Entrevista con Carmen de Lara Villar. presidenta provincial de Cruz Roja en Cádiz

“Cádiz es muy solidaria, pero no es una ciudad que esté para regalar nada”

Carmen de Lara, presidenta provincial de Cruz Roja en Cádiz, en la azotea de su sede de la capital.

Carmen de Lara, presidenta provincial de Cruz Roja en Cádiz, en la azotea de su sede de la capital. / Germán Mesa (Cádiz)

Carmen de Lara Villar fue nombrada presidenta del Comité Provincial de Cruz Roja en Cádiz, en sustitución de Rosario García Palacios, que asumió recientemente el cargo de presidenta autonómica de Cruz Roja en Andalucía. Carmen de Lara ostentaba el cargo de vicepresidenta provincial de Cruz Roja en Cádiz desde 2018, y afronta ahora el reto de ser la máxima representante de la Institución “con una enorme ilusión”. Al llegar al cargo, Carmen de Lara lo primero que hizo fue dar las gracias públicamente a Rosario García por la confianza depositada en ella y por la “enorme labor desarrollada” al frente de Cruz Roja en los últimos ocho años.

–¿Qué méritos han llevado a Rosario García hasta la Presidencia andaluza de Cruz Roja?

–Yo me he llevado de su mano cuatro años como vicepresidenta y he visto todo lo que ha hecho porque, además, le ha tocado la peor época que se recuerda. Nada más empezar con ella, en 2018, Cádiz vivió la llegada masiva de inmigrantes y aquí se batieron récord:llegaron 17.000 personas. Cuando empezamos a relajarnos, llega la pandemia. Nos hizo reinventarnos porque nosotros somos de calle, de cercanía y eso se acabó. Pero teníamos que seguir atendiendo a las personas. Es verdad que la ciudad se volcó con nosotros. Cádiz es muy solidaria teniendo una población que no está precisamente como para regalar nada. Y fuimos capaces de afrontar todo esto gracias a un grupo de personas y la primera de ellas, Rosario, que supo dirigir con mano firme, con templanza, llamando a quien tenía que llamar...

–¿Y hubo veces en las que usted pensó que nunca quisiera estar en el pellejo de Rosario?

–Casi a diario. Y ahora lo sigo diciendo. Con lo tranquila que  yo estaba. Yo veía los toros desde la barrera y con una primera espada como Rosario.

"La pandemia nos hizo reiventarnos porque nosotros somos de calle, de cercanía y eso, en ese momento, se acabó”

–¿Y qué méritos cree que le ha llevado a usted a ocupar ahora la Presidencia provincial?

–Creo que eso lo deberían decir los demás. Tengo un carácter muy abierto y alegre y siempre intento transmitir esa alegría. Tengo ganas, soy muy positiva, me gusta relacionarme con la gente. Hay quien me dice: “Hay que ver Carmen, qué te gusta pedir”. Cuando no se puede usted imaginar la de papeletas y polvorones que yo he tenido que comprarle a mis hijos con tal de no venderlas porque siempre me ha dado mucho apuro eso de pedir para mí. Pero ahora es distinto. Lo que pido no es para mí, sino para otros. Y la gente me abre las puertas y te escuchan.

–¿Pero todavía hay gente que os cierran las puertas?

–Sí, claro que la hay. La gente se cree que Cruz Roja nada más que sabe pedir. Y es cierto, no le voy a engañar. Pero también le digo que hay miles de formas de colaborar, no sólo con el dinero. Para mí es igual de valioso que su Diario me haga esta entrevista porque nos está dando visibilidad y yo no podría pagar esta entrevista. O una empresa que me ceda un local, nos venden lotería, nos regalan cosas para usarlas de premios... No todo es el dinero.

–¿Cómo hacer que una persona reciba una donación de alimentos sin que peligre su dignidad?

–Eso acabó con el reparto de alimentos. Las fotos de las colas del hambre eran duras. No creo que a nadie le guste aparecer en una de esas colas. Las miserias son de uno y no se comparten.

Siempre me ha dado mucho apuro pedir para mí. Pero ahora es distinto porque lo que pido es para otros”

–Pero es conveniente lanzar  el mensaje de que hay que pedir ayuda cuando se necesite...

–Por supuesto, siempre que se salvaguarde la dignidad. Las personas vienen aquí y van mirando a ver si alguien les ve entrar aquí, cuando uno puede venir por aquí para mil cosas. Una vez que entran ya se sienten más seguros, pero ese primer paso entiendo que debe ser muy duro. Y es una línea que tiene que ser muy difícil de cruzar.

–¿Falta aún algo de  empatía?

