oleajes de verano o de bonanza, cuando las olas suben la arena poco a poco, en sentido contrario, desde las barras sumergidas a la parte vista de la playa. Por eso recomienda que se observe a principios de verano cómo se forman lagunas paralelas a la playa en bajamar, que no son más que las depresiones que quedan cuando la barra está "a medio subir" hacia la playa seca. Dicho proceso de recuperación indica que no se produce en unos pocos días, sino que necesita de semanas o meses.

Finalmente, reitera que no debe ser un motivo de alarma que se note la falta de arena tras el primer temporal de otoño y que sería preocupante lo contrario, es decir, que fuera un invierno sin oleajes y que en la playa no se notaran esos escarpes, pues al tratarse de un invierno anómalo, podrían llegar algunos temporales "tardíos" antes del verano, que entonces "sí que formarían escalones en la playa y barras sumergidas cuya recuperación natural ya no sería posible antes de la temporada estival, que es cuando las playas necesitan estar adecuadas". En cuanto a la realimentación de las playas indica que la última fue en la Victoria en 2010.