La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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DICEN que este año, con la crisis, ha disminuido la oferta lúdica y cultural que las instituciones, principalmente los ayuntamientos, suelen realizar desde hace tiempo con la llegada del verano. Hasta cierto punto parece lógico, aunque pocos quieren resignarse a tener que cambiar a la estrella de turno con elevado caché pagado a tocateja por una banda del pueblo tocando 'Paquito el Chocolatero' y gracias. Fiesta. Además, los españolitos nos hemos acostumbrado a que esas cosas, o algunas de ellas, han de ser gratis total y, claro, si antes no salían las cuentas, ahora mucho menos. Los conciertos del verano son un clásico cuya imagen es difícil de borrar sobre todo en los casos de los municipios turísticos costeros, como los de la Bahía, donde ya han empezado. Esta semana que entra tenemos en Cádiz, en la plaza de la Catedral, a Joan Manuel Serrat (ahí sigue el hombre, incombustible y bienaventurado) en los Conciertos para la Libertad, que así es como llama al ciclo el Ayuntamiento, aunque personalmente creo que también podrían denominarse Conciertos del Bar Terraza, en homenaje a Pelayo y familia. Todo un acierto el lugar y el programa elegido. El Sur también existe. Y el miércoles puede ser un gran día.
Pero estas pautas que se siguen en verano no son las únicas que se siguen fielmente y pase lo que pase. Otro clásico de nuestras localidades cuando llega la época estival son las obras (este año con Plan E como excusa). Es llegar el primero de julio y entrar el furor político por levantar calles, cambiar adoquines, reponer tuberías y repintar la señalización horizontal (a quien corresponda). En definitiva, por ponerlo todo patas arriba. Estoy convencido de que habría turistas que no reconocerían muchas de nuestras ciudades, y se perderían incluso con GPS, si viniesen en otra época del año, de lo acostumbrados que están ya a conducir entre vallas, conos y líneas amarillas. Pero el verano tiene estas cosas, no sólo con los políticos. Todos cambiamos los horarios de nuestros hábitos diarios, el estilo de la indumentaria, la casa y el orden familiar con esos locos bajitos todo el día de arriba para abajo. Alterando la llamada normalidad tratamos de alejar un tiempo los problemas. En fin, cada loco con su tema. Ya llegará la balada de otoño.
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