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Aniversario de la imagen de humildad y paciencia

Tras las señas de Pimentel

  • Reconstrucción de la vida y la obra del misterioso autor del barroco clásico

LA desmemoria pare fantasmas. Y la curiosidad los resucita. Las huellas están ahí. Las pistas que alimentan teorías. Curiosidad para cazar a los fantasmas escurridizos. Para atrapar a las manos, invisibles hoy, de un imaginero que esculpió eternidad y que fue cayendo en el olvido. El nombre de Jacinto Pimentel rezuma misterio, dibuja interrogantes. El autor de la talla de Humildad y Paciencia, una talla que cumple 375 años, es uno de esos hombres ligado a la leyenda, a la polémica. Estudiosos como Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez o José Miguel Sánchez Peña (claves para construir este reportaje además de los estudios del fallecido Enrique Hormigo) han contribuido a recuperar la historia de un escultor, extrañamente acaudalado para su época, y que, posiblemente, llegó a Cádiz tras la muerte de su primera esposa. Viajamos en el tiempo hasta la calle Guanteros (actual San Francisco) para encontrar a un hombre que camina con sus enseres al encuentro de la que será su mejor obra.       

Un testamento, una inscripción, una restauración. Tres puntos de un triángulo donde comienza a despejarse el misterio de una imagen que hasta principios de los ochenta fue atribuida a otro imaginero, Alonso Martínez quien, aún para complicar más la ecuación, trabajaba como oficial de Pimentel cuando trabajaba en esta obra, entre los años 1637 y 1638.

Una restauración y una inscripción. Fue el profesor Francisco Arquillo quien en 1983 encuentra en la peña sobre la que se asienta el Cristo esta leyenda: "Acaboce anno 1638 Jacinto Pimentel faciebat". La teoría sobre la autoría de Alonso Martínez se va desmoronando.

Un testamento. El del mercader Juan García, uno de los benefactores  de la cofradía en ese momento, donde se recoge el encargo a Pimentel de una nueva imagen para Humildad y Paciencia. Acuerdo refrendado el 8 de marzo de 1637 con un contrato por 3.300 reales encontrado en los protocolos notariales de Sevilla.

 La autoría de la talla parecía, al fin, resuelta. Además, el descubrimiento en 1996 de un anagrama con la firma de Pimentel en el Cristo Atado a la Columna, que hasta entonces también estaba atribuido a Martínez, acababa, para muchos, con las dudas. De hecho, Sánchez Peña y Hormigo sostenían que esta imagen fue realizada por Pimentel en un estudio publicado en los Anales de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz en 1991, cinco años antes de la confirmación.

Aún así se abrían nuevas incertidumbres. ¿De dónde llegó Pimentel? ¿Trabajaba solo? ¿Cómo fue su vida en Cádiz?

Según los estudios de Espinosa, el hombre que avanza por la calle Guanteros nació entre 1599-1600 en la población Villa Real, que nada tiene que ver con el enclave levantino. Villa Real es una localidad situada en el norte de Portugal pero que en la época pertenecía al Reino de Galicia.

Al parecer, según los varios expertos consultados, el protagonista de nuestra historia residía en Sevilla cuando recibe el encargo de la que se convertiría en su primera obra documentada en Cádiz, el Cristo de Humildad y Paciencia. Por aquel entonces, ya gozaba de cierta fama en la actual capital andaluza por algunos de sus trabajos como en el retablo mayor del convento Madre de Dios de Carmona o el Nazareno de La Campana.

La primera huella de Pimentel en Sevilla la encontramos en 1627 en el taller de Francisco Ocampo donde trabaja como oficial. Una Inmaculada Concepción en 1630, entre otras obras,  ya confirma su independencia del maestro.  

 

Pero avancemos de nuevo hasta el año 1637.  Jacinto lleva más de diez años casado con Andrea de Morales  cuando recibe el encargo gaditano. Es en Sevilla donde comienza a realizar esta obra en madera de cedro que, finalmente, culmina en nuestra ciudad. El por qué de este traslado puede apuntar al fallecimiento de Andrea que lo deja viudo y con tres hijas en el mundo, Damasia, Teresa y María Pimentel. Así, apenas unos días después de la muerte de su esposa opta por cambiar de aires y establecerse, definitivamente, en Cádiz.

En el tramo de la calle San Francisco, entre la plaza San Agustín y la calle Nueva, pudo conseguir una pequeña habitación donde se instaló con su ya incompleta familia. Sin embargo, pocos meses después, en abril de 1638 contrae matrimonio con la jerezana Ana Núñez Sidrón, curiosamente, viuda del mercader benefactor de la cofradía, Juan García. Así, es de suponer, que la situación económica de nuestro escultor mejoraría notablemente al casarse con la viuda del rico comerciante.

Un atareado año aquel 1638 para el portugués al que Imón de Tolosa le encarga en el mes de mayo la imagen de Nuestra Señora del Carmen que culminaría en agosto. En este mismo año también termina Humildad y Paciencia en su taller donde cuenta, entre otros, con Alonso Martínez como oficial. Para Sánchez Peña, la mano de este imaginero es definitiva. Y es que, según el restaurador,   no sólo de la escultura vivió nuestro hombre. Pimentel era un comerciante en toda regla, y con buen ojo para los negocios, así que no es de extrañar que el trabajo en el taller estuviera muy repartido. 

