Un grupo argentino anuncia en estos días inversiones millonarias en el puerto de Cádiz, con el objetivo de convertirlo en la puerta de entrada de sus productos a España y, con ello, a Europa. Confiando en que este proyecto salga adelante, y no suponga un fiasco ya habitual en nuestro desarrollo económico.

No será la primera operación procedente de Argentina que mira a Cádiz como puente hacia el Viejo Continente. Ya pasó lo mismo en 1948.

Eran otros tiempos. En aquel momento la dictadura del general Franco se acercaba a la primera década de gobierno con un país hundido en la miseria, sin apenas alimentos, y con toda la comunidad internacional en su contra, tras el apoyo del dictador a la Alemania de Hitler durante la II Guerra Mundial.

¿Solo? No. España aún tenía el apoyo de Argentina, también bajo el yugo de una dictadura al frente de la cual estaba el general Juan Domingo Perón, quien no dudó en mandar trigo y carne a la vieja metrópolis colonial para evitar su quiebra.

En este proceso de apoyo, Perón diseñó la expansión económica de su país mirando al mercado europeo, también exhausto tras la guerra. Y planteó la construcción de una gran Zona Franca en la costa española como puente hacia el resto del continente.

Estamos en 1948 y en aquel momento lo que desde Cádiz se buscaba era el apoyo de Madrid para impulsar, de una vez por todas, la construcción de la Zona Franca gaditana, semiparalizada desde su aprobación dos décadas antes. 

Una delegación de la ciudad viajó al Palacio del Pardo, residencia del dictador, para pedir su apoyo a esta reivindicación. Franco les cortó en seco: la propuesta gaditana era muy poco ambiciosa. Él tenía otra de mayor calado. Y les habló de la inminente firma de un acuerdo con el gobierno argentino para la construcción de una Zona Franca gestionada por este país en suelo español. Y el lugar elegido era Cádiz.

Semanas más tarde, los dos dictadores firmaron el llamado "Protocolo Franco-Perón".

Bajo el nombre de "Puerto Perón" se proyecto una inmensa zona industrial y de recepción de productos vía marítima que iba a ocupar buena parte del sacó de la Bahía, en línea con la carretera que unía Cádiz con San Fernando.  El suelo ocupado, mediante rellenos, alcanzaban las 300 hectáreas, tanto como la extensión que entonces tenía la capital. Junto a 7 kilómetros de línea de muelles se pensaba levantar una ciudad con capacidad para 10.000 personas, habitada por los trabajadores de la Zona Franca y sus directivos. Todo con un coste de 526 millones de pesetas de la época.

El complejo se completaba con una Zona Franca Internacional, gestionada por España, con 280 hectáreas, 3,8 kilómetros de muelle y una inversión de 277 millones de pesetas.

Aunque se dieron los primeros pasos para encontrar la financiación y los técnicos comenzaron a trabajar en esta ambiciosa operación, los conflictos internos en Argentina y las dudas en este país sobre la viabilidad del plan acabaron con el proyecto antes de su ejecución. El Protocolo se guardó en un cajón a finales de 1949.