Verano

Duelo entre cantes y levante

  • Los artistas cumplieron sobre el escenario y desafiaron al fuerte viento de la zona que estuvo a punto de provocar la suspensión de una noche llena de duende

Con la luna llena como privilegiada espectadora iluminando el ruedo de la Plaza de Toros de Chiclana y con media hora de retraso porque el fuerte levante había puesto en jaque la celebración del espectáculo, a las once de la noche salió al escenario el presentador, José Marín. El lugar de celebración del renovado Festival de Flamenco de Chiclana era como una casa recién estrenada a la que había que acostumbrarse tras tantas ediciones celebradas en la Caseta Municipal.

No más de 400 personas de público, pues el viento contra el que tendrían que pelear las gargantas durante toda la noche y que provocaría que las actuaciones fueran cortas, había replanteado a más de uno su asistencia. Para los presentes una introducción de lujo: "Es más importante sentir que conocer el arte flamenco".

El primer invitado fue el cantaor local Silverio Heredia acompañado por Niño Jero a la guitarra. El artista mostró su mejor momento cuando se arrancó por bulerías con su familia sobre el tablao. A continuación un mito de la música, Manuel Molina. Empieza su actuación vestido de blanco, con la guitarra en vertical, como los clásicos, y mirando al cielo. Lo mejor, su reflexivo tema Todos es de color: " el mundo cuenta sus penas / pidiendo la comprensión / quien cuenta sus alegrías / no comprende al que sufrió".

El chiclanero Rancapino era el encargado de cerrar la primera parte. Tradición y grandeza en el cante. Su repertorio gira entre el amor y la pasión por el flamenco jondo. Tras el descanso, la barcelonesa Montse Cortés, acompañada a la guitarra de un Francisco Heredia que por momentos hizo recordar al gran Paco de Lucía, desplegó todo lo que pudo su portentosa voz y despertó al público.

El último de la noche, uno de los prodigios del baile actual. El jerezano Antonio el Pipa desafió con su misteriosa danza ritual a las inclemencias, luciéndose tanto en solitario como en compañía de la veterana Juana la del Pipa o de Claudia Rodríguez. El público puesto en pie, él vestido de rojo bailando, y su grupo en torno a él cantándole a capela fue el broche de oro que dejó una noche con fin antes de las dos y media. Sólo queda esperar que la próxima jornada tenga mejor tiempo, aunque se agradece el sonido tan claro del que se disfrutó.

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