–Todo debería ser más fácil y no deberían hacer que nos tengamos que arrodillar para conseguir algo. Tenemos que pensar que hay hambre en Libia o en Marruecos, pero también la hay en La Viña, en Santa María, en San Severiano...

–¿Y generalmente el que ayuda quiere que se cuente o prefiere el anonimato?

–La mayoría de la gente no quiere que se sepa. Y muchos quieren que no se sepa porque piensan que lo que dan es demasiado poco. Y eso dice mucho de ellos.

–¿Se lleva para casa los problemas y situaciones que vive aquí en este despacho? ¿Le quitan el sueño?

–Me lo llevo a casa. Pero duermo tranquila porque me acuesto con la satisfacción de que estamos haciendo algo bueno. A lo mejor no llego a tantas personas como me gustaría pero me siento bien.

"No creo que a nadie le guste salir en una foto de las colas del hambre. Las miserias son de uno, y no se comparten”

–¿Cómo ha ido el verano?
–Se baja un poco el nivel. Se para, por ejemplo, el apoyo escolar. Una cosa con la que me siento muy satisfecha es con la playa,. En San Fernando y Chiclana estamos que nos salimos y son un ejemplo a nivel nacional.

–Y ahora la vuelta al cole... Más gastos.

–Normalmente la persona que nos llega pidiendo ayuda para la vuelta al cole es porque ya recibe alguna otra ayuda. Suelen ser familias vulnerables. Usted imagínese que cobra 600 euros al mes y ahora mismo la vuelta al cole de un niño cualquiera está valorada en 300 ó 400 euros. Creo que tendremos que dejar de hablar de la cuesta de enero para hablar de la cuesta de septiembre.

–Si para el resto de los mortales la subida de precios está resultando demoledora entiendo que a ustedes les romperá todos los esquemas.

–Cuando nosotros vamos a comprar, lo que a usted le cuesta diez euros a nosotros también nos cuesta diez euros. Así que si antes daba aceite a cinco familias, ahora sólo le puedo dar a una o dos. Y ya imagine la losa que ya significa todo esto para las familias que ya estaban en extrema vulnerabilidad. Y las personas que estaban en el límite, ya pasan a ser vulnerables. Porque es que sube la luz, el agua... Y es cada vez más difícil llegar a final de mes.

–¿Es más grave de lo que parece todo esto?

–Y tanto. En las últimas entregas de alimentos ya no podemos dar ni leche ni aceite porque han subido mucho de precio. La gente ya no lo dona porque si ya les cuesta a ellos comprarlo para sus casas, imagine para donarlo. Y todavía sin aceite se puede vivir, pero vivir sin leche... ¿Qué menos que poder acostarse con un vaso de leche calentita en el estómago?

–¿Y los políticos qué tal se comportan? ¿Se  acercan a vosotros para hacerse la foto?

–Aquí hay de todo. Pero siempre me suelen abrir las puertas y hay que entender que muchas veces las burocracia les tiene las manos atadas. Tendría que ser todo más fácil. Cuando llega, por ejemplo, una patera cuentan las mantas que entregas, los centímetros de papel higiénico que usas por persona... Yo al que hace esas normas le pediría que se bajara a la arena...

Con lo de la vuelta al cole tendremos que dejar de hablar de la cuesta de enero para hablar de la de septiembre”

–¿Se están encontrando ahora con más gente que se queda sin casa por no poder pagar la hipoteca?

–Pues realmente no. Lo que sí nos encontramos es más gente que viene a pedirnos ayuda para pagarla.

–Cada vez cuesta más llevar una casa para adelante.

–Otra cosa que hacemos desde Cruz Roja son cursos sobre cómo ahorrar en las casas o cursos de cocina de aprovechamiento. Hay veces que le damos a la gente un bote de judías verdes y no sabe qué hacer con ellas o hacen un puchero y no lo aprovechan todo. Les decimos que con esto pueden hacer unas croquetas, una ropa vieja, etcétera.

–Eso sí, habrá colas de personas para que se les pague la luz o el agua, ¿no?

–Ya no pagamos recibos de la luz. ¿De qué vale que hoy te pague este recibo si te vas a encontrar con el mismo problema el mes que viene? Intentamos darles herramientas. Para eso tenemos formación, tenemos plan de empleo. De hecho tenemos muchas alianzas con empresas y las personas que formamos hacen las prácticas en esas empresas que previamente nos dicen cuáles son sus necesidades. Nosotros les damos una formación destinada a cubrirlas y, a cambio, hacen las prácticas con ellos. Nosotros les pagamos los seguros y esa empresa les abre las puertas durante seis meses. Cuando terminan puede que se queden con alguno de esos trabajadores. Y si no se quedan ya tienen esa formación a cuestas. Ellos se reciclan y a veces es tan importante como si le das comida. No puedes imaginar la cara de la gente cuando ven que un empresario les escucha.

