132 razones para leer la historia de Cádiz

La sede de la Fundación Cajasol en la capital gaditana acogió ayer la puesta de largo del libro 132 historias de Cádiz, un amplio volumen editado en el que José María Otero Lacave recopila otros tantos textos históricos sobre la ciudad, sobre acontecimientos relevantes y personajes con protagonismo, que se han ido publicando en los últimos cinco años en las páginas de Diario de Cádiz. El libro ofrece así una amplia panorámica de la historia más reciente de la ciudad y donde está muy presente la hemeroteca de este periódico, una suerte de tesoro notarial de lo sucedido en la capital en los últimos 158 años.

Presentado por Ignacio Casas de Ciria, colaborador del Diario, y conducido por Pablo Durio, redactor jefe de Diario de Cádiz, el acto, muy ameno y dinámico, ha permitido al autor del libro ahondar en las razones de esta agrupación de relatos escritos desde la sencillez y la claridad y, también, con una profundidad investigadora en cuanto al contexto de la época que narra y que sirve para enmarcar con rigor cada uno de los hechos y personajes que aparecen en sus páginas.

Editado por Páginas del Sur, con la colaboración del Ayuntamiento de Cádiz y la Diputación Provincial, estas 132 historias de Cádiz verán la luz, además, con una notable ambición solidaria, como anunció Ignacio casas de Ciria, pues los beneficios de la venta del libro irán destinados al popular y necesitado comedor gaditano de María Arteaga.

Por las páginas de 132 historias de Cádiz desfilan los nombres, entre otros muchos, de Segismundo Moret, Cayetano del Toro, Ramón de Carranza, Pemán, Fermín Salvochea, Castelar, Falla... Al tiempo que se recuerda la relación de Cádiz con Alfonso XIII, asiduo visitante de la ciudad porque pasaba temporadas en Sevilla, o del jerezano Miguel Primo de Rivera. Personajes todos con relevancia evidente en la historia de la ciudad y de España que se combinan en el libro con otros nombres más anónimos o populares cuyas historias ayudaron también a construir el tiempo pasado de Cádiz.

Igual sucede con la temática, muy variada. Así, junto a historias conocidas y que anidan en la memoria de muchos gaditanos, hay otras “desconocidas”, como explica el propio autor, que José María Otero destaca por su curiosidad, incidencia y pervivencia en la historia de la capital. En todo caso, son historias “sencillas”, como las define Otero Lacave, que están extraídas en su mayoría de la hemeroteca de este Diario, aunque otras forman parte de la propia cosecha de una persona tan interesada y conocedora de la historia de Cádiz.

José María Otero señala en este punto la importancia de la colección del Diario en el que se guarda los ejemplares publicados a lo largo de sus casi 158 años de historia, una hemeroteca única que cobija los hechos y las personas que han ido forjando el devenir de la sociedad gaditana.

Todo de la mano de este experto conocedor de la historia de Cádiz, persona de alto, altísimo, sentido del humor que Pablo Durio, conductor del acto, definió desde sus dos mejores perspectivas: “Si les tengo que hablar de José María Otero Lacave, tengo que decirles -aunque intuyo que la mayoría lo sabe- que hablamos de un niño de San Felipe Neri que luego estudió también en el Colegio de Huérfanos de la Armada y en el colegio del Pilar, ambos en Madrid”.

“Pero si les puedo hablar de Chotín (apelativo popular del autor), les diré que es un tipo de los se puede llamar de cadi Cadi; con mucho ange, cargante como él solo y conocedor de todos los entresijos que esconde esta ciudad que tanto amamos y tanto nos duele”, destacó Durio.

En su intervención ante un publico que llenó el salón de la Fundación Cajasol, José María Otero relató sus primeros trabajos en Diario de Cádiz y relató anécdotas de la intensa conexión entre el Diario y los vecinos de esta ciudad, especialmente por la solvencia con la siempre ha informado el periódico. A la vez, reconoció que siempre ha dejado a un lado las malas noticias y se ha centrado en historias muy gaditanas, la mayor parte de ellas desconocidas para el lector.