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IX Congreso Internacional de la Lengua Española

Santiago Muñoz Machado: "Cádiz es inventora de palabras y tiene mucho que aportar a la lengua"

El director de la Real Academia Española de la Lengua, Santiago Muñoz Machado.

El director de la Real Academia Española de la Lengua, Santiago Muñoz Machado. / José Ramón Ladra

El día de mañana, 27 de marzo, está subrayado con insistencia en la agenda de Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949). Mucha incertidumbre, muchas esperanzas, mucha tristeza y mucha alegría se esconden tras cada anotación, circunferencia o línea que en el último año se han ido sumando a ese día, el día de mañana, del calendario personal del director de la Real Academia Española de la Lengua y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua (Asale). Ese día, el día de mañana, el día que comienza en Cádiz el IX Congreso Internacional de la Lengua Española. Ese día, el día de mañana. Qué expresión tan bonita. Suena a futuro.

–El IX Congreso ha pasado todo un erial para llegar a buen puerto. Suspensión en 2022 por los efectos de la pandemia, conflictos políticos en Perú, decisión de trasladar la sede... Le parecerá casi milagroso que estemos a las puertas de su celebración.

–Todo lo que cuentas son los indicios de que vamos a tener un Congreso maravilloso en Cádiz. Lo hemos pasado mal, primero el aplazamiento y luego el desplazamiento de Arequipa fueron para nosotros decisiones difíciles y dolorosas pero gracias a la disponibilidad de Cádiz, que estaba velando las armas y muy dispuesta, pues vamos a poder celebrar un Congreso sin alterar las fechas inicialmente previstas. Así que todas las tristezas se han tornado ahora en alegrías. Estoy seguro de que va a ser un gran acontecimiento.

–¿Se plantearon en algún momento volver a suspenderlo?

–Nunca. Llevábamos un año y medio de retraso y no era posible alterar la programación una vez más porque hubiera afectado a la continuidad de estos congresos. Lo que hemos sufrido ahora es por la dificultad real de que pudiera montarse un acontecimiento tan complicado en el cortísimo espacio de tiempo que hemos tenido. Pero han trabajado todos con muchísimo entusiasmo: la ciudad y sus representantes políticos del Ayuntamiento lo han acogido de manera formidable y se han puesto a trabajar enseguida, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Gobierno de España también han hecho bien el trabajo, y nosotros pues hemos ayudado en lo que hemos podido.

–¿Entonces esos rumores de fricción entre Academia, Cervantes y Ministerio no son ciertos?

–No son ciertos. Lo que ocurre es que el Congreso se celebra con un programa que han hecho las academias de acuerdo con el Cervantes pero, básicamente, el programa lo han hecho las academias, los ponentes los han seleccionado las academias en su mayoría. Así que en la parte académica no ha habido la menor fricción. Hemos hecho alguna modificación en el programa para adaptarlo a la singularidad de la nueva sede, de Cádiz, pero eso ha consistido en siete u ocho cambios, lo demás era lo previsto para Arequipa. En fin, lo que ha habido son tensiones por temas de intendencia y de organización porque se ha sometido a los organizadores, es decir, a Ministerio, Academia y Cervantes, a una presión enorme que algunas veces se resuelve con algún malentendido, pero no es más que eso.

–Otra tensión, al menos en Cádiz la vivimos así, fue la posición de la Universidad y la ciudad de Salamanca cuando se anunció a Cádiz como sede de este Congreso. ¿Cómo lo tomaron desde la RAE y por qué Cádiz, finalmente?

–La propuesta de Cádiz fue hecha por la Asociación de Academias (Asale), por las 23 academias de la lengua, a las que yo reuní a la vista final de que no había posibilidad de hacerlo en Perú, y el Instituto Cervantes estuvo apoyando ese cambio de sede. Y a la hora de elegir teníamos tres candidaturas que se habían presentado para 2025 que eran Cádiz, Salamanca y La Rioja, y la más avanzada de todas ellas era Cádiz, por tanto, parecía lógico que la decisión recayera en Cádiz. Pero, por otra parte, estos congresos tienen que contar con la financiación del Estado, esto no lo pagan las academias, ni lo paga el Cervantes, lo pagan las instituciones políticas del país: los ayuntamientos, las diputaciones, las comunidades autónomas y el Estado. Y el Gobierno de España dijo que Cádiz le parecía la mejor opción.

–Desde el Cervantes se asegura que este Congreso es el que cuenta con el programa cultural más completo de todo el histórico de congresos. ¿Es así?

–Así es, y es un programa estupendo. El programa académico se ha hecho desde una perspectiva más técnica pero el programa cultural ha permitido muchas intervenciones, propuestas y ayudas. Han colaborado en formarlo la Academia, de nuevo, que ha hecho su apuesta de actividades culturales, el Cervantes y el Ayuntamiento de Cádiz como principales protagonistas y, realmente, ha quedado el mayor y el más completo programa cultural de la historia de los Congresos. Cádiz va a tener una oferta cultural intensa y hermosísima estos días.

