La magia y la ilusión bajo una lluvia de caramelos se apoderaron anoche de esas personas favoritas que son los más pequeños de la casa. Pero también abdujeron a los mayores porque disfrutaron como nunca con la cabalgata de Reyes gracias a la presencia de Melchor, que dejó a muchos con el corazón partío. Y es que su carroza arrastró durante todo el recorrido, tramo a tramo, a miles de seguidores empuñando sus móviles. Contagiados todos del persistente rumor de que, bajo sus barbas, la mirada del primero de los Magos de Oriente era la del mismísimo Alejandro Sanz. Y, claro, nadie quiso perderse un saludo para inmortalizarlo y compartirlo. A veces se adivinaba más ilusión en las caras de los padres que en las de los niños. Pero a ninguno se le ocurrió no llamarlo por su real nombre, tal y como pidió la Asociación de Reyes Magos.

“Vale, a lo mejor me lo merezco”, debió pensar Melchor en más de un momento del recorrido. Porque a pesar de ser de los más cortos de toda España, el desfile se prolongó durante dos horas y media. Ciento cincuenta minutos que llegaban después de una dura jornada que arrancó muy temprano –en Cai, por la madrugá–, durante la que ya había cubierto casi todos sus compromisos: primero con los mayores, luego con los pequeños que se curan en el hospital, con quienes se acercaron a la Fundación Cajasol y a la Comandancia de la Guardia Civil y luego con el pueblo de Cádiz en general, que literalmente se volcó con él en la Plaza de San Juan de Dios. “Ver las caritas de ilusión de todos estos niños ha sido lo más bonito que me ha pasado en muchísimos años”, dijo muy agradecido desde el balcón del Ayuntamiento, ya pasadas las nueve de la noche. Y todavía le quedaba un acto en la Catedral.

Precedida por una banda de música, la cabalgata la abrió la carroza del Cádiz CF capitaneada por Paquito del Mentidero, quien inauguraba un nuevo título mágico en el cortejo, el de Gran Visir. La gente lo jaleó por su nombre con cariño y él se ve que lo disfrutó muchísimo y cumplió su sueño.

Entre carroza y carroza, los más pequeños se lo pasaron en grande con los personajes de cuentos y dibujos animados (ya saben, Toy Story, Frozzen, Los Simpson, Astérix y Obélix, Maléfica...) que iban desfilando, en especial con unos Transformers hinchables que se movían como si estuviesen vivos.

¡Reina! ¡Reina!

Con la llegada del Cartero Real que este año encarnaba José Manuel Caneda, los ánimos empezaron a calentarse. Y se encendieron nada más llegar la Estrella de Oriente, que este año clavó con cariño, elegancia y máxima conexión con el público –su público– nada menos que Niña Pastori. Reinando en una carroza con un diseño muy atractivo, la Estrella embelesó a los asistentes con un repertorio de villancicos flamencos que dieron al desfile un sabor muy nuestro. Y decimos que reinó porque fueron muchos los que la piropearon al grito de “¡Reina! ¡Reina!”.

También se llevó muchos piropos, en este caso en clave carnavalesca, el Rey Gaspar, ya que al igual que con el Rey Melchor, se extendió el bulo de que tenía más que un aire a Antonio Martín, el maestro de las coplas , merecedor de 16 primeros premios, Antifaz de Oro, Pregonero y uno del autores más prolíficos y significativos de la fiesta gaditana.

Como es tradicional cerraba la comitiva la carroza del Rey Baltasar, a quien muchos confundieron con Diego González Torres, administrativo de la empresa Airtificial y operario de la UTE de limpieza, además de buen colaborador de la Asociación de Reyes Magos.

"Orgulloso de un pueblo capaz de creer en la magia"

Al término de la cabalgata, Sus Majestades volvieron al balcón del Ayuntamiento. Desde allí, el alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, ante miles de gaditanos dijo estar “orgulloso” de su pueblo “porque es capaz de creer en la magia; que no se os apague nunca esa estrella que vais a ver esta noche, que mantengáis siempre la ilusión”.

La Estrella de Oriente volvió a embrujar a los gaditanos con ese Cai que le resulta tan familiar a Melchor. Y un ¡Viva Cádiz! y una lluvia de peluches cerraron la noche mágica de las personas favoritas.