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  • A media hora en tren de Hamburgo, la capital de la Liga Hanseática es uno de los destinos menos conocidos, pero más atrayentes, para disfrutar de los mercadillos de Navidad 

  • La zona cuenta con vuelos, directos o con escala, desde Sevilla y Jerez 

Lübeck: Navidad en una bola de cristal

Vista de Lübeck en invierno desde la Holstentor. Vista de Lübeck en invierno desde la Holstentor.

Vista de Lübeck en invierno desde la Holstentor. / Olaf Malzahn

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

Concordia Domi Foris Pax, dicen las puertas de entrada a la ciudad vieja, y la escultura de un león durmiente ronda cerca de los torreones. La Bestia vencida. A la pequeña -pero tremenda- ciudad de Lübeck le convenía que creyeran dentro y fuera en ese mensaje: armonía dentro y fuera, paz. Dejad que me dedique a mis negocios -podría ser la coda-. Lübeck partía y repartía en los tiempos fuertes de la Liga Hanseática-La Hansa sigue existiendo, por cierto-. Recogida por el canal del Trave, trufada de iglesias, callejones y casitas de ladrillo rojo, Lübek tenía un interés muy principal en que a nadie le diera por reventarla. Aquí se mueve mucho dinero, niño. 

La reventó, por supuesto, la aviación británica. Lübeck fue una de las primeras ciudades alemanas en experimentar los bombardeos de la contraofensiva aliada en la II Guerra Mundial. Si ahora su skyline medieval se vende como un atractivo, ya pueden hacerse una idea de lo que era para los cazas. Los dos imponentes agujas de la basílica de Santa María (que compite en altura con la catedral de Colonia) parecían un imán. La labor de reconstrucción de los grandes templos góticos -cinco iglesias, siete agujas, es otro de sus reclamos- terminó en 1986. Un año después, la UNESCO declaraba a la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Y, ¿por qué hablamos aquí de ella? Porque es uno de esos destinos sorprendentes que son recurso común en su entorno, pero no muy conocidos fuera de él. Recuerda un poco a Brujas -esa sensación de ciudad en miniatura conservada en formol -aunque sepamos que no-, sus casitas de ladrillo rojo, la importancia del agua, los callejones; de hecho, ambas fueron ciudades de la Liga, cada una en una punta. Lübeck tiene un museo naval con una ristra de barcos en su muelle -incluso la reproducción de una carabela de la época-y otro dedicado a La Hansa. La famosa puerta de entrada, la Holsten Gate, alberga un delicado e inmersivo recorrido expositivo de lo que es, y fue la ciudad -bajo el epígrafe El poder del comercio-, con una maqueta del casco antiguo, reproducciones navales, armaduras y mascarones. En Lübeck tienen también un diablillo que te espera sentado en una piedra, una playita (Travemünde) con tumbonas cubiertas que explican, por sí solas, la Europa de antes de estallar, y su especialidad absoluta es el mazapán. No extraña mucho que un enclave así, como de pueblito en urna de cristal, se declare "ciudad navideña del norte". Con una Alemania entregada a la locura de los mercadillos en el mes anterior a la Navidad, eso es mucho. 

La plaza del Ayuntamiento de Bremen, iluminada con su mercado de Navidad. La plaza del Ayuntamiento de Bremen, iluminada con su mercado de Navidad.

La plaza del Ayuntamiento de Bremen, iluminada con su mercado de Navidad. / T.A.

Lübeck se encuentra a 40 minutos en tren desde Hamburgo -cinco horas de vuelo con enlace en Madrid desde Jerez (Iberia); o idéntica jugada, pero saliendo de Sevilla con Vueling y Ryanair-, por lo que es un destino mucho más accesible de lo que parece. 

El mercado principal tiene lugar alrededor del Ayuntamiento -una construcción que termina de rematar esa idea de estar dentro de un cuento ilustrado-. Como tal, la feria se menciona por primera vez en un documento de 1648. Varios de los edificios históricos más notables de la ciudad rodean a los más de 200 puestos que venden adornos, ideas para regalos, comida y bebida. Pero no es el único, desde luego: el Mercado Marítimo (Koberg) se ha especializado en lo gastronómico, con una oferta de platos salados y dulces y vino caliente -el mismo emplazamiento tiene también una noria gigante: detecto un punto de sadismo ahí-. El cementerio de Santa María acoge un mercadillo de corte histórico, con artesanos reviviendo prácticas tradicionales y las típicas actuaciones a pie de calle. Por la noche -digamos, por la tarde-, la plaza se ilumina a la luz de las velas. La zona de la basílica acoge otra propuesta especialmente dirigida al público infantil (Fairytale Forest), con veinte puestos que recrean otras tantas escenas de los hermanos Grimm; mientras que el Starlit Forest (Schrangen) está repleto de abetos iluminados entre los que descansar y tomar algo. Este año, por primera vez, abrirá como tal un mercadillo de navidad en la zona del muelle, que venderá productos de negocios locales. 

Como para visitar Lübeck habrá de pasar con gran seguridad por Hamburgo, también se pueden visitar los 18 mercadillos navideños se dan en cita en la ciudad-nodo de la región. El más conocido es el de Roncalli, el que se instala, por supuesto, en la plaza del Ayuntamiento. Allí se pueden adquirir tallas de madera del Tirol o el Aachen Printen (pan de jengibre) de Nüremberg. Tienen a un Papa Noel volador (en serio) que sobrevuela, tres veces al día, las cabezas de todos los visitantes.

Otro highlight de la ciudad es el “Miniatur Wunderland”, con el mayor modelo de tren mundial, que durante esta época se completa con un pueblo navideño.  Además de los mercados clásicos, también existe un mercado navideño "queer", el Winter Pride, en el barrio de St.Georg.

Considerando especialmente al público familiar, la ciudad cuenta con cinco barcos de cuentos de hadas en el Jungfernstieg durante la temporada navideña, con programas variados sobre el tema de los cuentos de hadas y la Navidad.

A 30 minutos en tren desde Hamburgo está Lünemburgo, que cuenta con 10 mercadillos navideños. En el central, el del Ayuntamiento, coros y trompetas interpretan villancicos a las cinco de la tarde. Papá Noel pasa todos los días a las 16:00 horas. Hay una milla de los cuentos de hadas, con 12 casitas con conocidos personajes tradicionales.

Cada año, el primer fin de semana de diciembre, y alrededor de la iglesia de San Miguel, en un entorno enmarcado por las características casas de entramado de madera, los mozos de labranza y las criadas venden vino especiado, jamón ahumado, castañas y todo tipo de delicias. Tras la puesta de sol, sólo las velas, las antorchas y fuego proporcionan luz y comodidad.

Para los amantes de la música, el Monasterio de Lüne ofrece un programa de conciertos en Navidad. Dirigido por un convento de religiosas, todos los años invita a escuchar a la Orquesta Bach de Lüneburg en su tradicional concierto de Navidad en la iglesia.

Bremen, el pueblo de los incomprables músicos, está a una hora en tren desde Hamburgo y su mercado de Navidad cuenta con 170 puestos cuidadosamente decorados. Otro mercadillo en Bremen es el “Schlachter Zauber”, que ofrece atracciones marítimas en el paseo del Weser de Bremen. Los fuegos de leña y las antorchas enmarcan los oficios tradicionales y las tabernas medievales. También hay un pueblo pirata al estilo de la Liga Hanseática, con actuaciones al aire libre, pequeños juegos y música.

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