–Dentro del programa académico está prevista la intervención de Ramón Tamames, que ha sido protagonista estos días con la moción de censura al Gobierno. ¿Sabe usted si vendrá finalmente a Cádiz o si va a preferir alejarse del foco mediático?

–Pues no lo sé. Yo lo vi la última vez una semana antes de que actuara en el Congreso de los Diputados y me dijo que estaba dudoso de si podía ir a Cádiz. Ramón tiene mucha edad y tampoco está para estar todos los días viajando aunque es muy animoso y está muy bien de salud, pero los años también imponen sus razones. A día de hoy, no lo sé, aunque no me extrañaría que acudiera por eso de que es una persona muy animosa y muy capaz.

–El programa académico del Congreso nos habla de mestizaje y de la relación del español con otras lenguas, y me he estado acordando del discurso de Camilo José Cela en el Congreso de Valladolid 2001. Entonces el literato hizo una encendida defensa del español y advertía de la pérdida de hispanohablantes en Filipinas, Guinea, el Sáhara... ¿Es diferente la situación del español hoy en el mundo que la que dibujaba el Nobel de Literatura?

–Pues ha cambiado porque aquella actitud de Cela, que tal y como la describe, fue pesimista, ha tornado en mucho optimismo. Se habla del español y de su futuro con mucho optimismo pensando que la lengua está progresando mucho en el mundo, que la unidad se está fortaleciendo, que crece el número de hispanohablantes... Eso ha sido un fenómeno de los 20 años que han transcurrido desde entonces, e incluso viene de antiguo el crecimiento importante de hispanohablantes por crecimiento vegetativo, fenómeno en el que ha intervenido mucho el incremento de la natalidad y el número de habitantes en Hispanoamérica y el número de hispanos en Estados Unidos. Estamos en un momento dulce del español porque el idioma ha ganado prestigio en algunos lugares como Estados Unidos donde el español no era un idioma prestigioso hasta no hace mucho. Pero han cambiado las tornas y hasta más de 60 millones de norteamericanos hablan ahora español, va a llegar en poco tiempo a que haya un tercio de la población estadounidense hable español y hay más de 8 millones de estudiantes de español. El español es una lengua que está de moda y que a la gente le gusta conocer, también en Europa donde la enseñanza del español también es cada vez más reclamada.

–¿Pero nos estamos posicionando bien como lengua del comercio y como lengua en las pantallas y en las nuevas tecnologías?

–Bueno, son retos, y como tales, lo que hay que buscar es políticas que les den respuesta. Esta semana ha habido una actividad en Madrid sobre las políticas gubernamentales del español. Hay políticas que corresponden desarrollarlas al Gobierno de la Nación, otras que son políticas educativas, que pertenecen a las universidades de todos los países de la geografía hispanohablante o al Instituto Cervantes. Nosotros, como Academia, tenemos un ámbito de actuación más limitado. Nosotros somos los que se preocupan por la unidad, por que el idioma tenga unas reglas, un canon, un estándar, una serie de normas que lo regulen y se observen por todos para que nos podamos seguir entendiendo. La unidad es nuestro lema. Cuando nació la Academia era limpia, fija y da esplendor, ¿se acuerda?, pero eso ya lo hicieron nuestros antecesores, ahora nos tenemos que preocupar por la unidad en compañía de las otras 22 academias de la lengua.

El académico Santiago Muñoz Machado. El académico Santiago Muñoz Machado.

El académico Santiago Muñoz Machado. / José Ramón Ladra

–Habla de unidad y me hace volver a otro Congreso, Zacatecas 97, donde Gabriel García Márquez y, de nuevo, Cela coincidieron en pronunciarse a favor, digamos, de la oralidad y de liberar a la lengua de la ortografía, de la norma. La tensión entre la norma y lo que tiene que decir el hablante sobre ella supongo que es un debate que continúa en el tiempo. Me gustaría saber cómo lo viven en la Academia.

