Cultura

Expresando emociones

  • Nos encontramos a un Justo Girón sabio, pintor que maneja la naturaleza para extraerle su mayor potencial artístico, su capacidad simbólica

Justo Girón es un artista sevillano, ampliamente conocido en nuestra ciudad, donde ha expuesto en otras ocasiones, de lúcida y larga trayectoria, presente en importantes foros y en posesión de un lenguaje pictórico contundente que le permite afrontar cualquier situación. Se trata de un pintor que desde siempre ha sabido organizar una obra llena de sentido figurativo al mismo tiempo que dotada de mucho carácter expresivo, plástico y compositivo; una obra, además, alejada de esa pintura de dudosas líneas realistas, de desfasada objetividad, falsos y trasnochados virtuosismos, claramente errónea y poco consistente y que, sin embargo, ha hecho las delicias de un sector escasamente exigente, amante de las concreciones efectistas. Hay que decir que, Sevilla exportadora de tantas situaciones, muchas de escaso valor, también fue la valedora de esta pintura a contracorriente, a la que querían abanderar como portadora de todos los valores de la tradición y que muchos, a fuerza de mal repetirse, han vuelto pobre, agonizante, equivocada y sin futuro. Lo que nos encontramos en la galería gaditana está muy al margen de todo esto.

Fali Benot ha llevado hasta su galería de la avenida Ramón de Carranza una buena exposición, cerrada en todos sus aspectos, con muy buenos planteamientos técnicos que la hacen atractiva de principio a fin, así como con unos desarrollos figurativos muy particulares que la presentan distinta, espectacular y, al mismo tiempo, inmediata y sabrosa a todos los paladares por exigentes que estos sean.

A Justo Girón lo hemos visto en muchos episodios, siempre con la representación marcando bellas rutas ilustrativas en las que el paisaje, sobre todo, deja constancia de un realismo figurativo sobria y sabiamente estructurado para que este reafirme sus justas posiciones. Pero, el pintor sevillano no se ha quedado en sus acertado límites expresivos sino que ha dado un paso hacia delante y, además, claramente reafirmativo, con los desarrollos y los desenlaces plásticos potenciando sus preclaras situaciones. Para esta ocasión, en las obras de Justo Girón los pigmentos manifiestan una nueva y poderosa realidad que abren claramente los horizontes de un paisaje diferente, de poderosa conformación material conseguida con la particular contundencia formal de la pintura a pastel.

Una casi treintena de cuadros nos conducen por paisajes idílicos de Irlanda, Cantabria y otros lugares, incluso, de las costas de Cádiz, donde la naturaleza ejerce una especialísima función. En ellos, el artista disecciona la realidad, dotándola de una minuciosa dimensión expresiva que concede al paisaje un carácter diferente, de gran belleza formal y diferente sentido representativo. Los paisajes se hacen más cálidos, la naturaleza juega su papel determinante, los contrastes se acentúan, los tonos manifiestan su potencial simbólico y asumen su capacidad expresiva de forma más extrema. Son paisajes solitarios, inquietantes, que presuponen una ausencia humana consentida.

Estamos, pues, ante una muestra madura de un autor en plena madurez; mucho más artista que cuando se dedicaba a representar la realidad sin más. Nos encontramos a un Justo Girón sabio pintor que maneja la naturaleza para extraerle su mayor potencial artístico, su capacidad simbólica, su poder de crear las más dispares emociones. Una exposición para saborearla más que para mirarla.

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