–Y son muchas las que terminan consiguiendo ese trabajo?

–El año pasado fueron 500 personas colocadas con este plan de empleo.

–¿Y la gente suele ser agradecida?

–Sí. Muchísimo. Normalmente, al día siguiente es voluntario,. Igual que la gente es muy solidaria es también agradecida.

–¿Y os encontráis con barreras raciales?

–Sí. Aún sí. Ya menos, pero las hay. Es que aún existe para muchos la mentalidad de que el emigrante viene aquí es para quitarle el puesto de trabajo a sus hijos.  La gente tiene que pensar que cuando una madre se va de su país, se mete en el mar con su hijo a cuestas y con lo puesto y sin saber nadar no sabemos la problemática que tiene detrás. Y cada problema es distinto y la única salida que ven es cruzar.
Carmen de Lara tiene su oficina a muy pocos metros de la playa de Santa María del Mar de Cádiz. Carmen de Lara tiene su oficina a muy pocos metros de la playa de Santa María del Mar de Cádiz.

Carmen de Lara tiene su oficina a muy pocos metros de la playa de Santa María del Mar de Cádiz. / Germán Mesa (Cádiz)

–¿Supongo que usted aprenderá también mucho viendo a gente que con muy poquito hace muchas cosas?

–Hay quien da volteretas con 150 euros y  hay quien tiene mil y no llega. Es admirable ver como hay niños que apenas se dan cuenta de la realidad que se vive en sus casas porque sus padres tienen esa capacidad de hacer milagros con un euro.

–También se encontrará con gente que hoy están pidiéndoles para comer y mañana están en un parque acuático gastándose 50 ó 60 euros por persona.

–Cuando veo ese tipo de actuaciones me entra de todo por el cuerpo y, además, yo no soy de las que me callo las cosas. Pero también le advierto que cuando a mí me llega una persona ha pasado ya una serie de filtros:tiene que pasar por Asuntos Sociales, se les hace una entrevista personal.... Te mira mucha gente que intuye cuáles son tus necesidades reales. Cuando una persona llega aquí intentamos levantar a la familia entera. De nada vale que te ayude a ti si tu entorno familiar más cercano lo está también pasando mal. También les damos un apoyo psicológico y una orientación profesional porque si ves que es un carpintero que lleva ya tres años sin encontrar trabajo le ofrecemos la posibilidad de recibir formación para poder llevar a cabo otro tipo de ocupación más demandada por las empresas.

–¿Detecta aún mucha soledad?

–Yo quisiera luchar en estos cuatro años contra la soledad no deseada. Sobre todo en personas mayores. Y contra esa brecha digital que cada vez hace que se sientan más solos, más perdidos y más inútiles. Y la arquitectura de muchas casas del casco histórico, con esos escalones tan desgastados, casas sin ascensores... Todo eso hace que cada vez estén más encerrados en sus hogares.

–¿Y qué puede hacer Cruz Roja contra esa soledad no deseada?

–Mucho con poco. Tenemos un voluntariado dedicado a hacerles una  llamada telefónica. Y hay personas mayores que están deseando que tú les llames. A lo mejor es la única persona con la que han hablado en los últimos diez días. Me da mucha pena cuando veo en el Telediario que han encontrado a una persona muerta en su casa después de diez días. ¿Nadie te echa de menos?

–¿Hay aún muchas personas reacias a dar dinero?

–Sí. Pero nosotros para mandar a otros países no queremos comida, ni medicamentos. Queremos dinero. Eso conlleva un esfuerzo humano y logístico brutal. Tengo que hacer una campaña para recoger esos alimentos, recogerlos, clasificarlos, empaquetarlos y contratar, después, a alguien que lo lleve hasta allí en camión o en barco. Además de que hay países que no permiten la entrada de medicamentos. Los voluntarios que están allí son los que realmente saben cuáles son las necesidades existentes en ese lugar.  

–La transparencia será vuestro primer mandamiento.

–Nos hacen auditorias externas anuales y, aparte, nosotros tenemos una auditoría interna. No puede usted imaginar la que hay que formar para comprar aquí una carpeta. Al final termino yo por poner el dinero.

–¿A usted esto le cuesta dinero?

–Pues sí. También conviene decir que éste es un puesto voluntario. No cobro nada por estar aquí. Había gente que del tirón me decía que si ahora iba a cobrar más por ser presidenta. No. Yo no cobro. Soy voluntaria de la Cruz Roja.

–¿Conoce a muchos héroes?

–Muchos no, muchísimos. Y no le hablo de mí pero sí le digo que detrás de cada cruz roja hay un héroe.

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