Mientras arrancamos páginas del calendario, los lazos de la recién reformulada familia de Pimentel se estrecharían aún más. Y es que Damasia Pimentel decidiría contraer matrimonio con su hermanastro, Juan García, un hecho, al parecer, poco llamativo en aquella época.

A Ana Núñez, que no concebiría ningún hijo con Jacinto, le alcanza la muerte en 1654 o en 1655. Esta vez, el escultor esperaría algo más de tiempo para volver al altar. Pero vuelve. Otra bien posicionada mujer, María Guerrero, se convierte en la tercera esposa de Pimentel en 1656.

Por estas fechas, el imaginero tallaría al primitivo titular de la cofradía de la Expiración, actualmente situado en la iglesia de San Francisco, exactamente en 1655, aunque no se le atribuiría su autoría hasta 1990 durante una restauración acometida por Fray Antonio Fernández. Precisamente, el conservador Sánchez Peña estuvo presente en el descubrimiento de la firma que se encontró en el interior de la imagen y que pudieron ver desde el hueco que quedó al desmontar un brazo de la obra.

Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna fue realizado por Pimentel entre 1660-61 para la hermandad del mismo nombre de la iglesia de San Antonio, de la que formó parte. A esta producción también hay que sumarle una talla de San Sebastián para la parroquia castrense del Santo Ángel Custodio y algunos trabajos para el Carnaval de Cádiz en 1658.

Jacinto Pimentel, que moriría en Cádiz el 2 de marzo de 1676, sobreviviría a todas sus hijas e, incluso, a algunas de sus nietas. Sin embargo, los últimos años de su vida los pasó enfermo y opta por dejar de trabajar. De hecho, llega a declarar en estos años que su mujer le ha "sustentado" y "alimentado" con "su caudal" porque, según él mismo aseguraba en algunos de sus últimos documentos, "con mi mucha edad y enfermedades no he podido trabajar ni ganarlo".

Avanza Pimentel por Guanteros. Al encuentro de su mejor obra. A punto de forjar un misterio más para el barroco clásico gaditano.

en el carmen apenas se intuye pimentel. Tanto Francisco Espinosa como José Miguel Sánchez Peña, dos de las principales fuentes consultadas en este reportaje, coinciden al apuntar que las sucesivas restauraciones a las que se ha sometido a la imagen de Nuestra Señora del Carmen ocultan el trabajo de su autor, Jacinto Pimentel. Ni los ojos de cristal ni muchos de sus rasgos fueron creados por el escultor.

Sánchez Peña: "En Humildad y Paciencia hay otra mano más"

Para el conservador y restaurador emérito del Museo de Cádiz, José Miguel Sánchez Peña, no está todo dicho sobre la talla del Cristo de Humildad y Paciencia. "Hay otra mano más además de la de Pimentel", aduce el experto que no duda en poner nombre a esa otra intervención en la imagen que celebra su 375 aniversario, Alonso Martínez.

Sánchez Peña, que heredó el archivo documental del profesor Enrique Hormigo y que ordenó y contrastó en la obra Documentos para la Historia del Arte en Cádiz, no puede pasar por alto uno de estos papeles donde quedaba recogida una cuenta saldada entre Jacinto Pimentel y Alonso Martínez "por una gran suma de dinero". El documento que Hormigo encontró en el Archivo Histórico Provincial, fechado el 1 de diciembre de 1637, es un compromiso de pago que lleva adjunta otra nota del 22 de febrero de 1638 donde se da por saldada la deuda. Sánchez Peña nos facilita el número 6 de los Anales de la Academia de Bellas Artes de Cádiz de 1986 donde Hormigo apuntaba dos teorías, la primera que Pimentel realizó el modelado a tamaño natural y Martínez lo sacase de puntos en madera, y la segunda que se tratase de un traspaso de encargo ya que Martínez era oficial de Pimentel en esa época, por lo que modelado y talla serían autoría de Alonso Martínez. "Mi opinión -apuesta Sánchez Peña- es que Pimentel sí intervino en la obra, claro está, pues nada más que hay comprobar el parecido de la talla con Columna o con la Expiración pero también estoy seguro que hubo una mano más y que esta sería casi con toda seguridad de Alonso Martínez pues Humildad y Paciencia es una imagen claramente superior a las demás". El conservador nos llama la atención sobre el pelo y sobre las formas de la imagen "mucho más enérgica que en otras tallas de Pimentel". "Es una imagen con más fuerza, más valiente, mejor", decide.

Sánchez Peña, que ha estudiado con detenimiento esta obra y que fue alumno del catedrático Francisco Arquillo (quien encontró en 1983 la inscripción que apuntaba la autoría de Pimentel), también adelantó "hace muchos años" que las fuentes iconográficas que inspiraron al escultor para Humildad y Paciencia tienen origen italiano, "exactamente la célebre escultura de Lorenzo el Magnífico (de Médicis), realizada por Miguel Ángel, pero invirtiendo la composición ya que, claro, la imagen procede de un grabado", asegura. Esta teoría fue refrendada en 2002 en un estudio realizado José Luis Romero Torres, de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía.

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