Diario de una gran hazaña | Capítulo 12 (25 de febrero de 1520)

Magallanes no encuentra la salida tras cinco meses de navegación

  • Tras el fracaso cosechado en el Río de la Plata, la flota de las especias suma ya tres semanas costeando el continente americano sin hallar aún el paso al otro océano

  • La climatología empeora cada día que pasa con fuerte oleaje, lluvia y un frío bajo cero

La flota está ahora junto a la Península Valdés, donde hay animales jamás contemplados hasta ahora, como los pingüinos o los lobos marinos.

La flota está ahora junto a la Península Valdés, donde hay animales jamás contemplados hasta ahora, como los pingüinos o los lobos marinos. / D.C.

Magallanes sigue erre que erre. Superados los cinco meses desde que la flota de las especias partiera de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1520, las cinco naos que buscan las Molucas navegando hacia Occidente continúan costeando el continente americano en dirección sur sin que hayan encontrado aún el paso que permita a la expedición adentrarse en el otro océano, el llamado Mar del Sur que avistara desde tierra Vasco Núñez de Balboa hace siete años, en 1513.

Pese al fracaso que supuso la búsqueda infructuosa de ese paso transoceánico en el Río de la Plata, de donde la flota partió el pasado 3 de febrero, Magallanes no ceja en su empeño y mantiene el rumbo sur pese a la opinión mayoritaria del resto de los capitanes, que defienden la tesis de que es mejor regresar ya a España.

Haciendo oídos falsos a estas indicaciones, pero sabedor de que en la expedición puede surgir un motín en cualquier momento, Magallanes ha ordenado que la flota explore cada bahía, cada golfo y cada entrante que vaya apareciendo en la costa americana, ya que tiene el convencimiento absoluto de que ese paso transoceánico terminará apareciendo más pronto que tarde.

Por ejemplo, hoy, 25 de febrero de 1520, la expedición está inspeccionando, igualmente sin éxito, el Golfo Nuevo, junto a la Península Valdés. En este enclave, la flota se ha maravillado viendo animales jamás contemplados hasta la fecha, como leones marinos o pingüinos. Y es que la expedición está atravesando una zona del planeta por la que se sabe que ningún europeo había navegado previamente. Todo, por tanto, es nuevo para los más de 240 hombres que siguen conformando la flota.

A sus capitanes críticos Magallanes ya les ha dejado claro que éste es un viaje “de exploración”, tal y como se acordó en las capitulaciones firmadas en Valladolid en 1518 con el rey Carlos I, y que, debido a esta condición, sus órdenes siguen siendo mantener el rumbo hacia el sur buscando la salida.

De momento, con lo que se ha topado la flota es con una climatología que va empeorando a pasos agigantados a cada día que pasa. Las singladuras no hacen sino aumentar el desaliento en la tripulación, ya que al fuerte oleaje se le suma el frío –a veces bajo cero–, la lluvia y el granizo que conviven en un mar enfurecido y que obligan a los marineros a permanecer buena parte del día dentro de las propias embarcaciones, ya que estar en cubierta se convierte a veces en todo un peligro.

Pese a las quejas que se multiplican entre la tripulación, y que se agravan por la mala alimentación, Magallanes se niega no sólo a regresar a España sino también a asentar un campamento en tierra en unos parajes donde teme que pueda haber indígenas hostiles, como había en el Río de la Plata.

La idea del marino portugués es, al memos de momento, mantener la navegación con rumbo sur, aunque, como sabe que las islas de las Molucas se encuentran situadas muy cerca de la línea del ecuador del planeta, tiene claro que la expedición tendrá en algún momento que volver a navegar hacia el norte... si encuentran ese paso transoceánico, claro.

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