Andalucía

El PSOE se lía con dos calendarios

  • Si Ferraz mantiene el congreso en mayo, Díaz tendría sólo dos semanas para decidir si compite con Sánchez. Algunos barones y notables del partido siguen intentando que la presidenta andaluza sea la próxima secretaria general.

El liderazgo de Pedro Sánchez en el PSOE no es firme, o al menos eso consideran los críticos. Tan pronto como comienzan a esfumarse sus posibilidades de formar un Gobierno, el partido vuelve a la agitación. A la vuelta de la esquina, los socialistas tienen que afrontar un congreso para elegir a su líder y, si llegada la fecha, Sánchez no es presidente, "el congreso va a ser un congreso de verdad", avisan fuentes del PSOE andaluz. Esta opinión la sostienen otros barones críticos: si no es desde la Moncloa, Sánchez tendrá que competir por la Secretaría General con uno o varios contrincantes, y uno de ellos puede ser la presidenta andaluza Susana Díaz.

Al año de celebrarse las elecciones autonómicas, Díaz vuelve a estar en boca de algunos de los secretarios territoriales y notables del partido de épocas pasadas, algunos de ellos muy influyentes. Ellos quieren que sea la nueva líder. Sin embargo, lo que ahora se discute en el PSOE es la fecha del congreso. ¿Qué le falla a Sánchez? Según sus críticos, una levedad en cuestiones de Estado que acompaña de una sólida ambición personal. Según sus defensores, es tan firme en sus planteamientos como para haber conseguido marcar la agenda política de España en plena huida de responsabilidades de Mariano Rajoy.

Sánchez y su equipo de Ferraz esperan que el congreso se celebre cuando lo decidió el comité federal, del 19 al 21 de mayo, pero entonces España habrá entrado en un período electoral con la vista puesta en las urnas del 27 de junio. Y quien sea secretario general será, posiblemente, el candidato al 27-J con independencia de que tenga que ser, formalmente, elegido en unas primarias posteriores. Y ése es el problema: secretarios generales como el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, han dicho públicamente que el PSOE no debe exponerse de este modo, en un congreso en toda regla, a sólo tres semanas de unos comicios generales. Además, si Díaz u otro diese ese paso y ganase el congreso, tendría que preparar las elecciones en sólo unas semanas o buscar a una tercera persona como candidata. Ni las cuentas ni el calendario encajan, algunos barones quieren retrasarlo, pero Ferraz se mantiene firme: será en mayo. Si es así, se insiste, habrá "un congreso, congreso", con un debate muy serio sobre estrategia y sobre personas.

La dirección de Ferraz ya está sondeando a los territorios sobre la fecha del congreso, aunque el PSOE andaluz no da su opinión. Si hay cambio, esta vez no quieren aparecer como quienes lo han motivado. A Sánchez le conviene celebrarlo en mayo, ha dejado en evidencia a Rajoy, se ha fortalecido como referente político español y quiere aprovechar el momento, aunque en su partido hay quien no comparte que se lanzase a esta carrera por la Moncloa sin las cuentas claras. El acercamiento de estos últimos días a Podemos puede ser otra trampa tendida por su líder, Pablo Iglesias, quien ha logrado unir a toda la militancia socialista en su contra. A Díaz, o a otro contrincante, le conviene que el congreso sea después, cuando se hayan celebrado las elecciones generales y el panorama quede completamente claro. La presidenta andaluza, de momento, guarda silencio; oficialmente, no hay cambios en su agenda.

Y el problema es que las decisiones se deben tomar en las dos próximas semanas, que serán de vértigo. El 11 de abril comienza el proceso congresual; entre ese día y el 15, los candidatos a la Secretaría General deben hacer públicas sus candidaturas. Es decir, que quien vaya a presentarse tomará la decisión sin llegar a saber del todo si España contará con un Gobierno y si Sánchez es su presidente. Este es un factor determinante a su favor. Sus detractores entienden que el secretario general antepone, por ello, su propio interés al del partido o al del país, pero Sánchez es insistente, no para de correr aunque tenga cero opciones de alcanzar la presa.

Entre ese día, el 15 de abril, y el 25, los candidatos tienen que recoger los avales para formalizar la candidatura. Ello supone cierta precampaña, sobre todo para los candidatos poco conocidos. Sánchez es apoyado en bastantes territorios, y no tendría problemas, pero a partir de ese día tendría que iniciar una campaña electoral entre la militancia, ya que el 7 de mayo se votaría en urnas al nuevo secretario. Es por ello por lo que Sánchez se ha tomado el 23 de abril como fecha límite para formar Gobierno. Así se lo ha explicado a Podemos: a partir de entonces, tendrá que hacer campaña interna. Realmente, los dos calendarios, el del PSOE y el del país, convierten estos meses en un damero maldito. El 8 de mayo votará la militancia; entonces, sí se sabrá si hay elecciones. El candidato elegido irá al congreso federal del fin de semana del 19 al 21 de mayo, y aun así, el PSOE tendrá que volver a pasar por las urnas para nombrar a su aspirante a las elecciones generales del 27 de junio.

Todo esto, claro, si Sánchez no logra formar Gobierno. La Semana Santa ha pasado con más pena que gloria. Ciudadanos admite que Sánchez intente la abstención de Podemos, pero cualquier otro paso más allá podría malograr el acuerdo previo. El PSOE está ofreciendo a Podemos varios ministerios que estarían ocupados por personas independientes. Esto no sólo es complicado por la oposición de Ciudadanos, que sigue considerando su acuerdo como inamovible, sino por la propia militancia socialista. Si hay acuerdo con Podemos, ¿se consultará de nuevo a la militancia? Ésta sólo ha autorizado pactar bajo la base del programa pactado con los de Albert Rivera, de tal modo que un hipotético acuerdo con Podemos no debería alterar el sentido de lo firmado.

Estas complicaciones unidas a la estrategia de Podemos, que quiere ir a otras elecciones en compañía de IU, dibujan un escenario donde la solución se antoja para después del 27 de junio.

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