–Pues con mucho interés pero, verá, no es que el hablante tenga algo que decir, es el que dice. El hablante es al que le corresponde el dominio de la lengua y quien la hace cambiar si le apetece. La Academia lo que hace es examinar el modo en que hablan los hablantes. Tenemos un seguimiento continuo y muy profundo de cómo se habla en cada lugar y cuáles son las variantes de todo tipo que se van introduciendo en el idioma y, a partir de esas variaciones que han creado los hispanohablantes, se establecen las normas. No hay una oficina aquí en la Academia donde especulemos sobre esas cosas. No. Nosotros sólo somos notarios que hacen normas a partir de lo que los usuarios nos dictan. Y esas cosas que cita como las transgresiones de la norma, pues nosotros no tenemos un sistema sancionador que nos permita poner multas a todos los que cometen faltas de ortografía o transgreden la gramática. El sistema se basa en dos cosas, en la autoridad de la Academia y en la circunstancia de que la sociedad margina y llama analfabeta a la persona que no utiliza nuestra lengua del modo correcto. Y el modo correcto lo dice la Academia, y todos nos creen, porque se ha generado una autoridad de la institución a lo largo de 300 años de servicio a la lengua que ya no resulta discutible. Y éste es el juego. Y que de vez en cuando aparezca un escritor o García Márquez diciendo que la gramática habría que liquidarla, pues ha ocurrido toda la vida. Y, bueno, García Márquez lo dijo por hacerse el simpático y proponer algo chocante porque él la gramática la respetó toda su vida escrupulosamente, no ha sido un escritor del estilo de Juan Ramón Jiménez que le dio por no acatar la diferencia entre la g y la j y todo lo que escribía era con j, pero un escritor genial como era él se puede permitir transgresiones de la gramática, no pasa nada. El problema de verdad nos lo encontramos con las redes, donde se utiliza un lenguaje muy oral, y eso lleva también a nuevas formas y usos, aunque no creo que se generalicen al lenguaje general, que consisten en cortar las palabras, no cumplir con algunas reglas pero, en fin, está muy localizado y pertenece más a personas jóvenes que a adultas.

–Una duda sobre el solo/sólo, ¿en qué se diferencia lo que la Academia dice ahora de lo que dijo al principio? Pues, que recuerde, desde el primer momento hablaron de tildar en el caso de que hubiera ambigüedad en el uso del adverbio.

–Antes de explicar el famoso problema de la tilde, quiero decir que para la Academia ha sido muy satisfactorio el resultado porque esa polémica refleja un interés por la lengua que resulta agradable de comprobar. A mí lo único que me preocupaba es que no fuera a pensar el público que nosotros nos dedicamos solamente a esto, porque trabajamos mucho y la tilde es una pequeña cosa. Y con respecto a lo que pregunta en concreto, el cambio en el uso de la tilde en solo se produjo a raíz de la última ortografía, hace 10 o 15 años, en el que se estableció con carácter general de que no había que tildar el adverbio solo excepto en los casos de ambigüedad. El problema era determinar cuándo había ambigüedad y cuándo no había ambigüedad, lo cual remitía la valoración de la falta de ortografía a quien examina el escrito. Y lo que hemos hecho con esta rectificación es trasladar la responsabilidad al que escribe para quien perciba que hay una ambigüedad en su texto, pues pueda usarla. Así también satisfacemos a los escritores y a muchas gentes que en la academia, y fuera de ella, no quieren prescindir de la tilde, tienen un apego sentimental porque han aprendido con ella y les resulta útil para su realidad.

–La norma del solo/sólo estará en el Panhispánico de Dudas que se presenta en este Congreso. Será un acto un tanto especial, ¿no?

–Se va presentar en Cádiz, sí, y lo pondremos en red yo creo que antes de final de año. Y es una de las obras importantes que se van a presentar, pero no es la única. Ha adquirido relevancia porque, efectivamente, ahí irá lo de la tilde en solo, pero vamos a presentar muchas otras cosas tan importantes o más que el Panhispánico de Dudas porque vamos a presentar la situación actual de la vigésimo cuarta edición del Diccionario General, vamos a presentar la situación de nuestro programa La lengua española y la inteligencia artificial, vamos a presentar una nueva edición de la Gramática... Muchas cosas.

–¿El diccionario de sinónimos?

–Esa es una gran novedad. No hemos tenido nunca en la RAE un Diccionario de sinónimos y ahora estamos terminando uno que lo vamos a añadir a la vigésimo cuarta edición del Diccionario General aunque lo trataremos como obra separada. Y estamos muy contentos porque hacía falta realmente. Y aunque estará disponible a final de año creo que la responsable dirá algo en Cádiz.

–Una modesta petición, ¿estaría dispuesta la Academia a incorporar al Diccionario una palabra gaditana, así como guiño a Cádiz como ciudad que ha acogido este IX Congreso?

–No sé cuál, propónganla y la consideramos. Cádiz tiene muchas palabras, es inventora de palabras, Cádiz, tiene mucho que aportar a la lengua. Pero en la parte del procedimiento, las palabras no aparecen y desaparecen del diccionario porque se nos ocurra a los académicos reunirnos en pleno. Hacemos un estudio de cada palabra, vemos si está lo suficientemente extendida, si su uso es intenso... En fin, hay un procedimiento que no nos podemos saltar, ni siquiera por Cádiz.

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